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—Breyson, no creó que ésto tenga sentido. No pude encontrar nada válido hasta ahora —dijo Clover, a través del teléfono—. Creó que lo más inteligente es seguir adelante y dejar que las cosas fluyan.

Breyson gimió del otro lado de la línea, sus minutos en el teléfono se estaban terminando antes de que su llamada sea rastreada. Pero no podía expresar todo lo que tenía para decir en tan poco tiempo.

—Por favor, no me digas que también té lavaron el cerebro —la voz de Breyson sonó casi suplicante—. No puedo dejar que las cosas fluyan si no puedo caminar libremente sin que todos piensen que soy un asesino.

Clover se sentía mal, la culpa la estaba carcomiendo. Sentía que no podía ayudar a la causa por la que Breyson requería ayuda. Por más que encontrará las pruebas que el quería, no quería jugar a los dos bandos.

Quería marcar sus prioridades, quería que el problema de Astyrian se solucione para que pudieran seguir adelante. Pero también quería ayudar a la situación de Breyson, no para culpar a alguien, pero si para que el tenga una vida.

Pero todo se estaba complicando. Ella sentía que estaba entrando a un terreno en donde no tenía ganas de estar.

—Escúchame, dame tiempo. Tengo una situación ahora pero si todo sale como me gustaría, sé cómo ayudarte —esperanzo Clover, recostando su cuerpo contra un auto del estacionamiento—. Solo debes confiar en mí, escondete todo el tiempo que puedas. Prometo que te ayudaré.

Breyson suspiró pero acepto la oferta, se despidió con sequedad de Clover y ella se mantuvo con el teléfono contra su oído, a pesar de que la línea ya se había cortado. Se sentía fatal, pero no había nada que pudiera hacer al menos en ese momento.

Un mensaje iluminó la pantalla, era de Astyrian.

"¿Qué te está tomando tanto tiempo?"

Clover sonrió mientras regresaba al gimnasio de entrenamientos. Localizo a Astyrian, quién llevaba puesto un casco y su ropa de béisbol. Clover lo convenció de que finalmente el retomará algunas costumbres de su vida cotidiana.

Él posicionó el bate sobre su hombro acercándose a Clover, le dio un ligero beso en sus labios.

—¿Entonces? —ella preguntó, alcanzando hacia el una botella de agua.

Astyrian negó un poco, con el ceño fruncido y un ligero puchero en sus labios.

—Bueno después de entrenar treinta minutos seguidos llegue a la conclusión de que apesto en esta mierda —el soltó un respiro de frustración—. No debí abandonar el béisbol como un idiota pero supongo que esa es la manera en la que actúe. Entonces no acepto mis propias quejas.

Clover apretó sus labios, dirigió su mirada a todas las pelotas blancas esparcidas por el suelo. Luego miró a Astyrian, quién estaba mirando al bate de béisbol con algo de recelo.

—Vamos, inténtalo una vez más. Quiero verlo.

Astyrian la miró con ojos dudosos, haciéndole una pregunta con su mirada que Clover solo contesto alzando sus cejas. Finalmente el cedió,  parándose sobre la marca y alzando el bate.

Clover espero a que la máquina lance la pelota, se refugió detrás de la reja para evitar que la pelota entre en contacto con su rostro.

Miró a Astyrian, a pesar de que su postura era buena. Lucia totalmente incómodo y tensó en ese momento, tenía su labio inferior apretado bajo sus dientes. Apretaba el bate tan fuerte que la palma de sus manos estaban pálidas.

La pelota blanca sé expulsó de la máquina, Astyrian movió sus brazos y le pegó a la bola. Demasiado fuerte. Una ventana de vidrio sellado bajo el techo, que no estaba para nada cerca del suelo se desmoronó en pequeños pedazos cuando la bola lo atravesó.

GEMELOS MALDITOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora