Recuerdos.

3K 164 18
                                    

"No me siento perdida.
Es sólo que no sé dónde termina el mar que llevo dentro y a veces me ahogo".

Los tres días que habían transcurrido desde su llegada a Madrid comenzaron casi de la misma manera, Miriam tratando de convencer a su hija a salir de aquella habitación para hacer algo más que comer.

Sus cinco años casi cumplidos no eran impedimento para que Lucía demostrase claramente sus sentimientos e ideas, no lo hacía con berrinches o caprichos, simplemente sabía usar con destreza las excusas.

-Estoy cansada mami, prefiero quedarme aquí pintando.

-¿Pero cansada de que Lucía? Si solo te quedas aquí jugando o pintando en la cama- le preguntó a la vez que se sentaba a su lado en la cama.

-Lo sé, pero igual hace frio y seguro llueve más tarde, mejor vamos mañana mamá- dijo apenas levantando la mirada de su dibujo.

-Lu mira dónde vivíamos antes, que te van a asustar a ti unas gotas de lluvia y menos un poco de frio- la abrazó y esperó una respuesta o risa de Lucía, pero esta seguía fija en el dibujo que coloreaba, como si fuera lo más interesante del mundo.

Miriam suspiró y buscó algo más de paciencia; conocía aquellas excusas, el desinterés y más aún aquella mirada sin el brillo habitual.

-Lucía, ¿sabes que puedes contarme cualquier cosa verdad?- hizo un intento más- que no voy a enojarme o castigarte, solo quiero saber que te pasa cariño.

-Mami, si cumplimos la lista y al final te gustan mucho los lugares ya no volveremos nunca a casa, nos quedaremos para siempre aquí- confesó aún sin mirar a su madre.

Este tipo de pensamientos que fabricaba aquella pequeña mente todavía sorprendían a Miriam, reconocía que muchos términos de su vocabulario así como esos destellos de madurez provenían de haber tenido poco contacto con niños de su edad durante sus breves años.

Se acercó aún más a ella y tomó suavemente el dibujo de sus manos buscando así obtener su completa atención.

Al sentir por fin como los que eran sus ojos verdes favoritos desde que los conoció se fijaban en ella, tomó sus manitos y empezó a acariciarlas suavemente.

-Sabes que nunca te miento; no sé cuanto tiempo viviremos en Madrid y ni a donde iremos si alguna vez decidimos mudarnos otra vez. ¿Aún recuerdas lo que te expliqué sobre lo que era realmente una casa?

-Sí, me dijiste que tu casa era dónde estuviéramos juntas y felices- le dijo mientras arreglaba un poco más la manta para asegurarse que cubriera también a su mami y a su inseparable leoncito de felpa.

Este tierno acto hizo sonreír a Miriam y le recordó que bajo esas expresiones un poco más maduras de lo que se esperaba seguía estando su niñita de cuatro años.

-Pues yo estoy aquí contigo y en casa, pero sería más feliz aun si empezamos a cumplir cierta lista mágica y conocer todo juntas.

Además, he decidido que es muy corta y debes ayudarme a que sea mucho más mágica.

La mirada de Lucía se iluminó aún más y se incorporó rápidamente.

-¿Puedo escoger más lugares y cosas que hacer, mami?- daba saltitos en la cama.

-Podemos empezar por sentarnos a desayunar con la tita Mireya y hasta pedirle que nos diga lugares bonitos de Madrid.

Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora