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Otro capítulo, voy a tratar de actualizar mañana pero no hay nada asegurado, sinceramente no planeo nada de lo que escribo, simplemente surge en el momento ❤ gracias por los votos y comentarios y todo 🌹 cualquier duda dejenla en los comentarios y voy a responder ❤

Los pequeños pies de Paxton tocaron el suelo al bajarse del sillón con un brilló de determinación en sus ojos jóvenes. Astyrian lo siguió con la mirada, sacando lentamente al gato de su regazo.

—¿A dónde vas?

—A dónde vamos —respondio Paxton, con malicia y sonriente.

Astyrian inclinó un poco su cabeza, tratando de comprender a su hermano.

—Pero se supone que debemos quedarnos aquí para ir al campo —replico, con un puchero y descontento por desobedecer las órdenes de su madre.

Paxton caminó en dirección a la escalera, tal y como esperaba su gemelo siguió sus pasos, no era por curiosidad o por diversión. Los gemelos siempre habían estado unidos por más que un lazo de hermandad, nunca se separaban y siempre tenían la necesidad de estar cada uno cerca del otro.

Había una puerta pintado de rosa pálido al final del segundo piso, afuera estaba el nombre pintado de blanco "Adalana Averley".

Paxton empujó un poco la puerta, pero dio un pequeño salto al escuchar la exclamación de su hermano.

—¡¿Qué hacemos aquí?! —se alteró Astyrian—. Se supone que no podemos entrar a la habitación de Ady, no podemos despertarla.

Paxton lo miro sobre su hombro, una sonrisa de diversión se instaló en sus labios.

—No te preocupes, nadie tendrá que preocuparse de que se despierte nunca más.

Astyrian no había entendido la pregunta, pero se encontró fascinado al entrar en la habitación de su hermana pequeña, lo tenía prohibido por su madre ya que la habitación de la niña estaba impecable y limpia, algo que los gemelos podrían arruinar fácilmente.

Había una cuna de color blanco al centro de la habitación, adornado con perlas reales y pequeñas, un suave tul azulado cubría al rededor de la cuna.

—Ady —tarareo Astyrian, corriendo hacia la cuna, sus pies se sacudieron con emoción cuando corrió un poco el tul.

Había una niña, de aproximadamente dos años acostada boca arriba y con un chupete entre sus labios. Su cabello eran tan rubio que era casi blanco, piel de porcelana y mejillas abultadas levemente sonrosadas.

Su pequeño cuerpo estaba adornado por un vestido rosa y llevaba zapatitos blancos, lista para dar un paseo. Una cinta de color azul sujetaba sus rebeldes risos.

Astyrian chilló de felicidad y emoción al ver al bebé, se pegó a los tubos de la cuna tanto como pudo, estiró su brazo y acarició la pequeña mano de Adalana.

—Es tan pequeña —comento, con admiración.

Paxton en cambio no hacía lo mismo, giro sus pequeños ojos y negó un poco con la cabeza, la pequeña niña no tenía ningún efecto sobre él.

Siempre lloraba, se quejaba y atraía la atención de los demás. Desde que había nacido, su madre y su esposo peleaban todo el tiempo, atrasando la diversión de las salidas familiares.

Paxton no podía dejar que eso siga pasando, creía firmemente que todo volvería a la normalidad si la presencia de Adalana desaparecía.

—Desearia poder abrazarla.

Paxton puso sus ojos en blanco nuevamente, el no entendía la necesidad de su hermano de hacer eso. Tan extraño y asqueroso, además la niña vomitaba todo el tiempo. ¿A quien le gustaría tener vomitó de bebé sobre su cuerpo? No a Paxton.

Si Astyrian la seguía tocando, el bebé despertaría y su plan no solo fracasaria, si no que su madre los iba a regañar por estar donde no deberían.

—Si vamos a salir, Adalana necesitará un abrigo.

Astyrian levantó un poco su ceja con sospecha, su hermano nunca se preocupaba por su querida Ady, si dependía de Paxton, el dejaría que la niña pesque una hipotermia.

Pero tenía razón, Astyrian se alejó de la cuna y camino hacia el armario, agarrando un pequeño banco para poder revisar los abrigos con altura.

Paxton tenía una información que su hermano no, si quería que su plan funcionará, necesitaba estar más cerca de la niña aunque eso no era lo que quería.

Él cuidadosamente saco la traba que sostenía una de las paredes de la cuna, información que su madre no sabía que el conservaba.

Él la vio, realmente la vio por primera vez, era pequeña y inocente.

Pero eso no cambiaba nada.

Todo mejoraría, se convenció, mientras tomaba la almohada que reposaba en los pies de la niña.

Astyrian pensó cuidadosamente cual de todos los abrigos combinaría con el vestido rosa, tal vez uno blanco o su color preferido, azul.

Encontró uno perfecto, era de un color extraño y claro, giró sobre su eje para contarle a Paxton lo que había encontrado pero su cuerpo se paralizó al ver a la escena frente a él.

Había recordado, su madre le contó que todos los seres humanos tenían un corazón que hacía que el cuerpo funcione en gran parte, si se detenía, moriría.

El sentía esa sensación a pesar de que nunca la había experimentado, que esa precisa parte de su cuerpo estaba detenida. Pero si así era, ¿Por qué seguía vivo?

No se habría dado cuenta muchos años después, pero en ese preciso momento él deseaba estar muerto.

No podía hacer nada, más que quedarse parado y mirar. Algo en su mirada se rompió, al igual que en su alma y su corazón. Sentía las lágrimas acumularse detrás de sus ojos, pero se negaban a salir a la superficie.

No cambiarían nada.

Sintió su muñeca ser tirada, Paxton lo estaba sacando de la habitación, él estaba diciendo algo pero Astyrian no podía escucharlo.

Su hermano lo obligó a sentarse devuelta en el sillón, Astyrian se quedó mirando el suelo, sin ningún tipo de expresión o emoción mientras Paxton lo miraba con sospecha.

Paxton estaba complacido, mientras se recostaba contra Astyrian sentía que un gran peso había sido sacado de sus hombros. Todo mejoraría ahora, no había más nada de que preocuparse.

No fueron hasta media hora después, que un fuerte grito sofocante femenino proveniente de Marylin retumbó en las paredes de la mansión Brycer. Llenó de dolor y seguido de un llanto desconsolado.

Horas más tarde, Adalana Averley Brycer había sido declarado muerta por causas naturales y desde ese día todo había cambiado.

GEMELOS MALDITOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora