HA QUERIDO NACER (TRILOGÍA COMPLETA)

DESCUBRIR QUE EL DESTINO ES INEVITABLE.

Mi corazón latía lentamente, creí que me iba, estaba por dar mi último suspiro sentía mucho frío, había poca luz.
Estaba tan tranquila en esos momentos cuando sentí que me introducen los dedos a la boca provocándome arcadas y por consiguiente el vómito apenas podía ver porque la luz de una linterna estaba comprobando que mis pupilas dilataran, atiné a quejarme un poco y la quitaron.

La escena era bastante patética estaba en la ducha, empapada, temblorosa, era un desastre, fui una tonta al pensar que no iban a revisarme en la ronda nocturna estaba en brazos de ese enfermero realmente lo odié.

Fui trasladada a la parte médica donde me realizaron un lavado gástrico que realmente me hizo expulsar hasta mis malos pensamientos cuando ya regrese a mi dormitorio fuera de peligro , me amarraron a la cama y si antes habían sido estrictos ahora fueron crueles, cerraron sus oídos a mis pedidos de piedad, me doparon y no podía evitarlo porque esta vez había un enfermero vigilándome para todo, realmente me sentía como una paciente mental con las inyecciones que me ponían podían doparme por más de 16 horas, fueron días oscuros.

Bueno digo días pero no sé realmente cuantos fueron cuando la medicina perdía un poco de efecto y podía estar "despierta" observar a mi alrededor, mirar a travez de la ventana, preguntarle por la hora al enfermero quién nunca me respondía. Esos momentos tan fugaces son los recuerdos que conservo del resto no sabía que hacían de mí.

Un día entre los tantos abrí los ojos y el enfermero no estaba, me sentía atontada como para tener los ojos abiertos por fin luego de mucho tiempo pude dormir naturalmente, era bastante gracioso cuando recordaba mi antiguo insomnio, en ese momento disfrutaba de esa necesidad hermosa de poder dormir y soñar.
Cuando desperté el enfermero siguió sin aparecer, seguía sujeta a la cama, estaba adolorida, entumecida, cansada y sobretodo asqueada. Por un momento pude pensar en mi pequeño mundo, en los "míos" de pronto una pequeña patadita en mi vientre me sacó de mis pensamientos, lo que me puso histérica.

-!!Deja de moverte¡¡ no existes ,no existes - exclame casi entre sollozos mientras lo repetía mentalmente

Pero decidí calmarme y no abusar de mi buena suerte, seguía llorosa cuando llegó una enfermera y me desamarro para darme la comida, vaya que necesitaba un bocado, aprecie cada uno de ellos era tan sobrecogedor no recordaba hace cuanto pude comer por mí misma, no pregunté nada, evite su mirada, era mejor estar callada y cooperar lo que había vivido me dejo marcada.
Con el paso de las horas pude estirar mis pobres músculos y mis triturados huesos, bañarme, revisar que habían cambiado, era de nuevo el frió y tétrico dormitorio al que había llegado.

Me acosté de nuevo aunque no me gustaba el hecho de estar en esa cama debía volver a dormirme necesitaba descansar de verdad, no tarde en lograrlo, fui despertada para comer de nuevo y tomar mi medicina además se quedó para comprobar si la había tragado realmente, eso me pareció ofensivo, no pude evitar lanzarle una mirada de reproche, volvió a amarrarme a la cama y se fue apenas si pude reposarme la comida cuando me quede dormida.

Al día siguiente al despertar me soltaron, desayune, me llevaron con el psiquiatra, fue bonito apreciar la luz del día y sentir el sol en mi cuerpo realmente lo extrañe.

Al llegar a la consulta no pude evitar mirar al psiquiatra, posible autor de mis padecimientos quien parecía estar programado para hablar como una enciclopedia médica parlante.

-Debo informarte que has tenido un retroceso en tu progreso con esas crisis alucinatorias, el comportamiento suicida que has demostrado nos obligó a ser más estrictos con el tratamiento impuesto puesto que estamos autorizados por el poder firmado por tu tutora legal (Mi madre).
Si no muestras mejoría podemos usar todas las herramientas científicas para ayudarte- Decía sin el menor asomo de vergüenza.