Una vez sentadas en la mesa que habían elegido de aquella terraza madrileña, la rubia mas pequeña saco el teléfono móvil de su bolsillo. ¨ Tiene dos llamadas perdidas de Little Cat¨ rezaba la pantalla del mismo. Dejando de prestar atención a los desvaríos de la Mari, su cabeza se puso a divagar.

- Conciencia: Anda que ya te vale, acaba de llegar a casa y tú aquí, muriéndote por verla desde hace días...

- Alba: Cállate. Le dije a la Mari que la acompañaría, no pensé que se me fuera a hacer tan tarde joder.

- Conciencia: Desde luego, me muero y no te educo Reche.

- Alba: Déjame en paz, en cuanto pueda me escapo y estoy allí en un segundo.

- Conciencia: mueve el culo, que llevas un sobrecalentamiento desde que se fue que como tardes más en pillarla por banda se me funden los plomos.

Finalmente, una hora más tarde, entraba por la puerta de su casa. Le había sido imposible escapar de la Mari sin antes tranquilizarla, la perspectiva de que Vicky le dijera que no a su propuesta no le estaba dejando vivir. Sonrió pensando en sus amigas, se alegraba tanto por ellas...

Extrañada de no oir ningún ruido, ni de que un terremoto de cuatro patas saliera en su busca, se adentro con cuidado en el salón. Al asomarse dentro, la luz de la lámpara de pie que iluminaba la estancia suavemente, le permitió ver una escena que le encogió el pecho como la primera vez.

Tumbada en el sofá, todo lo larga que era, Natalia dormía boca arriba, con una bola de pelo negro acostada sobre el pecho. Sonrió, y acercándose lentamente, tomo al cachorro entre sus brazos, dejándolo todavía dormido sobre su cama que descansaba a los pies del sofá. La morena debía de estar profundamente dormida, pues ni siquiera aquel movimiento consiguió que abriera los ojos.

Con cuidado de no despertarla, se quito los zapatos y ocupo el lugar que previamente estaba ocupando su perro. Tumbada por completo sobre la morena, pudo sentir el calor de su cuerpo, su olor, la suavidad de su piel. Habían sido solo unos días, pero la había echado mucho de menos.

- Pensé que te había secuestrado la mafia rusa y no iba a verte nunca más- la voz medio adormilada y profunda de Natalia la sorprendió desde abajo.

- Ya te gustaría, solo estaba con la Mari- respondió sonriendo, y levantando la cabeza del cuello de la morena se encontró al fin con sus ojos.

- Pues sí, es mi sueño más oculto ya lo sabes, Bowie y yo, y nuestra vida de solteros- ironizo la más alta, mientras pasaba los brazos sobre la cintura de su novia.

- Lo que tú quieres es quedarte sola con él para malcriarlo- murmuro ella, sintiendo que sus alarmas se encendían solo con el contacto de aquellas manos en la parte baja de su espalda.

- Claro, ya tiene bastante el pobre con una dueña sargento- rio ella, y tras aquella broma aprovecho para pegar mas el cuerpo de la rubia al suyo, si es que era posible.

- No te oigo quejarte cuando me pongo sargento contigo en otras cosas- le dijo Alba, con la voz más enronquecida de lo normal, perdiendo poco a poco el control sobre los deseos que se acumulaban en sus manos.

- Ni me oirás, ya sabes que me pone mucho tu tono borde – la morena detecto en seguida aquel juego en su voz, suponía de sobra adonde les llevaría, y no tenía ninguna intención de evitarlo.

- ¿Si? ¿Cuánto te pone?- sobre ella, la rubia aprovecho para incorporarse levemente sobre sus brazos, e intensificar el contacto de su pelvis con la de la otra, que inconscientemente, elevo su cadera en busca de mucho mas.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora