70- Dos lineas paralelas nunca se tocan

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La actualidad. Casa de Isabelle, una semana después de la conversación.

-Venga, dale... ¿o es qué te pesa el culo? –la azoró la mujer para que corriera más al borde de la orilla-. La última hace la comida, doña culona.
-Joder... -resopló Alba tratando de alcanzarla, mientras la mujer aceleró la carrera separándose cada vez más de ella-.

Admiraba a aquella mujer, su tranquila practicidad, su fortaleza física y mental, su respeto silencioso... Mientras la veía creando distancia entre las dos, pisando la arena como si apenas tuviera resistencia para ella, imágenes del pasado volvieron a su cabeza.

15 años antes...

-Isabelle, no puedo más... -resoplaba empapada en sudor-.
-No me vengas con esas, muévete... otra vez –le exigía ella con dureza-.
-En serio, que no puedo... -volvió a repetirle Alba tomando aire mientras se tocaba dolorida el costado-.

Isabelle finalmente había accedido a enseñarle, aunque con sus condiciones, y una de ellas era un entrenamiento físico durísimo que la estaba matando. Apenas tenía fuerzas ni para andar hasta su cama cuando terminaba el día.

-He dicho que otra vez.... –le exigió nuevamente acercándose a ella-.
-Pero es que no lo entiendo... ¿para qué sirve todo esto? Llevamos entrenando cerca de 2 meses día y noche, y aún no me has enseñado nada, no hemos salido de estas paredes salvo para los recados. ¡Esto es una mierda! –estalló una vez más dándole una patada a una de las sillas, negándose a continuar- Creo que me estás tomando el pelo. Joder

Isabelle se cruzó de brazos mientras esperaba a que bajara la adrenalina, aquella joven era puro volcán en erupción, con un carácter tan independiente y fuerte que apenas tenía control sobre sí misma, y desde la muerte de su madre todo había ido a más y a peor. Cuando Alba se cansó de maldecir, dar patadas y escupir todo lo que se le ocurría, se acercó a la silla que la chica había casi desmontado de una patada, se agachó tranquilamente y la enderezó. Alba la observó con cara de pocos amigos, sin embargo no se inmutó, recolocó las posiciones y se acercó hasta ella.

-Dices que quieres que te enseñe, pero no eres capaz de controlar esta energía ni para tu beneficio, a la mínima que algo no te cuadra estallas, te desquicias... ¿Es así como piensas resolver las situaciones cuando estés con una cliente? ¿Cuándo te pidan algo que no te apetece? ¿Cuándo te topes con alguien que tenga más condición física que tú, y tú estés tan agotada que no puedas manejar la situación con la mente y el cuerpo despejados?... Venga dime, ¿es eso lo que piensas que yo voy a enseñarte, a follar por dinero con y como sea, sin control ninguno sobre lo que quieres o no quieres hacer, con o sin poder estar entera en cualquier momento? Porque si lo que te basta es follar y que te den dinero, te estás equivocando de sitio y yo estoy perdiendo mi tiempo –le dijo con una mirada serena pero firme-.

La rubia calló, aun no entendía nada, pero quería hacerlo así que aflojó.

-No, perdona... tú mandas –le concedió con las orejas gachas-.
-Perfecto. Desde el principio... -le ordenó ella y le dio al play de la cadena de música-.

Alba empezó de nuevo una especie de coreografía con acrobacias que le había marcado. La peor parte era la barra por la que debía trepar y mantenerse, para luego caer en remolino.  Le dolían los muslos de apretar los adductores para sujetarse, en la voltereta final los brazos notaron el cansancio y casi cayó...

-¡No pares! –le gritó Isabelle por encima de la música-. Cuando controles tu cuerpo, comenzarás a controlar tu mente, y con ello tu energía... Necesitas disciplina. Otra vez.

Ella apenas tomó aliento, para volver a empezar hasta que la mujer le dio un alto.

Siete meses después:

Sex education. //Albalia.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin