Alba le sonrió mientras se llevaba las manos a la cintura antes de contestarle.

- Mi ropa, melona... ¿no pensarías que hablaba en serio con lo de antes, verdad? –le dijo-.

- ¿A no? –sonrió Natalia que estaba aliviada, pero a la vez quería seguir bromeando con ella-. ¿Entonces no hay esposas ni consoladores ni disfraces ni porras ni nada de nada?

Alba vio Maca esbozaba una mueca en forma de "puchero", como si fuera una niña pequeña a la que se le ha prohibido la diversión de ir al parque de atracciones.

- jajajjajaj.... –se rió, aquella mujer era imprevisible, y le encantaba. Se acercó hasta a ella y le susurró-,  ¡todo se andará, pequeña, todo se andará...!

Y diciéndole aquello le dio un pequeño azote en el trasero que la dejó tiritando durante minutos enteros, mientras ella no dejaba de reírse y de colocar cosas en el armario comentando la cara que había puesto.

Cuando terminaron de arreglar las cosas que había, decidieron que ya era muy tarde para salir a la calle. Así que para sorpresa de Natalia, la otra chica decidió cocinar.

Mientras la acompañaba en la cocina, Natalia descubrió que no sólo tenía todo tipo de conversación, sino que además le encantaba andar entre fogones, y que era capaz de elaborar platos con los que ella se relamió. Cerca de las once de la noche, ambas se sentaron en el sofá a jugar con el portátil De la Morena, que tenía un juego interactivo de "Cultiva tu cerebro"... cada una jugaba una partida y Alba se picó enseguida, porque el puto juego le había dicho que tenía una cerebro de alguien de 60 años.

- ¡Pero qué me está contandooooooo! –gritó cuando aquel bicho le soltó aquel mensaje en la pantalla-.

- jajajajjaja.... ¡pues mira que te conservas bien, eh! –se burló de ella-.

- A ver dame... que eso es porque tú me estás desconcentrando –le dijo la rubia y le arrebató el portátil de las manos-.

Natalia se deleitó en mirarla, mientras una valenciana totalmente concentrada se resistía a admitir que su cerebro estaba en desuso.

- Lo ves, ya te dije que no era posible... estoy oxidada, pero no tanto... -le indicó mientras le señalaba un mensaje donde la máquina le decía que tenía el cerebro de alguien de 40 años, cinco más de los que tenía ella realmente-.

Alba la miró a los ojos, estaban oscuros e indescifrables.

- ¿Qué? –le preguntó-.
- No entiendo por qué haces esto por mí... -le dijo Natalia con sinceridad-.

Ella estuvo a punto de decir que por el dinero, presa del pánico que sentía, pero no era cierto, por dinero no hubiera llevado ropa al apartamento de ninguna otra cliente ni tampoco su cepillo de dientes.

- Me importas, me siento bien ayudándote... no es tan grave –le contestó encogiéndose de hombros para restarle importancia-

- ¡Te lo agradezco mucho, quiero que lo sepas! Sé que no sueles dormir con tus clientes, y te agradezco de veras que pases ese tiempo conmigo... realmente lo necesito –le dijo ella-.

- ¿Porqué no puedes dormir? –le preguntó deseando descentrar la atención sobre lo que ella hacía o dejaba de hacer de forma habitual-.

- Empecé a tener trastornos del sueño cuando mi relación con Virginia comenzó a ser problemática, pero en realidad el insomnio se agravó un año atrás, más o menos, desde que rompimos del todo –le dijo-. No pienso en nada en especial, simplemente no puedo dormirme o si lo hago me desvelo incontables veces.

- ¿Y por qué cuando dormimos juntas si puedes? –le preguntó Alba, pues era una forma de que se planteara las cuestiones en voz alta-.

- ¡Por tu olor! –contestó sin dudar-. Me tranquiliza tu olor, no sé por qué, pero me tranquiliza saber que estas ahí.

"Diossssssss míoooooooooo de mi vida.... ¿esta iba, pa "Don Juan" .... O es que se ha propuesto que se me caigan las bragas?  Porque vamos, yo bajo el pijama no llevo naaa"... Alba se agitó sin esperárselo, jamás pensó que unas palabras tan simples hicieran bailar tanto su corazón.

- ¡Entonces estaré! No me gustaría que esta cara tan bonita sufriera de ojeras por mi culpa... -le dijo y la acarició-.

Natalia se sorprendió, pero no tiritó, esta vez recibió la caricia sobre su cara con aplomo y sonrió agradecida.

- Ah por cierto, que sepas que he batido tu record –le dijo tratando de desviar la conversación hacia algo menos íntimo-.

La morena se asomó a la pantalla, y en el apartado de memoria, Alba había alcanzado una puntuación más elevada que la suya.

- ¿Cómo lo has hecho? –le preguntó con el ceño fruncido-.
- ¡Oh pequeña, te falta mucho por aprender!.. .jajja... -se burló de ella-.
- ¡ah sí!... ¡ah si!... jajja... ¡ya verás! ¡Trae aquí el puto chisme! –se picó con ella, y cogió el ordenador para tratar de superar la puntuación de la chica en memoria.

Tras varios intentos, tuvo que resignarse a que Alba la venciera en aquel apartado. Hablaron de que al día siguiente tendría que ir a ver algunos clientes, y de que la rubia no podría verla hasta después de la cena, pero no le explicó los motivos, y ella tampoco preguntó porque de momento no quería tener más información al respecto. Tras un poco de juego y charla, ambas se fueron a la cama. Llevaban al menos diez minutos en la oscuridad cuando Natalia la llamó.

- ¿Duermes? –le preguntó muy bajito-
- ¡No! –le susurró Alba que como estaba de espaldas a ella se giró para ver lo que quería-. ¿Por qué? ¿te pasa algo?
- No nada... sólo que... - no se atrevía a pedírselo-.
- ¿Sí? –la incitó a seguir-.
- Me gustaría abrazarte –le dijo-.

"Diosss ahora la que no va a dormir soy yo, ya verás..." pensó Alba cerrando los ojos, porque aquella voz la traspasaba una y otra vez.

Natalia empezó a ponerse nerviosa, no le decía nada así que pensó que quizá había pedido más de lo que le estaba permitido. Pero entonces Alba salvó la distancia que les separaba, y pegó su espalda contra el pecho y su cadera a la de aquella mujer, que sintió tiritar por el firme contacto.

- Entonces abrázame –le susurró la rubia y elevó la cabeza un momento para dejar un beso en la mejilla de aquella mujer que aún no podía moverse-. ¡Buenas noches gatita!
- ¡Buenas noches, Albi! –le dijo ella-

Luego se acomodó, acoplando sus brazos, sus piernas y su cuerpo al de Alba. Durante algo más de un par de minutos, su cuerpo no dejó de tiritar. La rubia creía que se volvería loca si aquella mujer no se tranquilizaba, pues ya bastante alteraba estaba ella por la situación. Luego sintió la nariz de la morena hundiéndose en su nuca, un suspiro profundo, y un estrechar de sus brazos...  se le paró la respiración, nadie antes la había abrazado con tanta necesidad. La respiración de Natalia poco a poco se fue volviendo relajada, sin embargo su corazón galopó atemorizado durante horas.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now