(( 열 두 ))

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Changbin estaba sentado descansando en el sofá que estaba en el salón, ya que tuvo un agotador día de limpieza semanal. La señora Seo, debido a la edad que tenía, no podía esforzarse más de lo necesario, y Changbin tenía que hacer las tareas hogar en su lugar.

Al chico le extrañó demasiado la ausencia de los demonios, desde hacía un tiempo que no tenía ningún percance con ellos. Lo único que los relacionaba fue aquella vez en el baño, que juró que lo que vio fue real. Se sentía más tranquilo y menos estresado, al fin le habían dado un poco de tregua. Él y su madre intentaron por todos los medios posibles para sacarlos, pero nunca nada funciono cuando debía de ser al contrario. Changbin era un caso especial, algo que jamás había pasado. Normalmente a la gente con demonios, cuando recitaban algunos de los versículos de la biblia ya se iban a regañadientes o algunos, pero con él eso no ocurría. La maldición que poseía era demasiado potente, pero aprendió a vivir con ello.

Estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que su amigo el castaño adicto a las cartas se había colado en su casa de nuevo y lo estaba observando desde hace rato a su lado.

No había notado su presencia hasta que él le besó la mejilla y dándole una colleja asustándolo.

—¡Tu puta madre Felix! ¡Casi me das un infarto! —Se sobresaltó al ver el castaño observándolo como si lo violara con la mirada, el ambiente se había vuelto muy gay.

Se miraron ente sí, el no aguantó y estalló en carcajadas.

—Estabas tan metido en tus pensamientos, que ni cuenta te has dado que llevo aquí mirándote más de una hora. —Comentó burlón— Además ¿en qué estabas pensando? —Preguntó sonriente dándole un leve golpecito al hombro de su hyung.

Se sentó a su lado mascando un chicle con un olor a fresa bastante notable, aquel hedor invadió las fosas nasales del chico antojándolo.

—Nada, sólo que me parece extraño la ausencia de ellos —Respondió con cansancio notable en su voz.

El castaño no había caído en cuenta, ni siquiera se había percatado de ese detalle. Desde la llegada de los hermanos él estaba más feliz y ya no se veía ningún rastro de la depresión qué tenía.

Felix amaba verlo sonreír, escuchar su particular risa.

El muchacho pensó que la causa de su ausencia era que por fin se curó, pero inmediatamente descartó esa idea. Era absurdo, ellos habían intentado hasta lo impensable para curarlo.

Es imposible, lo suyo es maldición, no casualidad... Pensó.

—Creo que están de vacaciones —bromeó intentando consolarlo un poco, se veía decaído y quería levantarle el ánimo— seguramente estarán molestando a otros.

Changbin no estaba muy seguro de eso, pero optó por creer esa hipótesis. Lo sorprendente era que Felix dijera cosas con sentido, siempre lo catalogaron como "un poco tonto" por estar todo el día jugando al fornite en su computadora, pero él sabía que no era cierto.

Felix era casi analfabeto, "casi" porque Changbin le enseñó a leer y escribir, un poco de matemáticas básicas y lo básico de ciencias. Sabía que las causas de sus incoherencias era que nunca fuera a la escuela, por eso nunca lo criticó, sino que lo ayudó. Felix era muy astuto e inteligente, pero si hubiera ido al colegio seguro que hubiera salido médico o ingeniero.

—Tu hipótesis tiene sentido, a esperar a que vuelvan, en el fondo echo de menos a algunos —Confesó cabizbajo pero el castaño la miró mal.

Definitivamente estaba mal, al final después de tantos problemas, unos después les agarras cariño.

la rosa negra »changlixWhere stories live. Discover now