〖Cap.29〗

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«Soy una guerrera
Soy más fuerte de lo que nunca he sido»
Warrior - Demi Lovato

Abro la puerta de mi habitación y un golpe de nostalgia me aprieta el pecho. Meses atrás este era mi refugio de la realidad y de la crueldad de la sociedad. Ahora me daba la bienvenida con los brazos abiertos, luego de acabar mi recuperación.

     Dejo mis maletas en mi habitación y me dirijo al baño, en donde observo mi espejo. Su superficie aún permanecía con un doloroso graffiti, que yo misma había hecho meses atrás. «Fea» «Gorda» «Tonta». Eran las palabras que decoraban el objeto reflectivo. Tomo una toalla húmeda y con una sonrisa melancólica, limpio el espejo hasta dejarlo sin una sola mancha.

     Era algo doloroso el recordar todo lo que yo misma me hice para poder encajar o para castigarme por no ser lo que los demás querían. Resultaba triste mirar en el tiempo y verme llorar por mi cuerpo, sufrir por la comida y alejarme de todos. Es una etapa que deseo no volver a pasar en mi vida. Observo también mi balanza junto al lavado y decido tomarla, la observo con algo de dolor, pero decido que es tiempo de buscarle un nuevo lugar.

     —¿Alguno de ustedes la quiere? —pregunto a mi madre y a Matthew, quienes se encontraban haciendo la cena.

     —Yo me la quedaré —dice mi madre con una pequeña sonrisa. Ella sabía que esto era un gran paso para mí, no puedo progresar si tengo una amenaza tan grande frente a mí. El pesarse constantemente no es una acción sana.

     —Holden te vendrá a visitar después de su competencia de esgrima —menciona Matthew mientras corta un par de tomates para la ensalada.

     —¿En dónde es la competencia? —pregunto algo curiosa.

     —Me dijo que sería en donde ellos entrenan —responde—. ¿Por qué preguntas? —añade con diversión.

     —Creo que saldré —comento algo apenada y ambos ríen con sutileza.

     Vuelvo a mi habitación y prometo en silencio que pronto volveré para poder ordenar mis maletas. Tomo de mi armario algunas prendas, me quito mi ropa y decido acercarme al espejo, dejando en evidencia mi cuerpo casi desnudo. Mi abdomen ciertamente se había hecho más plano, pero eso también implico que mis costillas se notaran más y cicatrices estuvieran presentes por toda mi piel, aspecto el cual no me incomodó, ya que en ellas se veía reflejada toda mi historia.

     Me coloco una falda de cuadros marrones y una blusa un tanto holgada. Por supuesto, me puse un abrigo tipo abierto tejido en color rosa. Finalmente, até mi cabello con una liga y para decorarlo, coloqué un pequeño lazo del mismo color de mi abrigo.

     Una vez lista, salgo de mi casa y me encamino con prisa hasta el lugar en el cual se reciben los entrenamientos de esgrima.

     Tomo un taxi desde las afueras mi edificio y le brindo la precisa dirección del lugar al conductor. Por suerte, no tardamos en llegar.


—Señorita, no puede interrumpir la competencia. Puede esperar allí —indica un señor de cabello negro y finos lentes redondos.

     Me encamino hasta dicho lugar y puedo observar algunas fotografías de personas que han ganado previas competencias, incluso, llego a mirar varios premios que ha conseguido la academia de esgrima a su favor.

     Me quedo quieta al observar una peculiar fotografía. Esta consistía en una hermosa chica de cabello rojizo, contextura delgada y relucientes ojos azules, en sus manos se observaba un arco y su expresión de felicidad, indicaba que había sido la ganadora. La fecha de aquella foto me sorprendió, ya que fue tomada hace más de treinta años. Quise observar algunas fotografías más, pero una campana al fondo me avisó sobre el final de la competencia.

Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora