❝¡Yoongi Hyung!❞ » YoonMin #1

Hoseok y las pastillas rosadas

Jimin vio como Hoseok sacaba de su bolsillo un frasquito con algo dentro. Abrió el pequeño bote y sacó unas pastillas de color rosa, el menor quedó fascinado y decidió ir a tomar una cuando el botecito fue a parar sobre la mesa.

No quedaba nada, faltaba tan poquito y tendría esas pastillas en sus manitas cuando sintió unos brazos fuertes rodear su cintura y luego todo se puso de cabeza.

—Minnie ¡Hora de tu baño!– Yoongi exclamó y le dio una nalgada, algo costumbre en él.

—¡Pero hyuuuung!

El pelirosa bufó y vio como lentamente esas rosadas bolitas se alejaban de él.

Primer intento: fallido.

...

Allí estaban, solas, sin nadie que las custodie. Era el momento perfecto para atacar si no fuera porque estaban tan altas que el pequeño Jimin no llegaba a tomarlas.

Frunció el ceño y decidido agarró una silla y la puso de manera que quedara frente a la alacena. Su metro sesenta no le impediría tomar sus preciadas bolitas rosas.

Se estiró tanto hasta poder alcanzarlas y cuando creía que lo había conseguido, se cayó.

El golpe de su traserito chocando contra el piso alertó a Yoongi quien llegó corriendo junto a Hoseok. El pelirosa estaba de brazos cruzados y con un puchero en sus labios.

—¿Minnie?– pregunto Yoongi.

—Yo quería las bolitas pero estaban muy altas– dijo en tono de niño pequeño.

—¿Bolitas? –esta vez fue Hoseok quien habló– ¿Dices mis pastillas? No puedes tomarlas Jimin.

Y otra razón más para odiar al tonto cabeza de flama.

Segundo intento: fallido.

...

Esta vez se fijó detenidamente en que el botecito estuviera a una altura considerable. Ya había tomado una ducha así que Yoongi no lo molestaría en su misión.

Se agachó y fingió estar en una película de acción, pasando alrededor de las sillas, quedando atascado algunas veces y rodando debajo de la mesa para llegar hasta el lado donde se encontraban las pastillas.

La tercera era la vencida.

Abrió el bote con una sonrisa de oreja a oreja. Agarró una pastilla y cuando iba a dejarla caer en su boquita, oyó la voz de Hoseok gritando su nombre.

—¡Jimin! No puedes comer esas pastillas ¿Acaso no entiendes?

—¿Por qué? Tonto, tonto...– le saco la lengua y volvió a imitar la acción anterior.

Hoseok le arrebató el frasco y las bolitas.

—¡Cabeza de flama! Déjame comer una de tus bolitas rosadas.

—No Jimin, esto es un medicamento y, a menos que tengas lo que yo, no puedes comerlas.

Sin decir nada más se retiró de la cocina dejando a Jimin de brazos cruzados.

Tercer intento: fallido.

Maldito Hoseok y sus pastillas rosadas.