Y ahora.

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"Ojalá entendieras lo sola que me siento cuando te pienso,
como si cargara con una tristeza que no me corresponde
y has hecho tuya
-ya ni mi pena es mía-.
Te empeñaste en ser la protagonista de mi vida".

Agradeció al simpático conductor y se bajó del coche sintiendo como el viento de aquella mañana desordenaba un poco sus rizos. Observó su reflejo en el espejo del ascensor y agradeció mentalmente que aquella noche no le hubiera dejado más que un latente dolor de cabeza.

Apenas abrió la puerta de su piso y sintió como el cuerpo de su hija colisionaba contra el suyo.

-¡Mami, Mami!.

-Hola cariño- la cogió en brazos y sonrió al ver como la niña descansaba la cabecita en su hombro- ¿Cómo estás bonita?- preguntó mientras acariciaba sus rizos con los dedos.

-Bien, mami. La tita compró churros con chocolate para desayunar- contestó emocionada.

-Hala, parece que la pasaron muy bien...

-Si, pero te eché mucho de menos mami. Dijiste que ibas a estar cuando me despertara.

-Lo siento mucho. ¿Me perdonas?. Ya no te vuelvo a dejar sola- contestó abrazándola aún más.

-Pero si no estoy enojada y tampoco estaba sola, mamá- dijo la pequeña mirándola con confusión- Nerea es muy guay y vimos Mulán juntas.

-Ey, ey ¿Y yo?- interrumpió Mireya entrando a la sala- Que luego vimos Valiente y comimos muchos chuches.

-¡Sii!. Me divertí mucho con la tita también y me dejó dormir con ella para que no tuviera miedo. Mami, ¿te sigue doliendo la cabeza?.

-Le conté que te sentiste un poco mal por eso te quedaste a dormir en la casa de la profe Julia anoche- intervino Mireya ante la mirada confusa de la gallega.

-Estoy mejor, Lucía- contestó mientras dedicaba una mirada cómplice a su amiga.

-Y Mimi- soltó la pequeña sonriendo.

-¿Cómo?

-Que es la casa de Mimi también ¿No?. Ella me contó que vive en la misma casa de la profe Juls. ¿También durmió con vosotras?

-Eh... sí, algo así. Pero bueno- trató de cambiar de asunto- Muchas pelis, churros y chuches. Quiero saber si terminaste los deberes.

-Me falta poquito ya.

-Pues ve a hacerlos que luego vamos a almorzar fuera ¿si?.

-Vale, mami- contestó mientras corría a la habitación.

Miriam dejó su bolso sobre la mesa y se recostó en el sofá suspirando pesadamente.

-Anda, comienza- dijo con desgano.

-No sé a que te refieres- contestó Mireya con ironía sentándose a su lado.

-Que estás con esa mirada de acusación desde que entré. Te conozco, desembucha.

-No sé de que hablas. Yo solo observaba ese pelo que traes mojado y el jersey tan chulo que no te conocía eh.

-Ay, Mire- se cubrió el rostro con ambas manos- Me siento fatal, no sé que me pasó anoche. Fui demasiado irresponsable.

-Miriam, hablas como si te pasarás los días de fiesta dejando a tu hija sola en casa. ¿Cuándo fue la última vez que bebiste antes de anoche?.

-No lo recuerdo...

-¿Ves?. Miri, viví casi dos años en Santiago y puedo acordarme de todas la veces que salimos a beber algo y siempre volvías corriendo a casa. No conozco alguien más dedicada y responsable que tú, deja de culparte tanto.

Amanecer Where stories live. Discover now