50- Telon de acero.

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A pesar de lo que en un principio se imaginaron, la compañía de aquellas dos mujeres tan distintas resultó ser muy fácil. Bea despedía una prudencia e inteligencia serenas, era amable y conciliadora, hablaba y escuchaba por igual y el diálogo con ella simplemente era cómodo, agradable, fácil. Su contrapunto lo marcaba Laura, que era una versión más madura y refinada de Maria, seguramente por las experiencias y por la diferencia de edad. Era vivaz, inteligente, bromista, clara y trasparente, y no se preocupaba de escandalizar con sus comentarios sino que más bien era como su juego predilecto.

La comida fue agradable y sabrosa, la tarde trascurrió con paseos por los alrededores, partidas de billar y alguna que otra llamada telefónica de las oficinas. Eran cerca de las 21h cuando Laura, que estaba junto a Natalia enseñándole unas imágenes de marquetería del proyecto, anunció que era hora de cenar.

-      Buenooo... chicas, no sé vosotras, pero yo tengo hambre –dijo poniéndose de pie desde el sofá y pasándose la mano por la panza-. ¿Os apetece que cenemos o qué?
-      Por mí lo que queráis, no tengo mucha hambre aún pero me imagino que mientras preparamos algo se me abrirá del todo el apetito –se apuntó la morena que aún estaba sentada en el sofá con el portátil de Laura en el regazo-.
-      Yo me apunto, también tengo hambre –dijo Alba con una sonrisa-.
-      ¡Eh aquí una mujer sabia! –dijo Laura con un guiño mientras se acercaba a donde estaba la rubia-.

Al llegar a ella le pasó un brazo por los hombros.

-      ¿y tú mi amor? –le preguntó a Bea-.
-      Bueno, pues yo como Natalia... así que adelante –dijo Bea acabando de guardar unas fotos de un viaje que le estaba enseñando a Alba-. ¿Qué tienes pensado?
-      Mmmm... ¿en remojo? –sugirió Laura haciéndole un juego de cejas a su mujer-.
-      Jajja... si quieren, por mí estupendo –la apoyó su mujer-.
-      ¿Qué es eso de en remojo? –preguntó Alba a la mujer que aún la tenía agarrada-.
-      Significa que cenamos si queréis dentro de la piscina. Tenemos una especie de buffet flotante y es súper relajante comer en el agua, además así la probáis que es lo que nos ha faltado hoy, ¿no? –le explicó-.
-      ¡Guaaaaaaauuu! ¡Me apunto! ¡Me encanta la idea! –respondió Alba emocionada por la experiencia, se moría por ver aquello del buffet flotante-.
-      ¿Natalia? –le preguntó Laura-.

Esta se las quedó mirando, la idea que se le pasaba por la cabeza a ella era muy diferente al entusiasmo que había manifestado Alba, pues le preocupaba el hecho de estar cerca de ella con tan poca ropa de por medio. Aun así, visto la ilusión de las tres, aceptó.

-      Por mí, bien –contestó finalmente-.
-      ¡Genial! Venga pues... -Laura se miró el reloj de pulsera, y al hacerlo acercó a Alba contra sí, la cual rió por las ocurrencias de aquella mujer-... en media hora todas con el traje de baño aquí, yo voy preparando lo necesario, ¿vale?
-      Vale –contestaron las demás-.
-      Bueno a mí si me sueltas quizá pueda cambiarme... jajajaj... -le bromeó Alba-.
-      ¿Ah pero tú no te vas a meter en bolas? –puso cara compungida-.
-      Más quisieras... jajjajajaj... -le siguió la broma-. Anda quita, Bea tu mujer tiene un peligro que para qué...
-      ¡A mí me lo vas a contar! .. jajajaja... -le confirmó Bea mientras acompañaba a Alba a las escaleras-.
-      ¡Se las sabe todas, tu niña! –le dijo Laura a Natalia que ya estaba situada a su altura-.
-      ¡Ni te imaginas! Nos da mil vueltas, Laura... mil vueltas –le contestó con una sonrisa-.
-      ¡Vayaaaaaaa!... Entonces, ¿pequeñita pero matona? –le preguntó con picardía mientras hacía un dibujo de anatomía de mujer en el espacio, para expresar sus segundas intenciones, a la vez que recorrían el pasillo hacia las habitaciones-.
-      ¡De infarto! –le susurró Natalia en confidencia-.
-      ¡Vayaaaaaa! ... jajajaja... ¡pues cuánto me alegro de haber sugerido ya la piscina! –le guiñó un ojo mientras ambas se reían-.

....
Cuando Alba bajó, Laura y Bea ya estaban manos a la obra en la cocina. Llamó a la puerta para que advirtieran de su presencia.

-      ¿Os puedo echar una mano? –preguntó con una sonrisa-.
-      Sí claro, pasa. Estamos terminando de hacer estas brochetas de carne y verduras. Mira coge estas botellas de aquí y sígueme, vamos a ir montando el acuático –le indicó Bea haciéndole unas señas para que la acompañara-.
-      ¿Y Natalia? –preguntó Laura que estaba al mando de la comida-.
-      Ahora viene, está hablando por teléfono –le contestó y ayudó a Bea en todo lo que le pidió-.

Quince minutos después la morena bajó, miró en la cocina pero allí no había ya nadie, así que se encaminó a la piscina pues suponía que todas estarían allí. Cuando entró en la sala de adaptación a la piscina, notó que el albornoz le sobraba, una música suave sonaba de fondo y se escuchaban risas al otro lado de la puerta acristalada. Vio colgado el albornoz de Alba en el perchero al igual que otros dos, así que imaginó que era allí donde debía desprenderse del suyo. Se lo quitó, un poco incómoda por la vulnerabilidad que sentía.

Nat: Yo no sé como va a salir esto
Conciencia: bien, va a salir bien... tú respira, tranquilízate y a la yugular, como lo hablamos.
Nat: si ya, como hablamos... pero yo estoy como un flan. Mira que empezar el primer día ya cenando en bikini, y delante de gente que acabo de conocer prácticamente.
Conciencia: uyyyy mejorrr... ¿tú sabes cómo estás con eso puesto chiquilla? ¡Se va a cagar! ¡Te lo digo yo!

Ella se dio un rápido vistazo bajado la mirada para verse y se aseguró bien, de que todo lo que la escueta tela tenía que cubrir, la cubriera, luego cerró los ojos y se mentalizó. Por su cabeza empezaron a pasar imágenes de ella siendo mirada lascivamente por otras mujeres, el recuerdo de la caza, ese juego de seducción que sabía dominar bien cuando no existían sentimientos de por medio, la piel se le erizó con el recuerdo de sus travesuras, volvió a respirar y abrió los ojos, una sonrisa pícara y autosuficiente se dibujó en su cara.

Nat: Vale, puedo hacerlo...
Conciencia: ¡esa es mi chica!

La animó su conciencia, y se armó de valor para atravesar aquella puerta predecesora de lo que se avecinaba.

Con las risas y la conversación no la oyeron entrar, pero en cuanto se acercó ya no pudo pasar desapercibida.

-      ¡Siento el retraso! –dijo casi a pie de piscina con su voz profunda-.
-      Ostiaaaaaaaaaaaaaaaa!!! –exclamó Laura en cuanto la vio-. ¡Mi madre!, ¿qué buena estás, no? ¡Joder Bea, ves como tenía que coger la cámara de fotos...! -se quejó como una niña chica a su mujer-.
-      Jajajjaja... si, sólo me faltaba a mí eso, como si no tuviera ya bastante con el póster que agrandaste en la Harley –le recordó Bea y luego se dirigió con una sonrisa amable a la chica-. Tranquila, te estábamos esperando, tomando unos aperitivos mientras tanto.

Alba ni siquiera podía hablar. Allí frente a ella, se imponía como una diosa en un altar, una preciosidad en bikini negro sencillo, pero que le sentaba de forma espectacular. Sin poder contenerse se vio recorriéndola con la mirada de los pies a  la cabeza. Sus piernas largas terminaban en una braguita de talle bajo que acunaba un vientre terso y plano con un coqueto ombligo que ya conocía, el dibujo de sus costillas tatuadas, y ese sujetador de lazo al cuello enmarcando sus pechos sensualmente le hicieron perder toda razón. Al mirarla a la cara se dio cuenta de que Natalia la miraba directamente a los ojos con una sonrisa, el calor pasó de su entrepierna a sus mejillas. "Mierdaaaaaaaaa... que pillada" pensó para sí, sin embargo no sabía por qué, pero no pudo apartar sus ojos de ella.

Bea miró la escena, el embobamiento que tenía Alba era muy distinto al que manifestaba su mujer por Natalia, la sorprendió ver tanto deseo quebrado entre ellas para ser una pareja que tenían donde volcarlo. Sin embargo no dijo nada.

-      Anda entra, que sino éstas te van a consumir de tanto mirarte  –la animó Bea viendo que ni Laura ni Alba reaccionaban mirándola tontamente-
-      Eh? –reaccionó la rubia ante la voz de Bea-. Ah.. jajaja.. es que a mí siempre me deja sin aliento, me tiene tonta perdida.
-      Joder, y con motivo... -dijo Laura que seguía mirando como la chica se recogía el cabello en un moño y bajaba las escaleras para meterse en el agua-.
-      Anda toma –le tendió Bea una servilleta-.
-      ¿Me manché? –preguntó con apuro-.
-      ¡No, es para que te limpies las babas, amor! –le soltó Bea y las cuatro mujeres empezaron a reírse a mandíbula abierta-.

A partir de entonces, todo fue sobre ruedas. La plataforma con la comida, al igual que una especie de bancos firmes que se sustentaban en el agua sirvieron de asiento y mesa para aquella velada tan atípica. Por suerte o por desgracia para Alba, los bancos eran de dos, pero tan justos que sus piernas estuvieron pegadas durante toda la cena, trasmitiéndose calor y proximidad. Para colmo Natalia parecía más relajada que nunca, y contaba anécdotas de su vida riendo con sinceridad ante los comentarios de Laura. Alba la miraba y no podía evitar sentir lo mucho, mucho que le gustaba aquella mujer, tan distante y tan cercana a la vez... tan fría y tan cálida según con quien se hallara.

-      ¿Me ayudas Alba? –le pidió Bea para retirar unas cuantas cosas que habían quedado en la mesa-.
-      Sí claro –dijo rápidamente y bajó del banco para ir con Bea-.
-      Cariño, ve preparando los cócteles ¿no? –le pidió Bea a Laura-.
-      Sí, claro... Anda ven Natalia, vamos a ocuparnos de los licores –la solicitó-.
-      Voy –contestó ella y saltó también del banco para seguirla-.

Bea y Alba recogieron la mesa y a su vuelta, Laura ya tenía preparadas cuatro copas de aspecto tropical y una jarra del mismo líquido con hielo picado esperando de reserva. La música había cambiado, y las luces se habían vuelto azules dando a la estancia un aspecto más íntimo. La rubia se quedó mirando a Natalia que sentada en el taburete de la barra que había a un lado de la piscina, se apoyaba con los antebrazos sobre ella para ver que estaba haciendo Laura. Se la veía, tan... tan distinta, pensaba que era la mujer más sexy y cándida que había visto nunca.

-      ¡Estás loquita por tu niña, eh! –la interrumpió Bea en sus pensamientos-.
-      Eh? –se sobresaltó, luego sonrió y se rascó la cabeza-. ¡Sí, parece ser que sí...! ¿se me nota, no?
-      Bastante, y es maravilloso que en tan poco tiempo de relación como lleváis, tengáis una química y compenetración como la que tenéis... -le dijo Bea-. En realidad me recordáis un poco a Laura y a mí, cuando aún tonteábamos... ¡El amor es algo maravilloso, pero aterra cuando es tan real e intenso!

Alba se inquietó ante aquellas palabras... "¿Amor?... ¿Esto es amor?" pensó para sí, pues aunque ella no lo hubiera vivido, opinaba que la relación que Bea y Laura mantenían era amor, y que Bea comparara la relación que ella mantenía con Natalia con aquel sentimiento, la dejó temblando.

Bea llegó hasta la barra seguida por una Alba un poco inestable.

-      Ya estamos aquí –anunció Bea poniéndose junto a su mujer-.
-      Mmmm... ya era hora, se te echaba de menos preciosidad –le dijo esta mientras la abrazaba y la besaba en la boca-.
-      ¡Eres más aduladora! –le contestó Bea con una sonrisa tras el beso-.
-      ¡Y sincera! –le puntualizó con otra sonrisa y Bea la volvió a besar-. Anda vamos a llevar esto... ¡y tú... que no nos vamos a escadalizar si te la arrimas, que estas más sosa...! -le dijo al pasar a Natalia dándole un empujón hacia la rubia con la intención de que se acaramelaran un poco-. ¡Hay que ver, que mito erótico se me ha caído con esta tímida de Harley, por Dios!... jajaja...

Y se fue riendo acompañada con Bea hacia la piscina, mientras la morena soltaba también una carcajada quedándose frente a Alba.

-      Creo que Laura espera que te achuche un poquito más –le dijo bajito con una sonrisa para que sólo ella la oyera-.

A Alba el pulso se le aceleró en el mismo momento en que extendió una mano para acariciarle la cara recolocando un mechón de su cabello.

-      Sí, eso parece –dijo con la voz apenas audible, pues estaba hipnotizada por aquella mujer-.
-      ¿Albi? –la llamó dulcemente. Esta pensó que las piernas se le reblandecían-.
-      ¿Si? –contestó-.
-      ¡Voy a besarte! –le avisó a media voz-.
-      ¡Vale! –dijo, y el sonido de su corazón golpeando cada partícula de su cuerpo fue lo único que ya pudo escuchar-.

Natalia cruzó dos pasos que le quedaban y la besó en los labios, tímidamente al principio, luego sus cuerpos y sus brazos se adaptaron como si mil veces antes lo hubieran hecho. Sus labios eran suaves y líquidos, Alba cerró los ojos en el mismo instante en que atraparon los suyos, párpados pesados como persianas de hierro oscurecieron su horizonte arrastrándola a un placer sensitivo que le erizó la piel y la hizo gemir ligeramente. Se aferró a aquella nuca ajena, mientras sentía otras manos al filo de su espalda apretándola contra un cuerpo cálido, suave y húmedo. Cuando Natalia detuvo el beso, a ella le costó volver a la luz, al hacerlo unos ojos y una boca con sonrisa dulce la esperaban. Sin querer aquella imagen se le contagió, y se quedó mirándose en aquel espejo de piel.

-      Buenooooooooooo... que te dije que te arrimaras, pero hijaaa... meteros en el agua, que os vais a achicharrar ¿no? –interrumpió Laura desde la piscina sin poderse contener, su sonrisa era tan amplia que Alba se sonrojó ante lo que se pudiera haber visto en aquel acto-.
-      Jajajaja... No creo que el agua, pueda aplacar el calor que esta es capaz de despertar –le contestó Natalia abrazandola por la cintura contra sí-. Además, deja ya de sonrojármela, ¿quieres?
-      Jajajaja... ¡Como usted mande, jefa! –dijo la mujer con una carcajada, aquella chica cada vez le gustaba más-.
-      Creo que no se nos da del todo mal esto, ¿no te parece? –empezó a decirle Natalia a Alba en voz baja-. Anda, vamos al agua, que Laura no se corta un pelo.
-      Sí, claro –dijo Alba algo desconcertada, mientras era arrastrada de la mano por una mujer enigmática que volvía a mostrarle una nueva cara de aquel prisma que constituía-.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora