Cap. 3: Cool World

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Narra ______

¿Qué rayos hacía él aquí? Primero en la escuela de mi hermano y luego aquí en el concierto. Demonios. Ahora él lo sabe. Sabe mi secreto y mi amor por Red Velvet. ¡Me vio llorar! Mostré debilidad frente a él, no puede ser. Había olvidado por completo que él estaba a mi lado junto con su hermana menor.

Joder.

Quería morir. Ese chico -que por cierto, desconozco- sabe mi debilidad hacia Red Velvet. Tendría que hacerle una enorme amenaza para que no hable y le diga a los demás en la escuela. Tenía que mantenerlo callado aunque sea unos meses mientras planeo como enterrar un cuerpo muerto de un adolescente de 1,76cm.

El concierto había terminado y lloré como magdalena al saber que tendría que esperar otro concierto en unos meses más. Me ponía triste que no vería a mis ídolas otra vez en un buen tiempo.

Lo cierto es que Red Velvet eran las únicas que me alegraban el día -aunque no lo parezca- y son capaces de sacarme más de una sonrisa, y no olvidemos la paz interior que siento al escuchar la voz de Son Wendy.

Abandoné a mi grupo favorito saliendo junto con el resto de gente. Justo en frente estaba aquel chico con su hermana, que si mal recuerdo se llamaba Min Yoo. La llevaba de la mano mientras soltaba lágrimas por no querer irse. La comprendía, no me iría con un imbécil como él después de que la abandonó.

En la noche no pude dormir. Pensaba una y otra vez en ese chico. Joder, ¿Cómo hago para que cierre la boca? ¿Cómo hago para que olvide lo que vio? Sentía los sentimientos fluir como a los de una quinceañera. Temor, angustia, enojo, odio y otros más que me eran imposibles de identificar. Ese imbécil debería comenzar a tenerme miedo si no quiere que le envíe una pierna por correo a su madre.

El insomnio era parte de mí, así que me amanecí toda la noche y dormí solo 35 minutos que se sintieron como 5. Mi garganta ardía y sentía que no tenía voz. Eso me pasa por gritar como loca sin medir mis acciones.

Mamá había dicho que se haría cargo de Jun, así que no tuve la responsabilidad de ayudarle a vestirse como lo hacía los otros días. Tuve suerte, pues solo tomé de la leche de fresa que quedaba en el refrigerador. Es mi favorita así también lo es la de banana.

Al llegar a la escuela, mis sentidos se agudizaron. La suerte era parte de mí, nadie se atrevía a acercarse a menos de 10 metros, así que no debía hablar. Nadie notaría mi voz afónica y ronca más que mi madre y mi hermano. Ah, y también al imbécil que tenía que amenazar. Al parecer no le había dicho nada a nadie aún, así que me sentí aliviada.

Cuando lo vi caminar y observarme un poco temeroso, supe que él ya sabía lo que se venía en unos segundos. Me acerqué hasta él y lo vi temblar y tragar saliva, pero él hizo como si nada de aquello ocurría. La placa en su saco me hizo leer su nombre, había descubierto su nombre. Ahora tenía una amenaza si es que abría la boca.

Carrapeé cuando estuve cerca de él. Lee Jae No, ese era su nombre. —¿Podemos hablar?

—¿Disculpa? —fue lo que él respondió. La boca se me hizo algo seca y veía la necesidad de beber agua pronto, y no lo haría si el idiota de Lee Jaeno me hacía perder el tiempo.

—Ugh. —bufé y luego lo arrastré recibiendo varias miradas de curiosos por el pasillo mientras arrastraba a Jaeno hasta llegar lo más alejada del gentío.

—¿Por qué quieres hablar conmigo? —ahora él se hacía el desentendido. Al menos estaba haciendo algo bien.

—Escúchame, escoria. —mi amenaza sonó poco intimidante debido a mi ronca y diminuta voz. —Le dices a alguien sobre lo de ayer y te juro que le enviaré a tu madre tu cuerpo partido por mitades por el bendito correo. —tosí y él se cacajeó. ¿Se estaba burlando de mí?

—¿Eres así con toda la gente? —preguntó y yo lo observé confundida.

—¿Acaso no entendiste lo que dije? —estaba comenzando a perder la paciencia debido al tonto con nariz de de tucán, pero dejé que soltara sus últimas sonrisas.

—Claro, lo entendí. —dijo sonriendo. Su sonrisa parecía cómica y sacada de un animé mal hecho. Sus ojos no se veían y me pareció ver a un cachorro en lugar de un humano, ¿Acaso es normal?

—Bien. No abras la boca y quédate callado. —me estaba costando hablar y mi garganta pedía a gritos agua.

—No lo haré. —dijo. Quise sonreírle, pero yo no hacía ese tipo de cosas, así que me alejé sin siquiera soltar un gracias. No se lo merecía y no lo haría luego de amenazarlo. —Oye, espera.

Lo ignoré y caminé aún más rápido al escuchar sus pasos apresurados a mi lado. —¿Qué quieres?

—¿Por qué te gusta Red Velvet? —preguntó. No lo golpeé porque sentí pena de hacerle la nariz mas grande.

—No te metas en mis asuntos. —le dije alejándome lo más rápido de él.

Su actitud me hacía recordar a mi hermano menor, él siempre es feliz y finje que nada le ofende. Es como si fuese de piedra, pero feliz. Siempre alegre sonriendo tiernamente a pesar de tener una madre prostituta y un padre al cual nunca conoció. Aunque mi hermano era más tierno, y este chico era un mezcla de tierno con un perro mal hecho y desfigurado con nariz de tucán. ¿Su madre no tuvo compasión de hacerlo tan feo?

Pobre de él. Aunque fue lindo de su parte haberme sonreído luego de que haya escuchado todas las mierdas que dicen de mí. Son ciertas, eso de la madre prostituta, la mancha en mi presentación escolar, golpeo a las chicas y a los chicos. Ya saben esas cosas.

Bueno, lindo sonó asqueroso. Así que le diré agradable.

Little Little |Lee Jeno (NCT) & Tú| Where stories live. Discover now