LIBRO III- AISLAMIENTO REFLEXIVO VOLUNTARIO CAP 8

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A finales de febrero el día bisiesto se acercaba, pero estaba siendo opacado por la rapida expansión del virus, las informaciones eran contradictorias sobre la letalidad de la enfermedad que producía.

Las medidas gubernamentales lentas y el contagio rápido. Estando las cosas así tenía que adelantarme a los hechos porque al haberme mudado a este país en vías de desarrollo donde la prensa esta adoctrinada y las informaciones falsas pululan debía buscar soluciones antes de que ver el pánico cundir en la población que de civilizada tenía muy poco en realidad.

Necesitaba buscar un lugar estratégico para pasar la cuarentena que se decretaría tarde o temprano.

En un principio pensé pasarla en la ‘casa grande’ pero no quería lidiar con los recuerdos, el apartamento quedó descartado desde el principio porque no sabía sí papá estaba vigilandome (lo que era muy probable).

Pero primero tenía que resolver los problemas más urgentes, los económicos.
Así que llamé al contador e hice lo que me parecía más prudente ya que desde los primeros momentos en que se rumoraba sobre la pandemia, los mercados fueron los primeros en entrar en el juego, luego fueron las naciones petroleras.
Haciendo que el precio del dólar estadounidense subiera afectando a todas las monedas dependientes.
Antes de que la inflación aumentara en el pais, hice que nacionalizaran mis cuentas para tener liquidez pero no podía hacerlo sin el consentimiento de papá, así que tuve que llamarlo y fingir interés en cuanto a que haría para protegerse.

Afortunadamente él tenía protocolos dispuestos para este tipo de situación. Había suspendido sus viajes desde octubre del año pasado y si la situación se complicaba más de lo previsto.Las estrictas medidas (Según me contó) irían desde el confinamiento total voluntario hasta su traslado a un lugar seguro con personal altamente calificado.

Le planteé mis problemas y me dio libertad para actuar pues dijo confiar mucho en mí(Obviamente no le creí).

Fue la última vez que lo contacté, muy a mi pesar sabía que pasara lo que pasara, él estaría bien y que nuestro ‘asunto’ en común tendría que resolverse con mí consentimiento o sin él.

Desde ese momento quise apurarlo todo pues los días pasarían y harían todo más complicado.
Recordé al señor Manuel, tal vez su casa podía servirme de guarida, emocionada lo llamé para preguntarle si de casualidad tenía un apartamento libre pero mi emoción se fue al piso al enterarme que tenía todos ocupados.

Por ese simple detalle, no iba a darme por vencida ya había decidido que pasaría mi aislamiento preventivo allí y así lo haría no importaba el costo.
Tuve que visitar al señor Manuel para tratar de convencerlo de que me arrendara uno de sus pisos.
En el camino el chofer trato de romper el silencio sepulcral que habitaba el automovil, prendió la radio pero en todas las emisoras de ‘opinión’ no hablaban de otra cosa. Se instaba a no tener pánico pero ellos al no parar de “informar” sobre el virus estaban generandolo.

El ambiente se tensó por lo que optamos por poner musica y olvidarnos por un momento de lo que estaba pasando.
Al llegar el señor Manuel me recibió muy efusivamente, era una persona humilde pero me ofreció todo lo que tenia a su disposición. Luego de conversar un rato sobre el tema del momento, fui al punto que me interesaba el aparta-estudio  ubicado en el tercer piso.
El problema aparente es que estaba ocupado por una madre soltera y un niño.  Ella había pagado 3 meses de depósito y el señor admitió que se había gastado el dinero del deposito, sobreviendo del pago del mes cumplido mientras que su inquilina se encargaba de pagar una parte de los servicios públicos.

Eso no representaba ningún problema para mí, ya que cuando quiero algo no hay poder humano que me impida tenerlo.
Le pregunté que si usaba PayPal o Nequi para transferirles el dinero del deposito para que desalojaran amablemente a la mujer e iniciar  mí mudanza.

HA QUERIDO NACER (TRILOGÍA COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora