8- Mientras pueda controlarlo

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- ¿Sigues nerviosa? –le preguntó señalando con la mirada el vaso que sostenía-.

Natalia miró por unos instantes el vaso, no había querido hacerlo, pero se sentía incapaz de dormir al lado de aquel cuerpo estando totalmente sobria.

- Sólo serán un par de copas, no te preocupes -le dijo-. Estoy bien.

Alba se sentó a su lado.

- No me preocupo. Sé que estarás bien –la reconfortó-, además estoy yo aquí. ¿Qué podría pasarte con un partido como yo a tu lado?

- jajaja... -ella se serenó con su humor-... nada malo, eso seguro. ¿Te puedo preguntar algo?

- Claro, dispara –la animó-.

- ¿Cómo funciona esto? Quiero decir... -Natalia quería expresarlo sin que sonara de un modo ofensivo-... ¿Cómo funciona lo de tener una cita contigo? ¿Cómo valoras tu trabajo? ¡No sé, me tiene intrigada! Jamás me imaginé que alguien como tú existiera, siempre había tenido un concepto de la prostitución muy diferente... espero que no te ofendas.

Alba sonrió. No era la primera ni sería la última que le haría aquellas preguntas.

- Bueno, es lógico supongo. Lo de tener una cita conmigo es fácil, me llamas y yo decido si sí o si no –le dijo-.

- ¿Pero qué es lo que te hace decidir si sí o si no? ¿el que sean guapas? ¿ricas?... ¿el qué? No lo entiendo... -siguió interrogándola suavemente-.

- Bueno, eso es un poco más complejo. Partamos de la base de que mi tarjeta no es de dominio público, normalmente suele ser que te haya puesto en contacto conmigo alguna cliente anterior. Nos vemos, pasamos un rato juntas y luego yo decido si te doy mi teléfono particular. Si te lo doy es que dejo abierta la puerta para querer verte de nuevo. El que decida dártela o no, depende de muchas cosas, pero sobre todo de dos reglas fundamentales: la primera y principal es que yo no detecte que lo que buscas es un polvo sucio y rápido, jamás dejo que me traten como un objeto. Cumplo sus fantasías sí, pero me tratan con respeto, el mismo que yo les tengo a ellas; y la segunda es que yo sienta que puedo ayudarte, que sepa que me necesitas.

Natalia asimiló toda aquella información.

- ¿Creíste que te necesitaba? Por eso me diste tu tarjeta, ¿no es cierto? –se sentó para ver su respuesta. Una extraña sensación amenazaba con dominarla-.

Alba sonrió provocándola.

Ella la miró, y apuró su vaso.

- ¿Y qué es lo que crees que puedes hacer por mí? ¿Qué soy para ti, un experimento? ¿La niña rica a la que vas a conseguir tocar y sacarle el dinero?... ¿Crees que te necesito para eso? ¡Yo puedo tener a quien quiera! –la ira de la morena era enfermiza, el que la compadeciera la hería, sufría, le hacía sentirse utilizada y no lo permitiría-.

Alba no se alarmó por su repentina reacción, se la esperaba en cuanto la vio aferrada a aquel vaso. Adoptó la sumisión.

- Aún no lo sé, ¿crees que puedo ayudarte? –le preguntó suavemente.

Natalia se le quedó mirando... "Dios, quizá sí ... pero aún no sé cómo... no sé si quiero que me ayudes", pensaba. En aquellos momentos no sabía si echarla o llevársela a la cama.

- Por qué no me tocas tú y vemos que pasa. Ahora ya has bebido, ¿no es eso? Ahora ya puedes pensar en tocarme, en dormir a mi lado... -prosiguió Alba ahora ya amenazante mientras se incorporaba en su asiento y se quitaba la camiseta brindándole la desnudez de sus pechos-.

Natalia abrió los ojos como platos... "no, no puedo.... No, no quieroooo hacerlo, así no". Se incorporó incapaz de tomar a aquella mujer de aquel modo, siendo tan consciente de su bajeza, con ese sentimiento de culpa que le recordaba lo que solía hacer con aquellas mujeres furtivas que torturaba de placer negándose luego a brindarles cualquier proximidad con ella. Empezo a dar vueltas en la habitación, tensa y acorralada. Alba se había hecho fuerte y ella aún no estaba borracha.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now