Una tarde sólo vasto una tarde para que dos corazónes quedarán flechados para siempre.
Watari nunca se imagino que su niño que daría flechados de una simple chica que era su ayudante en la cocina, el sabía su oscuro secreto pero nunca dijo nada.
Ser un detective no es tarea fácil, no es muy fácil socializar con cualquier persona, no es fácil confiar en alguien y sobre todo no es fácil enamorarse.
El estaba enamorado, ella estaba enamorada, sus sentimientos eran mutuos pero no podían estar juntos.
-Tengo un secreto que te he guardado por mucho tiempo L, soy hija de un shinigami, por eso mis ojos rojos, yo se tu verdadero nombre- ella estaba destrozada lloraba sin parar, el solo la miraba escuchándola y procesando todo- te juro que nunca diré nada por el amor que te tengo.
El es el mejor detective que el mundo ha visto.
Ella aparenta ser una chica comun, pero es hija de un shinigami, un dios de la muerte.
El se enamoró tanto como se enamoró de sus pasteles, ella sabía que su amor no podía ser pero aun así lo intento
-No podemos estar juntos entiende
- Hay que intentarlo- lo miraba con esos ojos rojos tan intensos, ella sabía su verdadero nombre pero una dijo nada solo para protejerlo.
Cuando L "murió" ella quedó devastada, ella nunca dijo su verdadero nombre, perdió a las dos personas en la tierra mas importantes que tenía.
Watari que fue como su padre y L que fue y será su verdadero amor.
Ella no sabia de la mentira así que una vez terminado todo ella se marchó de Japón se fue a vivir a Londres donde jamás contó lo que había vivido.
L la siguió sólo que ría estar con ella vigilandola, hacia pequeños casos fáciles mientras ayudaba a near y en las noches la vigilaba a su gran amor que nunca podría ser.
