60- Servicio de habitaciones.

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Al entrar vio que no se había molestado en rehacer la cama, lo cual le pareció una magnifica señal, escuchó el sonido del agua y supo que se estaba duchando, así que colocó la bandeja en una de las mesitas, abrió un poco para ventilar la habitación y acomodó la ropa de cama que estaba hecha girones. Se apartó y contempló la imagen, satisfecha cogió unas cuantas galletas y entró en el baño.

-      Servicio de habitaciones... -anunció risueña, mientras se zampaba una galleta-.
-      Ehhhhh... ¿qué estás comiendo? –le preguntó acusadoramente Alba tras escuchar aquel sonido crujiente-.
-      Jjaja... una galleta, ¿por qué? ¿es que quieres? –se rió y le enseñó una galleta juguetonamente en una mano, mientras ella terminaba de comerse la suya-.
-      Pues claro que quiero, estoy muerta de ham... bre... -empezó a decir, pero casi se quedó muda cuando la mujer sin quitarse ni la camiseta ni las bragas se metió directa en la bañera- Estás como una cabra.

Le dijo y una sonrisa visceral empezó a dibujarse en su cara, ante una Natalia empapada y radiante, que sostenía una galleta a salvo del agua.

-      Bueno, estaré como una cabra, pero soy la que mantiene seca y a salvo tu galleta, así que... ¿qué me das a cambio de dártela? –la retó tras echarse el pelo mojado hacia atrás, y conducir a la rubia un paso para atrás a fin de que no cayera el agua sobre ella y poder hablar-.

Alba sintió como sus sentidos volvían a ponerse febriles ante aquella mujer. Si la dulzura de la morena le traspasaba el corazón, aquella travesura suya la ponía del revés y le encendía la sangre hasta la ebullición. Jamás hubiera pensado que aquel estado fuera posible, y es que sentir que con aquella mujer el deseo y los afectos no tenían límites, le estaba quitando completamente la razón.

-      ¿Y bien? –volvió a preguntar lanzándole una mirada lasciva a los labios de la rubia.

Alba le aguantó la mirada, notando como cada vez el agua le parecía más caliente y el pulsos se le aceleraba. "Esto es una locura... lo que me hace es una locura" pensó para sí.

-      Bueno, si no te decides, me la como yo... -dijo Natalia y se dispuso a comerse la galleta-.

Entonces ocurrió, Alba  atrapó su brazo parándolo a mitad de camino. Natalia se giró sonriente para mirarla, y al ver en su rostro de nuevo la pasión un escalofrío de emoción la recorrió.

-      Creo, que la tuya ya te la has comido... -le dijo con la voz algo oscurecida-

Y sin apartar los ojos de ella, condujo la mano de ésta hacia su boca... mordió la galleta, Natalia se quedó tonta mirando como se la comía, hasta que tras terminar el último bocado, se quedó con la mano de la morena entre las suyas, la miró y comenzó a besar su palma, sus dedos... la imagen sensual de Alba con los ojos cerrados besando cada centímetro de su mano, la excitó de inmediato, pero no fue hasta sentir la humedad de su boca chupando su dedo corazón que las piernas no le fallaron...

-      Ohhh... Dios... -gimió y se sujetó con la otra mano en los baldosines-.

A la rubia se le dibujó una sonrisa malvada en el pecho tras escuchar aquella victoria. Liberó el dedo de la chica y con travesura le dijo...

-      Bueno, estaba muy rica la galleta pero creo que ya se terminó... -le dijo seria y le dio la espalda simulando que prefería seguir duchándose-.

Natalia sintió como su cuerpo se quebraba en dos con aquel "stop" frío e inesperado. Por un momento su cabeza dio vueltas como si reviviera un hecho pasado, sus fuerzas flaquearon. Tomó aire y repasó la espalda desnuda de Alba con la mirada, tratando de poner orden en aquel caos que ese juego lascivo había provocado en ella. De pronto recordó el fuego en los ojos de la rubia y una luz volvió a darle cobijo... supo con certeza cristalina que en esta ocasión estaba frente a una igual, que no era Virginia con sus juegos depravados de control en los que disfrutaba llevándola a un límite cada vez mayor para luego castigarla sin saciar lo provocado... supo que con ella, jamás se sentiría incomprendida ni sola.

Alba esperó, empezaba a tardar demasiado en mover su ficha en aquel tablero, se empezó a preocupar. Justo antes de que se girara para ver qué pasaba, volvió a sentir aquella boca sobre su hombro, aquel pecho contra su espalda, aquellos brazos rodeándole la cintura...

-      Por un momento, me perdí... y tuve miedo –le dijo de pronto Natalia abrazándola con fuerza-.

Ella se estremeció, se volvió para mirarla lentamente y vio que en los ojos de la morena algo se había teñido de pronto.

-      ¿Qué ocurre? –le preguntó, la angustia por sentir su velo de tristeza era mayor que la de su deseo sin lugar a dudas-.
-      Ella solía tratarme así... -dijo con amargura y cierta vergüenza-.
-      ¿Así cómo? Nat no te entiendo.. ¿qué pasa? –insistió ya preocupada por el temor que veía en los ojos de aquella mujer-.

Natalia se abrazó a ella, le daba aún mucha vergüenza su pasado y ante ella se sentía más desnuda de lo que jamás podría reconocerle a nadie. Alba le sostuvo el abrazo, esperando a que aquellas nubes pasaran de largo, besándole la cara y acariciando aquella espalda de camiseta mojada que ya no despertaba su deseo sino su necesidad de protegerla.

-      Virginia solía excitarme hasta el límite para luego golpearme con su frialdad... disfrutaba de aquel rol de poder, y por un momento, cuando te giraste y me diste la espalda... algo en mí se confundió y creyó ver lo qué ella me hacía... pero no, eres tú, eres tú... -le dijo sumergida en su piel, aferrándose como loca a su cuerpo para no dejarla marchar nunca-... tú nunca harías algo así. Perdona... perdóname.

Alba comprendió todo en un segundo, la ira por querer arrancarle el pelo de cuajo a la zorra de Virginia se arremolinó en su interior, entremezclándose con aquella necesidad imperiosa de cuidar y colmar de ternuras a la mujer que tenía entre sus brazos. Finalmente, Natalia ganó en aquel duelo de sentimientos y empezó a besarla en la cara y a estrecharla con fuerza.

-      No tengo nada que perdonarte, y sí, yo nunca te haría algo así... así que olvídalo cariño, no dejes que esa zorra vuelva a influir en tu vida ¿vale? –le dijo y ella la miró y asintió con la cabeza-. ¡Esta es mi chica! Vamos a secarnos y así desayunamos más galletas de esas, ¿quieres?
-      No.. –dijo de pronto cogiéndola de la mano en cuanto vio que se separaba de ella-.
-      ¿No? –preguntó extrañada Alba, pero la miró y esperó a que hablara-.

Natalia se puso roja de repente ante los ojos de la chica, sabía que la magia había sido rota por aquel momento de duda existencial que había tenido, pero ese hecho no había aplacado aún al estado de su cuerpo. Alba observó su rubor, su mirada esquiva, y entonces comprendió, que aunque aquella mujer ya no se fuera desmayando o le fuera subiendo la fiebre, seguía siendo la misma persona que necesitaba de tiempo para reequilibrarse cuando la excitación la inundaba y no encontraba escapatoria.

-      Quiero decir, que mejor ve saliendo tú, yo me quedo un poco –dijo finalmente todavía sin ser capaz de mirarla mucho tiempo a la cara-.

Una sonrisa dulce y de comprensión se posó en el rostro de la rubia... estaba claro que no le diría ni le pediría nunca, lo que ahora mismo le sucedía y necesitaba. Se acercó hasta ella, y le levantó el mentón con una mano. Natalia la miró a los ojos, y se quedó paralizada por el ¿amor? que creyó ver en ellos, pero fue un breve instante, apenas medio minuto, antes de que volviera a besarla y con dulzura extrema volviera a inundar su cuerpo de aquella sensación furtiva que terminó por hacerlas correrse una en manos de la otra.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now