- Joder, ¿y eso cómo se come?... jajajajja...-se quejó, aquella mujer tendría que ayudarla un poco-. Nat vas a tener que confiar un poquito más en mí, ayer las pasé putas con tu reacción, necesito tener información para la próxima vez , ¿vale?

Ella la miró a los ojos, Alba tenía razón... intentó concentrarse en su sonrisa amable, respiró y continuó.

- ¡Está bien, perdona! -continuó-. Vamos a ver, si a lo que te refieres es a que si me desmayaba antes, o si siempre he tenido reacciones de rechazo ante la proximidad física, no, antes no me pasaba. Ya te dije que tuve una mala experiencia, y no estoy preparada para hablar de ella ahora mismo.

Alba captó su nerviosismo, y decidió reconducir el tema.

- Vale, ya hablaremos de eso en otro momento. Centrémonos en lo que nos interesa, cae por su peso que estas "reacciones" como tú las llamas, te ocurren en cuanto hay posibilidad de sexo –dijo siguiendo el razonamiento de lo que sabía-.

- No siempre –la interrumpió-.

- ¿No siempre? –"¿coñooo hay posibilidad?..." se animó la rubia-.

Ella se puso un poco colorada ante la sonrisa pícara de la chica.

- Bueno, quiero decir que sí, que cuando peor controlo la situación es cuanto más me acerco al acto íntimo, pero normalmente no es sólo por el sexo, ocurre siempre que me excito con alguien aunque no vaya a ver, ya sabes... contacto –dijo sin dejar de jugar con el césped, incapaz de mirar la reacción de Alba -.

"Ainsss... ¿me hechas un polvo que te cagas y ahora te me pones roja?... yo te como"... pensó esta, pero trató de camuflar la sonrisa idiota que le acababa de aparecer en la cara cuando se atrevió a mirarla de nuevo.

-grggr ... -carraspeó-. Entonces, cada vez que te excitas, vale. Cuando me comentaste que con gente alrededor lo controlas mejor es porqué... -la animó a que continuara ella-.

- Porque me siento más segura, y también me da más vergüenza. Supongo que mi educación y mis roles sociales, me ayudan a controlarlo –le dijo-. Me cohíben en cierta medida.

- Bueno, entonces no te va el sexo público... ¡una pena! –soltó Alba y ella se sonrojó como un tomate-... jajajja... perdona, es broma, mejor, mejor. Bueno a lo que íbamos –prosiguió Alba-, entonces ya tenemos claro que en público controlas mejor tu excitación, y que cuando la cosa se pone muy caliente pues como que te me desmayas... vamos que no hemos adelantado nada que no supiera.

- Lo siento -se disculpó ella por ser tan compleja-.

Alba le sonrió tranquilizadora.

- No importa, tranquila... Bueno y, ¿qué pasa con tu rechazo a que te toquen? –le preguntó directamente-.

- ¿A qué te refieres? –la miró-.

- Bueno, es evidente que a veces me permites tocarte y otras no. Al principio lo achaqué a que estabas bebida, por eso de que te tranquilizas y demás, tema que ya abordaremos... pero luego me sorprendes despertándote abrazada a mí, me abrazas por la espalda para despedirnos, me tiendes la mano... me pides que te abrace para dormir...

Alba se le quedó mirando a la espera, estaba claro que también estaba meditando en ello, por lo visto no había sido muy consciente de aquellos actos.

- Supongo que cuando me relajo o me siento a salvo no reacciono igual –le dijo sinceramente-.
- Define a salvo -le pidio ella-.

Natalia estaba empezando a sudar, no le gustaba nada pensar en ello.

- No lo sé, Alba -le dijo nerviosa-.

- Oh, sí lo sabes, inténtalo -la animó-.

- ufff... -lo meditó, cogió una piedra que tenía al lado y empezó a jugar con ella intranquila, luego continuó-. Me imagino que es porque me siento a salvo del deseo, cuando hay una familiaridad no pienso en el deseo que siento. Con mis amigas, mi familia o mujeres que no me interesan no me pasa, puedo abrazarles, tocarles, no soy tan rara... es sólo cuando estoy con mujeres a las que me apetece tocar, si soy consciente del deseo que me despiertan no puedo casi soportar que me toquen, pero si no pienso en ello puedo estar cerca de ellas, tratarlas de un modo natural.

"Ayyy Dios... que no le voy a poder echar un polvo en la vida..." pensó Alba meditando aquellas palabras.

-  Entonces no te pasa con todo el mundo, bueno quiero decir, no con todas las mujeres, ¿no? –lo dijo en voz alta solo para reafirmárselo a sí misma-.

- No, no con todas, sólo con las que me interesan o me excitan –le dijo-.

- ¿Y yo te intereso o te excito? –dijo Alba y sin querer se encontró con aquellos ojos tan puros que dolían-.

- Es evidente que las dos cosas, sino no hubiera podido hacer lo de anoche –le dijo con honestidad-.

"Mierda... ¡me ha matao!"... se quejó Alba mentalmente.

- Explícame eso -le dijo intranquila de pronto-.

- Es cierto que he jugado con mujeres este tiempo, juegos de acercamiento, besos... en fin, cosas, pero el poseer a otra mujer es diferente, es una línea que no suelo pasar con mucha frecuencia, evidentemente porque no sé muy bien cómo puede terminar –le dijo ella que ya no sabía qué hacer con las manos-.

Alba ya estaba nerviosa, sin pensarlo cogió la piedra de sus manos y se la quitó obligándola a que la mirara.

- Me estás tratando de decir, ¿qué cuando llegas a ese límite, vamos, a follar o a poseer a una mujer, como quieras llamarlo... no sabes lo que te puede pasar? ¿no reaccionas siempre igual? –le preguntó mirándole a los ojos-.

- No –no sabía cómo decirle aquello-. Quiero decir que bueno, sé cómo me siento yo en el momento en que decido continuar el juego un poco más allá, pero no puedo controlar mi estado de excitación ante las respuestas de placer de la mujer con la que estoy... así que no puedo saber a ciencia cierta como de brusca será mi reacción.

"Joder... joder... joder.... ¿puede ser más brusca? ¿Eso me está contando?"... Alba estaba fuera de juego, albergaba la esperanza de que su reacción nocturna fuera producto del alcohol, o del deseo, o de las dos cosas... pero no se esperaba que aquella mujer lo achacara completamente al acto que protagonizaron.

- ¿El ataque de ansiedad? –le preguntó con dulzura-

- Me suele ocurrir, es lo frecuente... como en la pista de baile o como cuando se me aproximan sin aviso mujeres que me atraen... -contestó mirándola inquieta-.

- ¿Y la fiebre? –quiso saber-.

- No... lo siento, no me había ocurrido antes –le confesó Natalia-. Supongo que me excité en exceso.

Ya no podía mirar a Alba a la cara, tenía ganas de salir corriendo así que se levantó de la manta y se apoyó en el árbol dándole la espalda.

"Esto es la hostiaaaa... una mujer con problemas de excitación, y me ofrezco yo, una prostituta de lujo para ayudarla... genial, genial si señora,... ahora ya sí que la has hecho buena, no la has tocado y ya le has provocado fiebre... ¿Cómo coño vas a ni siquiera intentar hacerle algo? ¿Qué haces, la matas?"... la cabeza de Alba iba a mil por hora, tenía que encontrar una solución. Natalia no podía soportar las situaciones de excitación, en las cuales ella por cierto, era una verdadera experta, y por su parte Alba no podía dejar caer las barreras hacia la familiaridad para que se sintiera más segura, porque claro, entonces sería ella la que estaría perdida.

- Albi...- musitó de pronto sin volverse a mirarla-. Necesito que me ayudes, no puedo seguir haciéndole daño a la gente... no puedo seguir huyendo de mi misma, y no sé cómo resolverlo.

Natalia se giró y la miró a los ojos con el brillo de unas lágrimas contenidas. Alba sintió un pinchazo en lo más hondo de su ser...  En ese instante, fue consciente de las marcas que se provocarían.

Sex education. //Albalia.Место, где живут истории. Откройте их для себя