79- Dura como el diamante

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La morena pudo notar como al otro lado del teléfono se estaban pensando bajar la guardia.

- Natalia no puedo... en serio. Ni siquiera a mí ha querido hablarme, sólo sé que quería estar sola. Anda, hazme caso, deja que las cosas se calmen un poco... te garantizo que se solucionará –le aconsejó -.

Natalia se pasó la mano nerviosamente por el cabello mientras andaba de un lado para otro pensando que hacer. De pronto sólo una idea se asentó en su cabeza.

- Dame la dirección de su casa... -le exigió más que pedírselo-.
- Natalia no pue...
- Si no me la das tú, la conseguiré por otro lado aunque tenga que remover cielo y tierra... Alba y yo tenemos muchas cosas que aclarar sin intermediarios, y tú sabes en el fondo que es lo mejor para las dos –le dijo interrumpiéndola-

Maria lo meditó por unos instantes, pero el hecho era que ella estaba de acuerdo con aquello esta vez.

- ¿Tienes donde anotar?.... –le dijo-.

Y lo siguiente fue que la joven llamara a Capde, su chófer, para que la acercara por GPS a la dirección que precipitadamente había pintado con lápiz de ojos en su mano.
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En el apartamento De Alba:

Por enésima vez, escuchó los mensajes que Natalia había dejado en su buzón... el grado de desesperación parecía aumentar en aquella voz a medida que pasaba la noche. Finalmente volvió a cerrar el móvil y lo lanzó a la otra punta de la habitación. "A la mierda", se dijo para sí, y le dio un trago a la botella de ron que había encontrado en la despensa y que iba reduciendo su contenido, poco a poco desde hacía algo más de una hora.

- Conciencia: ¿qué piensas hacer ahora? ¿Beber como una esponja hasta caer redonda? O no, mejor... ¿beber hasta que pierdas el control y acabes follándote a cualquiera, como entonces? Desde luego, eso seguro que te alivia y lo soluciona... ¿no?
- Alba: Ohhh... cállateee –le escupió a su conciencia, aunque empezó a mirar la botella con cierto temor tras recordar cómo solía perder los papeles cuando se emborrachaba-. La he cagado, vale... ¿qué más quieres que diga? Tenía que habérselo contado y no lo hice, pero yo soy así. ¡Joder! No pienso andar justificando cada decisión que tome como si mi vida le perteneciera... Además nunca iba a funcionar, mejor que haya pasado ahora... -el dolor que sentía por dentro, empezó a crear una sobreprotección en voz alta-. En realidad debería darle las gracias a su madre, a fin de cuentas nos ha ahorrado un montón de tiempo en todo esto.
- Conciencia: Puedes patalear todo lo que quieras, blandir tu orgullo e individualidad a los cuatro vientos si te apetece, pero eso no cambiará en nada la realidad... -le espetó su cabeza-.
- Alba: ¿y cuál es la puta realidad, eh?
- Conciencia: que la quieres, que te sientes culpable y que eso que te oprime el pecho no es ira, sino angustia... miedo a perderla, miedo a que la decepción que has visto en sus ojos no puedas llegar a borrarla nunca porque en realidad te gustaría cumplir con sus expectativas, ser mejor de lo que te sientes, por ella. Miedo, porque ahora que sabes que existe, cuando no está te sientes sola y las cosas no alcanzan el color que tienen cuando sois dos. Esa es la realidad, y por mucho que quieras ser quien fuiste, no podrás... la venda ya cayó de tus ojos, puedes volver a intentar apretártela, hacerte la loca cada vez que un rayito de luz se cuele por sus pliegues holgados, pero el precinto jamás quedará como al principio, y lo sabes. Así que... cierra las puertas, sigue en este rincón del salón, acábate la botella de ron y llora todo lo que quieras... pero mañana, si tienes dos dedos aún de cordura, sal a buscarla y soluciona esto.

Ella empezó a llorar, sentía que la cabeza le estallaría pero antes sin duda lo haría su pecho. Entre hipidos volvió a ingerir un gran trago de alcohol, aquel mareo nauseabundo era mejor que pensar... era mejor que sentir.
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- Aquí es señorita Lacunza. ¿Quiere que la espere? –le preguntó su chófer reteniéndola ya con la puerta abierta-.
- No, gracias, te puedes ir –le dijo ella saliendo del coche-.

Capde la miró preocupado mientras se dirigía a la escalera. A pesar de su petición, él permaneció a la espera por si no contestaban en la casa. En la entrada un portero la miró con el gesto fruncido, sin duda lo acababa de despertar, Natalia pareció indicarle a qué habitación quería subir... el hombre se mostró reacio a molestar a la inquilina a aquellas horas. Desde el interior del coche vio como golpeaba el mostrador exigiéndole algo... él finalmente empezó a marcar un número en el teléfono, pero cuando empezó a hablar por él, la morena le arrancó el auricular y sus facciones se compungieron por completo.... Finalmente debieron darle carta blanca, puesto que le dio las gracias al portero y sin esperar al ascensor, empezó a subir a toda prisa las escaleras. Ya no podía hacer nada más, Capde puso el motor en marcha y se marchó, no sin antes obligarse a borrar por completo de su mente aquella dirección.

Y ahora ya si, sin ningun retraso más, que os he hecho bastante caso alargándolo un par de días, mañana si o si, el final. Venid preparad@s 😱

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now