8- Mientras pueda controlarlo

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- Gracias –contestó aliviada ella-. Entonces, ¿nos vamos?

- Cuando quieras...

Natalia sonrió y se puso de pie. Por alguna extraña razón no se sentía amenazada por Alba, así que le tendió la mano para ayudarla a levantarse del asiento. Ella se sorprendió de que le dejara tocar su mano, pero la aceptó para posteriormente dejarla en libertad. Aún era pronto, y ella sabía esperar.

El trayecto hasta el hotel fue un poco más silencioso, la navarra parecía ausente mirando el cielo despejado desde el asiento reclinable. Alba por otra parte trataba de enlazar todas las pequeñas pistas... "¿Por qué siempre tienes que interesarte por los bichos raros?.. le preguntaba su conciencia..." "¡Por qué son los que más sufren!... se decía a sí misma" "Pero tú no eres la salvadora del mundo... volvía a recriminarle su mente". "No, no lo soy pero no puedo evitarlo... me gusta estar con ellas, me necesitan tanto como yo las necesito. Dan sentido a lo que soy, a lo que hago". " Algún día te quemarás... te harán daño, sufrirás"... suspiró en silencio... "ya sufro, sufro con ellas, por eso no puedo evitar querer ayudarlas", puso punto y final a su conciencia y dejó su cabeza en blanco fija tan sólo en la carretera.

Cuando entraron en la habitación Alba notó la tensión que se había instaurado entre ellas, así que decidió que era hora de ponerse el disfraz y trabajar.

- ¿Sabes? –Natalia se giró en busca de su voz-. Acabo de percatarme de que no he traído el pijama en el bolso.

Le dijo con malicia, pues era evidente que nadie llevaría un pijama encima en una cita.

- Yo te puedo prestar uno si quieres -se ofreció desconcertada, acababa de darse cuenta de que había dado por hecho que la rubia dormiría desnuda-

- ¿Y por qué no dejamos los pijamas donde están y nos quitamos mejor esta ropa? –se acercó peligrosamente hacia ella sin dejar que sus cuerpos se tocaran, pero tan cerca que el calor que desprendían se hizo palpable-.

Natalia sintió como la sangre se asomaba a su garganta, de pronto sintió nauseas. Alba se percató de que algo iba mal. Aquella mujer era muy distinta a la "rompe corazones" que había conocido dos semanas atrás, era mucho más vulnerable.

- ¿Estás bien? ¡Sólo estaba bromeando! Conmigo no tienes que sentirte obligada a nada, pensé que ya lo sabrías –le aclaró arrodillándose en el suelo, viendo que había tenido que sentarse en la cama-.

- No, no, perdona... estoy bien, sólo un poco cansada –mintió ella, Alba lo sabía pero lo dejó pasar-. Ya, ya estoy un poco mejor, gracias.

- ¿Seguro? –le preguntó-.

- Sí, seguro –esbozó una ligera sonrisa-. Pero si no te importa, prefiero que durmamos vestidas, hoy no he bebido y no tengo atontados mis sentidos, así que no sé cómo puedo reaccionar contigo.

A la morena se le habían escapado las palabras sin pensar. Alba trató de asimilar lo más rápido posible aquel torrente de información. "Necesita beber para controlarse, ¿pero qué es lo que necesita controlar? No la entiendo... normalmente suele ser al revés, beben para desinhibirse".

- Como quieras, ya te dije que conmigo será fácil –le dijo sonriendo, y ella asintió aliviada. Luego buscó en un cajón un pijama y se lo tendió.

Natalia se cambió en el cuarto de baño, y luego lo hizo la rubia . Cuando salió la encontró sentada en la terraza, decidió que debía tranquilizarla con un poco de charla antes de que fueran a acostarse.

- ¡Una cena por lo que estás pensando! –le dijo recordando lo que aquella misma noche ella le había dicho-.

Natalia sonrió con dulzura, sin embargo ella vio que sostenía un vaso de whisky en la mano y que otro descansaba vacío en la pequeña mesita.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now