75- Las cuatro patas de mi cama...

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10:00 de la mañana. Sábado.

Desde primera hora de la mañana, el teléfono de Natalia no paró de sonar. Proveedores, confirmaciones de asistencia, reubicaciones de última hora en la cena programada, y principalmente la neurosis de su familia, acabaron por arruinar sus "buenos días" en los brazos de Alba , que un poco apagada por no haber podido contar con ella aquellos días con tanto trabajo, aceptó con resignación y una sonrisa no verla hasta la noche.

- Lo siento cariño... -le decía a pie de puerta, mientras le daba un beso en los labios-. Mañana ya estaremos libres, para hacer lo que tú quieras ¿vale?
- Vale –le contestó la rubia mientras se robaban otro beso-.
- Hasta la noche gatito... -le dijo guiñándole un ojo-.
- Ten cuidado con la moto... -le advirtió ella-.

Y la vio alejarse hasta al ascensor, luego cerró la puerta y se quedó apoyada en ella unos minutos. Secretamente, se sorprendió esperando que Natalia hiciera una de aquellas entradas en las que inesperadamente entraba para abrazarla. Su necesidad de cobijo la alarmó, sacudió la cabeza tratando de alejar los malos pensamientos y se metió en la ducha. Si no iba a verla hasta la noche, no tenía sentido quedarse en aquel apartamento.
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14:00 de la tarde

Alba terminaba de recoger su mesa, pues incapaz de quedarse a solas había decidido ir a la oficina aquella mañana. Recolocó las carpetas de posibles clientes que seguía barajando en busca de una solución menos drástica que la de su contable, sin embargo no era fácil. Mientras cogía el abrigo su secretaria entró en el despacho.

- Alba, Juan está al teléfono –le dijo Luisa-. Le dije que ya te ibas, pero dice que es urgente y que esperabas la llamada. ¿Qué le digo?
- Pásamelo... gracias –le indicó ella que se acercó a su escritorio y descolgó al segundo timbre-. Dime Juan... ¿ya está hecho?.... ¡Estupendo! Ya, ya sé que no era el mejor momento para retirar esa cantidad, pero necesitaba hacer esa transferencia, era importante para mí, no importa como queden las cuentas... No, aún no he tomado la decisión de los despidos, ¿cuánto tiempo calculas que podemos seguir manteniendo la plantilla al completo?... ¿tan poco?... Vale, vale... está bien, sí, tomaré una decisión en el fin de semana, te lo prometo.... No, no quiero que canceles la trasferencia... ese millón no me pertenece, no quiero contar con él, deja el movimiento como está. Lo solucionaré....

Se pasó la mano por el cabello mientras escuchaba los consejos de Juan sobre las medidas que tenían que iniciar si querían no perder el capital de reserva con el que contaban para seguir estando en unos niveles sólidos como empresa. Juan ya se estaba despidiendo de ella cuando lo interrumpió...

- Juan... -lo llamó-.
- Dime –le contestó-.
- ¿Crees que podrías tenerme preparado para esta tarde una proyección si te paso unos datos de ingreso en concepto "espectáculo?" –le preguntó mordiéndose el labio nerviosamente, no podía creer que estuviera tanteando la posibilidad, pero tenía que saberlo-. Tendríamos que camuflarlo en plan tipo vip, ya sabes de lo que te hablo.
- ¿De cuánto hablamos? –le preguntó él tras quedar unos segundos meditando lo que le estaba pidiendo-.
- Aún no lo sé, déjame hacer un par de llamadas y te doy cifras... –le dijo ella-.
- Vale, dámelas cuanto antes... trataré de tenértelo hoy mismo –le contestó él-. Alba, tenemos que tomar decisiones por tu bien y el de tu empresa, ¿vale?
- Lo sé, lo sé... bueno ahora te llamo –se despidió de Juan y colgó el teléfono-.

La chica cogió el móvil y simplemente lo miró durante un rato.

- Maldita sea... -maldijo pero acto seguido destapó el móvil y marcó el teléfono de Maria-.

Quizá había perdido la cabeza, pero sentía la necesidad de valorar todos los frentes antes de decir que no.

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19'00 de la tarde

Natalia terminó de revisar el escenario y la distribución de la cata, con Laura.

- Bueno, pues esto ya está... ya no hay vuelta a tras señorita Harley –le dijo la mujer pasándole un brazo por encima de los hombros-.
- No, parece ser que no... y si te digo la verdad, estoy deseando que todo esto termine ya. Mis padres me están volviendo loca –le dijo ella-.
- Sí, la verdad es que tus padres son un tanto especiales, pero bueno, ya hoy terminamos con todo esto y seguro que nos podemos tomar unas minis vacaciones antes de empezar a exportar estos maravillosos vinos a diestro y siniestro –le dijo Laura con una sonrisa-.
- jajaj... pues sí. La verdad es que estoy deseando pillar unos días libres para perderme con Alba, desde que llegó, entre su empresa y los preparativos de mi presentación, no hemos podido asentarnos. Tengo la sensación de que aún estamos encima de la montaña rusa, y va siendo hora de que nos bajemos para pasear y hablar ¿me comprendes? –le preguntó-.
- Perfectamente. Ya sabes que podéis contar con nuestra casa de la sierra para lo que queráis –le dijo ella-.
- Gracias... pero más bien estoy pensando en enseñarle mi casa de Pamplona, y hacerle un minitour por mis cosas –le dijo-.
- La verdad es que las cosas entre vosotras han ido super rápido, en realidad tenéis muchas cosas que acomodar todavía –la comprendió Laura-. Pero bueno, tenéis tiempo... y después de esta noche, aún tendréis más.
- Sí, eso espero... -dijo la morena, que se había quedado un poco taciturna al pensar, no por primera vez en aquella semana, que aún no conocía casi nada de Alba, ni siquiera, dónde vivía-.

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21'00 de la noche

- Mamá, te he dicho que estaré allí ¿vale? –le contestaba de mala gana a su madre y luego colgaba teléfono-.

Miró por enésima vez el armario abierto, el llegar a casa y no haber encontrado a Alba la había dejado inquieta y el móvil salía fuera de cobertura. La sensación de fugacidad e inestabilidad que había sentido por no poder localizarla se unió a aquella extraña sensación de irrealidad que temía. Sacó el vestido que tenía preparado para la ocasión, algunas de las cosas de la rubia no estaban en el armario, trató de no mal pensar de ello. Apenas quedaba una hora para el acontecimiento, y ella debía estar a las nueve y media allí. Empezó a maquillarse, no tenía tiempo.

De pronto el móvil sonó, rauda y veloz se lanzó a descolgarlo, era Alba.

- ¿Dónde estabas? –preguntó nada más descolgar con ansiedad-.

La rubia se quedó en shock durante una milésima de segundo.

- Hola cariño, primero ¿no? –dijo-.
- Perdona cariño, hola... es que llegué a casa y no estabas, y te llamé y nada tampoco... me puse nerviosa. ¿Dónde estás? –le preguntó tratando de tranquilizarse-.
- Pues en mi casa, para cambiarme. Cómo me dijiste que tú tenías que estar antes allí, pensé que mejor me vestía en casa y ya de allí, Maria y yo iremos a las diez para allá. Te lo dejé todo escrito en una nota en la nevera, cómo tú has tenido todo el tiempo el teléfono incomunicado –le dijo ella-.

Natalia se relajó por completo, mientras hablaban se había acercado a la cocina y allí estaba la letra de la rubia diciendo lo mismo que acababa de explicarle, y con un "te quiero, me muero por verte esta noche con ese vestido" como posdata. Una sonrisa se dibujó en su rostro tras leerlo.

- Perdona cariño, es que me asusté... estoy tan nerviosa, que ya empecé a pensar cosas raras, perdóname –le dijo-. Yo también me muero por verte esta noche.
- Ah, ya veo que la has leído... -le contestó Alba, aunque no le había pasado desapercibida aquella frase de "pensar cosas raras", por lo visto no era la única que aun se sentía insegura y con miedos, aquello la reconfortó-.
- Sí, ahora mismo, y también te quiero, mucho además –le dijo sentándose en la silla de la cocina-. Uf, me he llevado un susto cuando no te he encontrado en casa, tengo unas ganas locas de que termine lo de esta noche, te lo juro.
- Bueno, ya queda menos, así que vamos a ver si lo pasamos bien y luego nos perdemos tú y yo por ahí, ¿te parece? –le propuso ella-.
- Me parece estupendo... es más, si te parece bien, me gustaría llevarte a Pamplona, enseñarte mi casa, mi ambiente, cosas de mi vida... -le dijo tímidamente-. ¿Qué opinas?

A Alba el corazón le empezó a latir, y una sonrisa de calma se empezó a dibujar en su cara. Nunca había querido ser integrada en la vida de nadie, pero el hecho de que fuera la vida de Natalia, la llenó por entero. Se moría por saber de sus cosas.

- Me encanta la idea -le dijo-.
- ¿En serio? –insistió-.
- Claro que sí, ¿por qué piensas que no? –le contestó ella-.
- No, no lo sé... es que como me pediste que fuéramos despacio, y bueno, tampoco es que hayamos hablado mucho esta semana con respecto a nosotras, pensé que quizá te parecía precipitado que empezáramos a integrarnos y que estabas más cómoda con permanecer en este apartamento neutral –le dijo-.
- ¿cómo, cómo? ¿qué es eso de "apartamento neutral"? –le quiso sonsacar Alba, pues empezaba a conocerla y sabía que algo más había detrás de aquel comentario "casual"-.

Natalia no se vio, pero por el calor en sus mejillas, supo que se había puesto roja, sin querer sus inquietudes inconscientes tomaban conciencia en sus palabras.

- Bueno...yo... bueno, me refiero a que este apartamento no es ni tuyo ni mío, y no digo que esté mal así, a mi no me importa si aun no quieres que conozca tu casa, o si no quieres entrar todavía en la mía... en fin... que por mi está bien así, si para ti está bien –aclaró con cierto nerviosismo-.

Alba ni tan siquiera había pensado en ello, había pasado tanto tiempo sin integrar a nadie en su vida, que ni siquiera había caído en la cuenta de que no conocía su apartamento, ni tampoco se había planteado que aquel acto sin duda era importante para ella.

- Nat, perdóname... no, no caí ni tan siquiera en ello. Cariño, ya te dije que yo no sé como funciona esto, pero te aseguro que para nada quiero excluirte de mis cosas, es sólo que no pensé que quisieras conocer mi casa.... –le dijo con sinceridad y un poco avergonzada por no haber caído en la cuenta-.
- No, si no pasa nada.... De verdad –quiso restarle importancia al asunto-.
- ¿Sabes que vamos a hacer? –le dijo en un susurro-.
- ¿Qué? –preguntó la morena notando el cambio de voz-.
- Te voy a raptar esta noche, nada más termine ese pedazo de fiestón que has organizado, y te voy a atar a la pata de mi cama, para que así te quede clarito de una vez que te quiero toda para mí, y que estás de lleno en mi vida –le dijo Alba-.

Fue en ese momento cuándo se le cayeron todos los palos a la cabeza, dejándola con una sonrisa tan radiante que deslumbraba y una cara de idiota que no se le borró ni tan siquiera entre el stress del comienzo de la presentación.

Señoras y señores, mañana el final del fic 😱

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now