veintiuno

1.4K 84 25
                                    

Manuel

—La noche está próxima a comenzar, y es mejor que sepamos llevarla a cabo —alegó Bastian, al tiempo que destapaba una cerveza, como si se tratara de una inauguración. Luego le guiñó el ojo a su novia Sarah, quien sonrió—. Demostraremos que estar enamorado no es algo malo, pero mentir sí. Así como convertirse en un cobarde.

Golpeé mi hombro contra el suyo y le quité la botella antes de tomar un largo sorbo y limpiarme la boca con el dorso de la mano. La confianza plena en mí mismo permanecía inalterable, aunque mis amigos me contemplaban de reojo, como si supieran que no era capaz de ganar aquel desafío.

Por entonces los invitados habían comenzado a llegar. La mayoría de ellos eran desconocidos míos, aunque no de alguno de mis compañeros, de modo que aseguraban que se trataba de gente de nuestro mismo entorno. Las mujeres aparecían en tropeles, la mayoría de ellas poseían cuerpos esculturales difíciles de resistir para cualquier hombre. Y en mí, como en cualquier otro, despertaban los más pecaminosos pensamientos que debía perpetrar si no quería ser la burla de mis amigos.

Una vez su novia se hubiese distraído, Bastian susurró en mi oído.

—Mats fue a buscar a Joanne hace cinco minutos. ¿Estás seguro de no querer saber qué sucede si gano?

—Completamente. —Palmee su espalda antes de acercarme a saludar a Benedikt, quien acababa de llegar junto a Per.

Sabía entonces que Bastian no me dejaría en paz. Tenía el mismo espíritu ganador que yo, aún en las mínimas nimiedades, y realmente quería verme derrotado, ya que ese era el único modo de consagrarse triunfador. Philipp había optado por quedarse en casa, ya no le atraían tanto las juegas y los desastres, en contraste con su papel de padre de familia. Bastian se vio decepcionado ya que le haría falta un compañero junto al cual atormentarme, consciente de que Mats no querría verse involucrado en una situación que pudiese lastimar a Joanne.

Supe que quizás estaba siendo inmaduro. ¿Por qué tenía que probar algo muy distinto a lo que en realidad sentía? Intentaba hacer caso omiso a la sensación de que podría arrepentirme y en su lugar seguir mis instintos, que quizás eran lo único que quedaba de ese Manuel que yo solía conocer.

—Han venido bastantes. Tienes para elegir. —Rió Bastian, antes de contemplar su reloj de muñeca— Yo me apresuraría si fuese tú.

—¿Algún otro consejo? – gruñí con molestia. Siempre me había desenvuelto mucho mejor que él frente a las mujeres, y no veía la necesidad de que estuviera presionándome. Por otro lado, no tenía idea de por qué no me había puesto en marcha aún.

—Ya que me lo preguntas... —añadió como al pasar—. Gira disimuladamente hacia tu izquierda.

Bastian se alejó sin más, pero ya no había nada que fuera necesario agregar. Ella me contemplaba sin disimulo alguno mientras mordía su labio inferior y se movía de un modo sensual al ritmo de la música. Llevaba un vestido demasiado corto que aún así deseé que no tuviera. Su escote guiaba mi imaginación, al igual que el modo en que me invitaba a acercarme, con la mirada cargada de deseo. Su cabello era rojo como el fuego y sus piernas infinitas. Quise perderme de inmediato en esas curvas y olvidarme de todo lo demás.

—Finalmente Schweini se dignó a decirle al anfitrión cuántas ansias sentía por conocerlo. —susurró. Arrastraba las palabras y no resultaba dulce, sino fuerte, exigente y decidida. Soltó una risita cuando me aferré precipitadamente a su cintura para atraerla hasta mí.

—¿Por qué querías conocerme? —pregunté, en una falsa postura de desentendimiento mientras ella acariciaba mi labio inferior con su uña y parecía disfrutar de ello.

Tren a BavieraWhere stories live. Discover now