〖Cap.9〗

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«Déjame tomar tu mano,
lo haré bien»
Hold on - Chord Overstreet

Holden Collins

     Cuando acabé el día lectivo, tan solo tomé mi mochila y junto a la música que se escuchaba a través de mis auriculares, tomé rumbo a mi hogar. El cual, realmente no queda tan lejos de la preparatoria.

     Camino por las amplias aceras de la ciudad mientras observo todo mi alrededor. La brisa es fría; por ende, no es de extrañarse que las personas lleven grandes abrigos para cubrirse de esta.

     Al llegar al edificio, subo al ascensor y cuando este abre sus puertas, me encamino a mi departamento, en donde mis padres me esperan con una deliciosa cena y un par de alegres sonrisas.


—¿Qué tal el colegio? —comenta mi padre mientras lleva un poco del puré de papa a su boca.

     —Normal, nada interesante —respondo y tomo un poco de comida del plato para saborearlo—. Hoy habrá una fiesta, ¿puedo ir?

     —¿Irás con alguien? —cuestiona mi madre.

     —Estará el equipo y mis compañeros de clase.

     —¿Chloe va a ir? —dice mi padre.

     —Las fiestas no son su tipo de planes favoritos —comento con una pequeña sonrisa—. No me respondieron la pregunta.

     —Ah eso —exclama mi madre—. Claro, no le voy el problema. De todas formas, hoy tengo que reunirme con las chicas —dice mi madre con emoción. Para nadie es un secreto, que mi madre mantiene muy vivo su lado adolescente junto a sus amigas, ya que cada semana se reúnen para contar chismes, comer pizza y ver dramas en la tele. Así que me alegra no estar en casa, podré evitar escuchar los ruiditos y chillidos que suelen hacer.

     —Yo iré a jugar billar. Así que puedes ir —comenta mi padre y le brinda una divertida mirada a mi madre—. Si yo puedo escapar del grupito de chisme, lo más justo es que tú también puedas.

     Luego de que mi padre incitara a una divertida escena entre él y las quejas de mi madre, la cena acaba. Todos ayudamos a limpiar la mesa y posterior a eso, cada uno se dirige a hacer lo que quiera. Mi madre se queda en la cocina preparando todo para sus amigas, mi padre se va a alistar para minutos después, salir del departamento. Por otro lado, yo decido quedarme en mi recámara jugando un rato en la consola, ya que faltan algunas horas para la fiesta.

     Me gusta considerar mi habitación una especie de santuario donde solo estoy yo y mis luces brillantes que decoran cada esquina superior del lugar. Es un espacio pequeño, pero justo para lo que necesito: mi escritorio, varias repisas para colocar videojuegos, mi cama y armario. Es básico, pero confortable.


Pasan algunas horas y luego de acabar varias veces furioso por las partidas, decido comenzar a alistarme para la fiesta. Realmente, no pienso quedarme mucho tiempo, ya que soy una persona que se tiende a aburrir con facilidad.

     Una camisa blanca, un abrigo azul marino y unos pantalones negros, son las prendas con las que decidí ir. Acomodo un poco mi cabello, aunque este suele estar rebelde la mayoría de los días, ya que es un tanto ondulado.

     Acabo colocándome algo de perfume y finalmente, salgo de mi refugio de luces azules claro. Al escuchar ruidos en la sala, intento pensar un plan para escabullirme, ya que no me encanta ver a ese grupo de mujeres, pero realmente no tengo otra salida.

     —¡Holden, cariño! —exclama una de las señoras que se encuentra con una mascarilla hidratante en el rostro—. Ven acá para saludarte.

     —¡Hola a todas! Me encantaría quedarme, pero voy de salida —digo mientras continúo avanzando lentamente a la salida.

Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora