41- Demoler una montaña

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La rubia la miró, no la entendía muy bien. No podía imaginar qué podría hacer Virginia estando ella presente. Sabía que Natalia no soportaba las escenas, pero eso no era suficiente para ponerla así y era lo único que veía que Virginia podría hacer.

- No va a pasar nada Nat, ¿me oyes? –le dijo con firmeza, cogiéndole la cara entre sus manos porque aquella mujer parecía fuera de control-. Lo único que puede hacer es montarte una escena, y yo estoy contigo, no va a pasar nada.

Natalia negó con la cabeza, escondiéndose tras la figura de la chica para que la otra mujer no la viera.

- No, no, no puedo enfrentarme otra vez a ella...-decía, no se sentía con fuerzas-. No, no, dejes que se acerque Albi, no quiero que me toque.
- No se va a acercar cariño, nadie te va a tocar -le aseguró-.
- Sí, sí lo hará.... Ella sabe hacerme saltar... -se quedó blanca-. ¡Ya viene!
- ¡¡¿Qué?!! –se sobresaltó Alba, que se moría por girarse para ver qué pasaba, pero que sabía que no podía darle aquella ventaja a Virginia de saber que estaban hablando de ella-.

Natalia empezó a convulsionar delante de ella, a Alba se le rompieron todos los esquemas. No podría controlarla con palabras, parecía que la imagen de su ex anulaba todo lo que había conseguido tener con Natalia, incluida su confianza. Por como agachó la mirada, Alba supo que Virginia seguía avanzando hacia ellas.

"Diosssss.... ¡Esto no puede estar pasando!...", pensaba mientras su cabeza trabajaba a un ritmo vertiginoso para encontrar una salida. Entonces Natalia echó un paso hacia atrás, ella no podía permitir que Virginia ganara aquella batalla, si la morena perdía la confianza en sí misma jamás la recuperaría. Con el corazón desbocado y como  "a cámara lenta", Alba cubrió el paso que había retrocedido y buscó con certeza la boca de Natalia, que en cuestión de segundos se notó aplastada contra la pared, con el cuerpo de Alba fuertemente apretado contra el suyo para que no se cayera. "Si va a pasar algo, es mejor que sea por mi culpa" pensó la rubia para sí, mientras la abrazaba sin poner freno a lo que estaba a punto de hacer.

Natalia sintió su lengua explorándola, los ojos se le cerraron y el mundo empezó a desaparecer a su alrededor, tembló. Alba apretó con más fuerza estrechándola con sus fuertes brazos. El agua empezó a emanar en la boca de las dos, en aquella entrega que ya era mutua.

La morena sintió como la flacidez de sus músculos, dejaba paso a una tensión conocida. Alba sintió que se desataba lo que llevaba una semana conteniendo. Sus manos se posaron en el culo de la chica y lo estrujaron pegándola más contra sí, está gimió en su boca ante aquel gesto.

"Perdóname" pidió en silencio, y deslizó con urgencia una pierna entre las de Natalia notando como sus caderas se encontraban. Ella gimió de nuevo, envuelta por la sensación de aquella boca experta, aquellas manos aferradas a su anatomía y aquella pierna que accionaba entre las suyas el detonador de su ser. Los brazos de la navarra reaccionaron y la abrazaron mientras la danza de sus lenguas proseguía. Natalia acarició con sus dedos aquella nuca sensible, lo que provocó en la rubia un escalofrío que la guió a morderle la boca... Las dos gimieron y sus manos empezaron a desesperar. El huracán estaba ya entre las dos, Natalia pareció cobrar vida de repente y sus manos empezaron a buscar piel, Alba entonces se dio cuenta que empezaba a perder el control de la situación.

Sutilmente cambió de posición para poder ver si Virginia seguía por allí, pero no había rastro ya de ella... en cambio otras personas las miraban, mientras Natalia se enzarzaba lamiéndole el cuello. Ella miró al techo al sentir aquel cosquilleo. "Ayyy madreeee.... ¿Por qué no me harás esto en casa?" pensaba para sí, sabiendo que le tocaba poner fin a aquella locura.

- Nat ... -la llamó en un susurro tomado-... mmmmmmmm

Alba no pudo decir nada más, la chica cubrió de nuevo su boca con gran pasión y se vio de cazadora a cazada por la destreza de los besos de aquella mujer, que ahora era la que la aplastaba contra la pared a ella. Se derritió en aquella boca y aquellas caricias que sentía como una tortura que no quería detener, entonces fue cuando la morena alcanzó su teta, estimulándola con la palma de la mano.

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