Alba se giró de pronto, no podía creer lo que le estaba soltando.

- ¡Tú estás mal eh! –le dijo-.

- Mal está mi culo, mira que cardenal me ha salido joder... me empotró contra un estante y me lo clavé entero... jajajajjajajaj –le soltó mostrándole el cardenal-.

- jajajajja... ¡Diosss! ... ajsjjsjaja ... ¡Yo no sé cómo me junto contigo! –le soltó Alba de pronto-. Anda súbete los pantalones, cochinaaa...

- jajjajajaj... bueno y ¿tú?... ¿me lo vas a contar o qué pasa? –le dijo subiéndose al banco de cocina mientras terminaba de ordenar la fruta-. ¿Estuviste con la motorista buenorra todo el tiempo?

Maria empezó a mover las cejas en aquel juego infantil que tanto le gustaba. Alba se le quedó mirando y se puso frente a ella.

- Sí, he pasado la noche y el día con ella –le dijo y una sonrisa sin precedentes se le dibujó en la cara con picardía-.

- ¡Joderrr que me deslumbras!... jajajjaja... -se rió de ella y Alba le atizó con un paño de cocina-.

- ¡Venga ya bicho! Jajjaja... -le dijo-.

- Bueno, ¿y? –quiso saber su amiga-.

- ¿Y qué? –se hizo la despistada-.

- ¡Mierda, que me lo cuentes! ¿Ya te la has tirado? –le dijo, pues a ella le gustaba pensar que las clientes eran simples mujeres a las que seducían y con las que se acostaban-.

- ¡No seas burra! –le regañó frunciendo el ceño-.

- O sea, que no... -le dijo sonriendo-.

- Yo no he dicho eso tampoco –le espetó levantando una ceja-.

- ¡Hostiaaaaaaaaaaa.... Ha habido temaaaaaaaaa! ¡Cuenta, cuenta! –se relamía pensando en lo que sería estar en el pellejo de Alba, Natalia le parecía de lo más sexy-.
- jajajjajaj... ni de coña –le dijo-.

Alba no solía hablar de lo que pasaba entre sus clientas y ella, sólo había una excepción y era Maria. Era su única confidente y le permitía el derecho de escuchar, aunque sin detalles importantes, los actos que protagonizaba.

-       Oh vamos..... –ella se bajó de un salto del banco de cocina y la abrazó pasándole los brazos por el cuello-... Sólo lo imprescindible, ¿si?

Alba no podía resistirse a aquella gamberra con patas. Sin querer se le contagió su sonrisa malsana.

- ¿Qué es para ti lo imprescindible? –le preguntó con la ceja alzada -.

- ¿Te la tiraste? ¡A qué sí! –le dijo feliz con la idea-.

- jajaja.... ¡No, en realidad se me tiró ella a mí! –le dijo con maldad-.

- ¡Coñoooo... no jodas! –Maria había dado un salto hacia atrás de la impresión-.

- No, sí yo no jodí... me jodió ella y bien... ¡Madre mía, pero qué estoy haciendo! –se llevó las manos a la cara medio muerta de risa, medio apabullada todavía por los acontecimientos del último encuentro-.

Maria estaba de una pieza, se le acercó y le quitó las manos de la cara... luego le miró de un modo raro.

- ¿Qué? –preguntó Alba-. ¿Qué pasa?

- ¡Te odio! –le dijo de pronto con un brillo en los ojos-.

- jajaja... ¿por qué? –le preguntó ante aquella cara de pocos amigos-.

- Porque tienes dibujado en la cara el "orgasmo del año"... ¡guarra! –le dijo ella-.

Y las dos rieron como locas, porque era cierto. Mientras duró, Alba había muerto de placer entregada a aquella boca divina.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora