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—Esta es la sala de ciencia, la de carpintería, está otra es la de música —la voz de Paxton era tan monótona que Clover estuvo a punto de dormirse.

La escuela era enorme, con unos largos cuatro pisos. Paxton se sabía cada aula, que función cumplía y que numero tenía sin necesidad de fijarse en las chapas. Todos los estudiantes o maestros que pasaban por su lado sonreían en su dirección como si el fuera alguna especie de pan navideño.

—Bueno, puedo mostrarte la biblioteca más tarde o donde hacemos los deportes, no tenemos tanto tiempo hoy —hizo una mueca—. Pero mí parte favorita de la escuela es el salón de junta.

—Ese nombre suena tan fascinante como jugar al Sudoku.

—Creo que el Sudoku no podría ser tan divertido como escuchar los discursos de Paxton.

Clover se giro para ver de quien provenía la voz. Había una chica alta, de cabello rojizo oscuro que llegaba perfectamente alisado hasta sus hombros adornado con un flequillo recto. Su sonrisa iluminaba las facciones delicadas de su rostro y su tez oscura era perfectamente lisa.

Paxton se veía menos que emocionado mientras miraba a Kiara Jonese, él alzó una de sus cejas y rodó sus ojos mentalmente.

—Clover ella es Kiar Jon —la voz de Paxton no era emocionada—. Jon ella es Clover. Nueva estudiante.

Clover sonrío pero sabía que esa sonrisa no llego a sus ojos. Kiara hizo lo mismo, pero luego su atención se enfoco en Paxton.

—Es un placer —expreso Kiara con monotonía. Miró a Paxton con ojos expectantes—. Me enteré de que darás el discurso en contra del suicido.

Paxton sabía que a pesar de que odiaba a la mayoría de personas de la secundaria, no podía expresar ese odió. No iba con su imágen y con lo que debía transmitir.

Kiar era altamente distinguida entre los estudiantes, resaltaba por sus discursos y los logros que eran admirados por los directivos. Paxton sentía que entre ella y él siempre había una eterna lucha silenciosa.

—Eso es correcto, supongo que cubrirás un tema social en otro momento.

Kiara no dijo una palabra, solo sonrío como si se estuviera conteniendo de algo. Clover no sabía si estaba muy paranoica pero las palabras de Paxton parecían tan sarcásticas como poco creíbles.

—En realidad, yo también hice uno —finalmente Kiara habló. Rodeo a ambos y sonrió con dulzura hacia Clover—. Buena suerte en tú primer día.

Clover miro por donde se había ido Kiara, ella tenía una apariencia alineada y adulta mas que nada en su decidida forma de caminar. La sonrisa de Paxton era tan tiesa que Clover juró que su ojo títilo a causa de la ira.

—Wow, note un poco de tensión allí —insinuó Clover, moviendo sus cejas de arriba abajo—. ¿Acaso sacaron tú ego del cielo y lo tiraron a tierra firme?

—Si fuera de esa forma no estaría ofendido que fuera Kiar quién lo haya hecho —el mintió.

—No te preocupes —dijo Clover, tratando de luchar con la sonrisa que tiraba de sus labios—. Ella ya lo hizo. O déjame adivinar, ¿Durmieron juntos?

—Dios, no. No vuelvas a decir eso.

—¿Por que no? Ella es bonita —halago Clover, recordando la belleza de Kiara.

—Hay muchas cosas que me tienen que gustar de una persona mas haya de su apariencia física para que llame mí atención y tener un contacto sexual.

Clover parpadeó, quedándose estática mientras sus ojos rodaron por todo el pasillo y luego finalmente cayendo en Paxton.

—Es el siglo veintiuno, todo el mundo tiene necesidades.

GEMELOS MALDITOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora