INFINITOS UNIVERSOS, INFINITAS POSIBILIDADES

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- Estoy seguro de que ocurrió justo en este lugar, fue aquí en donde paso todo... ¿Qué está sucediendo? ¿por qué diablos no estás aquí? – Continúe preguntándome una y otra vez sin siquiera pensar en alguna otra posibilidad. Pero es que era imposible, André Wilson no estaba por ningún lado.

Era ya la quinta vez que pasaba por esa misma roca, estoy seguro que era exactamente la misma que vi durante mi encuentro con él, en esta época, doscientos millones de años atrás en el tiempo. Pero de André Wilson ni sus luces. Una parte de mí, quizás la más racional, es la que insistía en que hiciera bien los cálculos, en que continuara buscando. Sin embargo... la posibilidad de equivocarme de fecha y hora era mínima, nunca había fallado. Algo no iba bien. Era como si una especie de eufórica corazonada multiplicada por diez me advirtiera que esto no había terminado. En esta ocasión elegí solo una hora de diferencia, no quería aparecer en medio de la pelea de mi otro yo con André Wilson e interrumpir el curso de los acontecimientos, en especial cuando salí apenas victorioso por muy poco margen– por lo menos era lo que creía en ese momento – El objetivo de haber viajado nuevamente a este pasado en los primeros días de un tierra apenas habitable era sencillo y benéfico para ambas partes. Primero intentaría hablar con él, persuadirle, decirle que lo perdonaba, decirle que le daba una nueva oportunidad y que no le dejaría morir en el pasado, sin embargo... no había rastro alguno de él. Por más que gritaba su nombre no obtenía respuesta. Mi grito era el primer sonido humano que se registraba en los albores de la historia del planeta, no obstante no había nadie para escucharme ni mucho menos para responderme no por lo menos hasta dentro de varios millones de años. Me disponía a dar una sexta y última ronda por el lugar cuando un leve resplandor rojizo llamo mi atención entre las rocas. Me dirigí rápidamente hacia allí, efectivamente a un lado estaba la piedra tan larga y afilada como una daga, la misma con la que atravesé su pies como si fuera mantequilla. Un poco más atrás de otra gran roca descubrí un camino lleno de gotitas casi solidad del mismo color rojo y que finalizaba en un pequeño charco rojo carmesí. Era su sangre... Ya no había duda alguna, André Wilson se había largado de aquí, pero... ¿Cómo?

Recordaba perfectamente que él ya había utilizado su última carga energetica de la esfera temporal para sanar algunas de sus heridas, pero entonces... ¿Cómo era posible que el gigante ya no estuviera aquí? Su estado de salud era crítico, lo sabía porque yo mismo le había rotos los huesos de las manos y el hombre montaña ya no estaba en condiciones de realizar ningún esfuerzo físico más allá de arrastrarse por el piso, justo como el gusano que era. Era lógico, lo golpeé con todas mis fuerzas en su rostro una y otra vez mientras congelé el tiempo, pero sobre todo el calor del Sol abrazador de esta época no era precisamente un día de campo. Fácilmente cualquier ser humano o no humano podría morir de deshidratación crónica en menos de dos horas. Nada tenía sentido, a menos de que.... ¡maldición! no lo vi venir. A menos de que alguien en el futuro lo haya rescatado de una muerte segura.

A mi mente llego de pronto la imagen del Coronel Jackson.

¿Sera posible que su tecnología le haya permitido llegar a esta época? Incluso para mí era bastante complicado el proceso del salto temporal hasta esta fecha. La gran cantidad de energía que se requiere para llegar al año cero del planeta es impresionante. La tecnología con la que ellos contaban era increíble, si, pero sin embargo, los artefactos con los que contaban no serian capaces de albergar tal cantidad de energía como para lograr tal proeza de viajar tan atrás en el tiempo, ¿o sí?

De pronto otra prueba de que estos hechos si había tenido lugar justo en este sitio me sacaron de mi meditación. Era una huella de un enorme pie, quizás del numero 12, estaba claramente marcada en la fina arena del piso ardiente, no obstante, no era la única huella de zapatos, si, la marca de mis tenis que use durante la pelea aún estaban marcadas en la tierra arenosa, justo al lado de las de André Wilson, pero había algo más, un tercer par de huellas que no pertenecían a ninguno de los dos, no cabía más duda, alguien había ayudado a André Wilson, lo habían arrebatado del tiempo.

El Maestro Del Tiempo 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora