Desde aquel día en la cena, Louis no volvió a enfrentar una palabra de lo que Harry decía.
Se había convertido en un omega silencioso; uno que solamente hablaba cuando era solicitado y se limitaba a decir lo necesario. Incluso cuando el alfa tentaba la hora de cenar con una posible conversación, él respondía en un tono suave y neutro, cuidando de no mencionar algo que pudiese ofender o enfadar al ojiverde. Después de todo, éste tenía razón: había aprendido su lección y, honestamente, no quería volver a boquear desesperado por hablar de más.
Esa misma noche se preguntó incontables veces de donde había sacado el coraje para hablarle así a un alfa. A un alfa que lo odiaba, que siempre estaba malhumorado y que es capaz de matarlo cuando se le dé la gana. Se preguntó cómo había sido tan tonto, como había podido permitirse dejarse llevar y soltar las riendas de su lengua.
Él no solía ser así, él era una persona tranquila, pacífica; no era del tipo que se exalta y sube la voz y termina insultado. Sin embargo, había perdido los cabales. La delgada línea entre su autocontrol y molestia se rompió en cuanto el rizado dijo aquello, recordándole lo que no quería reconocer pero que, irremediablemente, había terminado por aceptar.
Harry le había magullado el corazón donde más le dolía: en la verdad.
Mick se había ido por su propia cuenta y... Harry era quien lo había acogido. Al final, él le daba todo y lo mínimo que podía hacer es ser un buen chico.
Es por eso que el ojiazul cuidaba cada paso que daba, cada movimiento que hacía y cada respiración que tomaba cada que el más alto se encontraba en casa. No podía permitirse el lujo de hacer algo que lo disgustara, puesto que ya sabía cómo terminaría. Y la sensación de ser agredido nuevamente la causaba un aura de temor corroyéndolo desde las entrañas, en especial cuando escuchaba la puerta cerrarse indicando que había llegado.
Y Harry no era nada predecible, por lo cual no se arriesgaba. No sabía cómo reaccionaría ante cualquier gesto que le diera; por eso solo se limitaba a sonreírle cabizbajo en cuanto entraba a la cocina. El alfa solo lo miraba pero no le sonreía, nunca lo hacía. Solo se sentaba y, automáticamente, ya tenía la cena frente a él junto a una botella de cerveza fría.
Sí, básicamente se había vuelto un pequeño sirviente. No era como si el mayor lo mandara a hacer miles de cosas, pero procuraba ser lo más servicial posible todo el tiempo y siempre que lo necesitase.
Después de todo, él tenía que recordar que esa no era su casa. Lo último que podía hacer para demostrar su agradecimiento era acatar a lo que el rizado decía y comportarse como un buen omega. Uno sumiso, obediente, callado, temeroso y sometido. Uno dispuesto a mantenerse invisible para cuidar su vida y la de su bebé.
Ahora Harry y él cenaban en la misma mesa de la cocina, bajo la luz de un foco encima de ellos y ni un ruido interrumpiendo su silencio.
No hasta que la voz del más alto se dejó escuchar, tomándolo distraído.
—¿No tienes hambre? —Le preguntó, con un tono inusualmente tranquilo.
El menor levantó la vista, dejando de jugar con el tenedor entre sus dedos.
—No, es solo que... —Calló al instante—. No es nada, acabaré enseguida. Lo siento.
—Tu "lo siento" cada vez que terminas de contestarme algo está comenzando a hartarme.
—Lo sien... —Se interrumpió, negando con la cabeza.
Bajo la cabeza nuevamente a su plato, observando las chuletas fritas intactas y el arroz casi entero. Suspiró.
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The war is blue || L.S. (Omegaverse)
FanfictionCuando Mick Styles se va a la guerra, es irreversible el hecho de que haya dejado a su novio encinta y que, debido a las circunstancias de la situación, Anne Styles quiera encomendar a su primogénito Harry a hacerse cargo de un omega y de un hijo qu...