61- El Yo inconsciente.

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A partir de aquel momento, hizo grandes esfuerzos por apartar aquellas nubes que se habían posado por su culpa en el cielo de Alba. La envolvió en besos apasionados, en conversaciones jocosas, en aquel tira y afloja en el que la rubia parecía cómoda, hasta que finalmente decidieron sentarse frente al televisor y disfrutar de la programación, pues ninguna de las dos estaba lo suficientemente centrada para ver ninguna película.

-      No me puedo creer que te gusten estos dibujos–le decía Alba, que estaba recostada sobre el pecho de la más alta-.
-      ¿Gumball? ¿Estás de broma?... Si es lo más. El niño pez no tiene desperdicio... -se reía Natalia de la cara de asombro que le ponía ella-. No me puedo creer que sigan repitiendo estos dibujos todavía... los habré visto cientos de veces, aunque con todos esos capítulos extras que les sacaron ya me perdí, la verdad.
-      Eres de un frikie que asusta- le espetó Alba riéndose de ella-.
-      ¿Ah sí?... –le dijo ella con una ceja elevada-
-      Pues sí ... jajajaj... -le respondió-.
-      ¿Y se puede saber si esta frikie puede tener derecho a recibir beso? Porque hace mucho que no me das ninguno- le soltó de pronto-.
-      Jajajja... Tienes un morro -le respondió Alba, aunque el hecho de pensar en aquella boca le producía un escalofrío casi inmediato pues cuando se acercaban no sabían separarse-.
-      Jajja... ¿Y eso que significa? ¿Qué tengo o no tengo beso? –insistió ella-.
-      Me lo pensaré... -le chinchó Alba apartándose-.
-      ¡Ahhhh! ¿qué te lo pensarás? ¡De eso nada! –le dijo Natalia y empezó a hacerle cosquillas a la rubia-.
-      Jajajjaja.... Jajjaja... tramposa jajajajja... ¡no.. jajaj... no se vale! –se quejaba entre risas ella mientras veía como le ganaba terreno-.
-      Jajajja... Eso lo dirás tú -seguía con su tortura-.
-      Jajajja...jajjaja... que me muero jajajaj... -le suplicaba Alba-.
-      ¿Te rindes? –le preguntó-.
-      Jajajjaja... ¡me rindo!...jajaj ... ¡me rindo!... -gritó esperando a que la morena parara-.
-      Decisión sabiamente tomada - respondió Natalia - ¿Ya puedo tener mi beso?

Alba la miró a los ojos mientras recobraba el aliento. Se encontraba recostada sobre ella, pues la había tumbado de espaldas en el sofá y ahora controlaba la situación. El calor corporal de aquella mujer se fue derramando sobre el suyo con sólo tomar consciencia de su presencia. Lentamente acarició la cara de la chica notando como su propio corazón volvía a empezar a galopar ante la expectativa de iniciar lo que hacía horas no hacían. Natalia por su parte también empezó a agitarse notando como sus piernas estaban enlazadas y sus caderas unidas, tragó saliva, no sabía cuánto tiempo más podría esperar antes de que le diera luz verde para poder besarla. Por suerte para las dos, la rubia elevó el troco apenas lo justo para alcanzar su boca, que cayó como en un precipicio, imantada por aquellos labios, sobre el cuerpo de Alba ya sin reservas.

Los besos fueron despertando poco a poco otros instintos, otras caricias... la claridad de sus mentes, se volvió poco a poco pesada como el estado de sus cuerpos invadidos por el calor y el deseo, sólo la necesidad de permanecer estrechamente juntas y entregadas se estableció como premisa de ambas, mientras aquel sofá acogía sus movimientos en un vaivén de manos, besos y ropa hecha girones.

-      Esto no puede ser sano- dijo la morena entre jadeos, mientras sus manos luchaban atrapadas entre la piel de Alba y la camiseta que llevaba puesta- Te deseo tanto, que me duele todo el cuerpo.
-      Pues yo tengo un remedio infalible para eso... -le susurró esta, y volviendo a acallarla con un beso tórrido, consiguió ponerse encima de aquella mujer mientras con urgencia deslizaba una mano experta entre la ropa interior ajena para calmar aquella fuente de dolencias maltrechas-.

Natalia gimió al instante, arqueando la espalda en un movimiento sensual y de total entrega. Alba podía sentirla vibrar en su mano, sus ojos se saturaban de aquella mujer sublime que entrecerraba los suyos para luego clavarlos en ella hablándole con la mirada como nunca nadie había sabido comunicarse con ella antes. Aquella respiración agitándose, se le trasmitía como onda expansiva haciéndola agitarse al unísono, la sentía en todos y cada uno de sus sentidos... su aroma, su sabor en los labios, en sus papilas gustativas... sus oídos estaban llenos de los tonos ambivalentes de aquella mujer, que tenía la piel tersa y suave hasta la locura. La acarició, como si en cada gesto fuera capaz de acariciar milímetro a milímetro un trocito de cielo, y ella respondió entregándoselo con generosidad a pesar de sus riesgos.

-     Alba... -susurró su nombre, sintiendo que el cuerpo le estallaría en mil pedazos-.

Esta sabía que volvería a ser espectadora activa de aquella amalgama de colores en los que la morena se teñía cuando se desbordaba. Se alzó estrechamente sobre ella, la necesidad porque sintiera que estaba con ella era todo lo que pedía... Natalia volvió a susurrar su nombre, dejando tras los sonidos de su voz, un placer inusual en el cuerpo de la rubia... entonces ocurrió, aquellos gemidos, aquel temblor, aquel terciopelo cálido entre sus dedos y aquellos dedos y brazos que se aferraron a su cuerpo con una fuerza tan dolorosa como cándida y necesitada. Natali muriendo y renaciendo, y Alba... tan rendida ante la naturaleza con que la envolvía, que ya no era consciente de dónde se terminaba su "yo" individual, y donde empezaba aquel otro "yo" que había despertado o creado en ella.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now