47.- Anestesia (Sirius Black)

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Abrí mis ojos totalmente perdido. Desorientado. Por un momento creí que mi madre entraría a mi habitación a regañarme por despertar tan tarde. Pero mi entorno no se parecía en nada a mi habitación en el número 12 de Primmauld Place. Aquí las paredes eran blancas lisas y junto a mí había una pequeña mesita sobre la cual reposaba un florero con tres rosas rojas. Traté de moverme y me di cuenta que me encontraba totalmente inmovilizado. Entré en pánico cuando mi mente me trajo al presente. Las imagenes llegaron como ráfagas a mi memoria: Voldemort, Mortífagos, Orden del Fenix, habíamos sido capturados, Rose estaba muerta y Ayra...

- ¡Ayra! - Traté de gritar pero más que nada salió un grito ahogado ya que me di cuenta que mi nariz y mi boca estaban cubiertas por un artefacto de vidrio.

Mis manos y mis piernas estaban atados a la camilla en la cual me encontraba recostado y muchos cables salían de mis brazos y dorso de mis manos.

Comencé a agitarme y un ruido muy particular, como un leve pitido, comenzó a acelerarse y a emitir un sonido más fuerte aún.

¿Donde estaría mi varita? ¿Donde estaba Ayra? ¿Cuánto tiempo llevaba en este extraño lugar?

Me faltaba el aire. Comencé a marearme. Sentí una puerta abrirse de golpe.

¿Serían mortífagos? ¿Estaba capturado?

- ¡Oh por Dios! - Escuché la voz de una mujer acercarse. La sentí a mi lado y la miré, estaba toda vestida de blanco - ¡No, no! Cálmese jovencito.

¿Que me calmara? ¿¡Quién era ella!? Cada vez me costaba más respirar.

- Vamos, tranquilo - Hablaba con voz serena mientras yo no paraba de moverme para poder salir de ahí.

Vi que apretó unos botones en una extraña máquina a mi lado y pronto mucho aire comenzó a salir por el artefacto que tenía en mi nariz y boca.

- Tranquilo - Repitió una vez más, posando una mano sobre mi brazo derecho y la otra en la maquina de los botones - Inhala, exhala. Hazme caso. Inhala, exhala.

Abrumado, seguí sus instrucciones ¿que otra opción tenía? Pronto, pude respirar mejor, el aire avanzaba hasta mis pulmones sin problemas. El sonido acelerado se disolvió, cambiando por un pitido que sonaba al mismo tiempo que los latidos de mi corazón.

- Muy bien, muchacho - Me felicitó la extraña señora - Mi nombre es Norma. Soy la enfermera encargada de tu bienestar. Estás en el hospital San Peter. Llevas aquí cerca de dos semanas.

Habló todo pausado, esperando que mi confusa mente lo pudiera entender y así aclaró parte de mis dudas, pero no las más importantes.

Volví a tratar de moverme pero seguía atado. Miré a la mujer a los ojos.

- Quiero...

- ssshh.

Pero me silenció, acariciando suavemente mi cabello

- No te esfuerces. Pronto te vendrán a ver. El joven que ha estado a tu lado salió por un café. Nadie creyó que sobrevivirías pero yo tenía mucha fe ¿Sabes?

Era mucha información para procesar. Pero realmente lo único que me importaba en ese momento era saber donde estaba Ayra.

La puerta de la habitación volvió a abrirse y entró un hombre moreno y alto con un café en su mano. Su rostro me recordaba mucho a alguien pero no podía saber a quien en ese momento.

- ¿Despertó? - Su expresión cansada cambió a una sorprendida y acomodó el café en un mueble que no había notado hasta entonces. Se acercó rápidamente a mi camilla. - ¿Puede hablar? - Le preguntó a la señora como si yo no hubiera estado ahí.

MERODEADORES: Historias de amor y guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora