19- Romper los esquemas.

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"¿Qué coñooo estaba haciendooo?"... paró el coche en doble fila, incapaz de prestar atención al teléfono y a la conducción al mismo tiempo.

- ¡Hola!... ¿Albi? ¿Estás ahí? –le preguntó viendo que de su teléfono no salía ningún sonido, por un momento pensó que se había cortado y ya iba a matar a Marta, que no dejaba de reírse mientras le tapaba la boca con una mano-.

- Sí, claro... es que estaba aparcando... ¿Cómo estás? –Alba quería preguntar otras cosas menos propias de ella, pero se contuvo orgullosa-.

- Ahora que me llamas mejor -dijo sinceramente y su sonrisa se ensanchó-.

- ¡Ohhh por favorrrr! –se escuchó de fondo a Marta que tenía los ojos vueltos de la risa-.

- Vete a la mierdaaaa quieresss... -la voz de Natalia fue un ligero susurro, Alba imaginó que había tapado con su mano el auricular, mientras le decía aquello a una tercera persona-.

Luego escuchó el sonido de una puerta, y el silencio entre las dos.

- Perdona, perdona Albi... es que estoy con una amiga, y se ve que hoy era el día de divertirse a mi costa, lo siento –le explicó y se dejó caer en la cama para disfrutar de aquella mujer en privado-.

"¿Una amigaaaa? ¿Qué claseee de amiga?... ¡Dios, no me estará tomando el pelo, no??"... Alba sintió que algo no iba bien en su estómago.

- No, tranquila... sólo te llamaba para decirte que esta noche no va a poder ser –había decidido llamarla para lo contrario, pero aquel pellizco le hizo replantearse la situación en el último segundo-.

Natalia no pudo decir nada, se quedó muda... "¿Pero... pero... por qué?... ¡te necesitoooo! ¡quiero verteee! ¡Oh por favor!"... las súplicas de la morena eran urgentes aunque no las expresara con palabras.

- ¿Nat? ¿Estás ahí? –esta vez la que preguntó fue la rubia -.

- Sí, claro –le dijo, porque aquello era todo lo que alcanzaba a decir-. Bueno, espero que te diviertas con tus amigas, ¿ya me llamas tú, no es eso?

El desasosiego de la navarra se había vuelto en una ira-celosa contenida. Alba supo que le había hecho daño en cuando escuchó aquel tono gélido.

- Sí, te llamaré... pero tú también puedes hacerlo si... -no pudo terminar la frase-.

- Tranquila, estaré bien. Disfruta de tu velada, nos vemos –y colgó el teléfono-.

Alba se quedó idiota frente al sonido de corte de llamada, jamás le habían colgado el teléfono de aquel modo, y si lo habían hecho alguna vez, desde luego no le había importando tanto como en aquel instante.

"¡¡Imbécil, imbécilll.... Ibas a dormir con un ángel!! ¡llevas dos días queriendo que venga! ¿¿¿Y ahora vas y por unas risas con una tipa le dices que noooo??? ¿pero tú estás bien? ¡Dioooossss.... Si eres la reinaaaa de la seducción, es tu PUTO TRABAJO, deberías haberte plantado allí y llevártela a tu terreno! ¡GILIPOLLAS!"

Y con aquel pensamiento retomó rumbo hacia casa de su amiga para evitar darle vueltas en su cabeza.

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Cuando la vio salir de la habitación, la diversión se esfumó de pronto.

- ¿Qué ha pasado? –le preguntó Marta preocupada-.
- ¡Oh, nada! ¡Tenía otros compromisos!... Mejor, así arreglo todo este puto desastre –dijo, pero evitó mirarla a los ojos-.

Marta se agachó a ayudarla con unos libros, porque parecía que no quería hablar del tema.

- ¿No, no habrá sido por mi culpa no? –se atrevió a preguntarle -.

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