〖Cap.2〗

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«Siempre estoy tan solo
Incluso estando rodeado»
Worthless - Eli

    Como cada mañana, la ruidosa alarma me despierta de un salto y de forma somnolienta, empiezo mi día. Gracias a una refrescante ducha, logro despertar por completo y me dirijo a mi armario para buscar algo de ropa. Pienso por algunos minutos un par de conjuntos de prendas, pero acabo tomando un pantalón de cuadros en diferentes tonalidades de marrón, una blusa negra y unos lindos botines.

Una vez lista, me dirijo a la cocina en donde me encuentro con Matthew, la persona que ayuda con las labores domésticas en nuestro departamento. Él con una pequeña sonrisa, me sirve un par de panqueques junto a fruta fresca y una bebida de crema.

Cuando acabo mi desayuno, cepillo mis dientes y tomo mi mochila para poder dirigirme a la parada del autobús. En donde, subo a dicho transporte y tomo uno de los asientos del medio para poder ir leyendo.

Al llegar al colegio, como es de costumbre, camino hacia mi salón de clases con la vista entre las páginas de aquel interesante libro que mis manos sostenían.


Sin darme cuenta, la clase comienza, así que guardo mi preciada historia y retiro de mi mochila; mi cuaderno y, algunos plumones y lapiceros, en tonos pasteles.

—Buenos días a todos, hoy tenemos un nuevo compañero —indica la profesora mientras entra un chico alto con una simpática sonrisa—. Algunos ya lo habrán visto por los pasillos, ya que él tan solo se cambiará de grupo por cuestiones personales.

—Holden Collins, un placer —expresa el chico presentándose a la clase con seguridad.

—Busca donde sentarte para poder comenzar la clase —comenta la profesora mientras se sienta detrás de su escritorio. El chico comienza a observar el salón en busca de un lugar desocupado y para mi mala suerte, junto a mí siempre hay uno. Sin embargo, sigilosamente coloco mi mochila en él para que este pareciera ocupado por otra persona. Finalmente, el chico se sienta junto a una chica de cabello rojizo.

Holden parece ser una persona dulce y carismática; no obstante, si algo me ha enseñado la vida, es que las personas no siempre muestran su verdadero rostro en un primer momento. De allí surge, la hipótesis de que las primeras apariencias engañan.

La clase comienza y decido dejar el tema del chico nuevo a un lado, y concentrarme en el mapa del mundo que la profesora se encuentra explicando, ya que estamos en clases de Geografía.

Luego de pasar algunas horas, escuchando sobre los interesantes Andes, el gigante Everest y las impresionantes cataratas del Niagara, acabamos la clase y esto da inicio al receso, en donde como suelo hacer siempre, me encamino a pasar estos minutos debajo de mi árbol.


—¡Delicioso! —expreso en un suave susurro al degustar los emparedados que llevo como merienda. Sin embargo, dicha sensación se desvanece con rapidez, puesto que los devoro tan rápido que acabo con ellos en poco tiempo. Esto es algo de detesto, ya que, aunque no lo parezca la comida puede llegar a ser muy adictiva para mí, cuando algo me sabe bien y disfruto comerlo, en especial si me encuentro sola, me da un impulso que querer acabarlo rápido. Es una reacción que me resulta imposible ignorar.

Después de algunos minutos transcurridos, la campana de la institución suena, para dejar en claro que todos deben volver a sus respectivos salones de clases. A pesar de que volver a entrar a clases, podría llegar a ser algo tedioso; en mi caso, me emocionaba, ya que continuaban las lecciones destinadas a las asignaturas electivas. Y por supuesto, la materia que yo había elegido era arte enfocada en la pintura, uno de mis pasatiempos favoritos.

Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora