Novio Celoso ↪ HopeV [EDITANDO]

|18| Llamada.

 

  
   
Tae, acostado sobre su cama, con pijama aún puesta, mira su celular entre sus manos frente a su rostro. Lleva así unos cuantos minutos, debatiendo sí estará bien llamar a su novio.

HoSeok le dijo que saldría con un amigo. Se siente triste, necesita los labios de Jung sobre los suyos, quiere estar a su lado, no compartirlo con nadie. Es lo que más desea esos momentos.

— ¿Estará bien llamarlo?

Como si se tratase de una adolescente con su primer novio, se pregunta si estará bien marcar el número (que se sabe perfectamente de memoria) de su chico. Puede que le conteste, o puede que no. Tal vez le llame de manera linda al contestar, o tal vez le diga que está ocupado. Miles de variables atiborran el cerebro de TaeHyung.

— TaeHyung, es tu novio. Tienes derecho a hablarle y decirle que lo quieres junto a ti — se dice — ¿Qué tal si necesita algo de mí?

Trata de darse buenas razones para apretar el botón de llamada.

— ¿Y si lo interrumpo?

Se levanta de la cama y comienza a caminar en su cuarto, con celular en mano. La temperatura baja que el suelo conserva no llega a su percepción, ni que pisara sus llaves de la casa lo hizo salirse de sus pensamientos. Tiene un dilema.

— Bueno, pero debo y soy más importante que cualquier situacion.

Choca con una pata que sostiene la cama, pegándose en el dedo más pequeño de pie, soltando una maldición en un grito de dolor.

— ¡Mierda! ¡Mi dedo ha sido jodido!

Cayó en cama y empezó a sobar la zona. Maldijo a la cama, a él mismo y a HoSeok, que cree que todo fue culpa de él, sino hubiera salido con un amigo, no estaría muriendo (dramáticamente) de soledad, no habría caminado por su cuarto en la mente en otro lado y mucho menos se hubiera pegado y llorado por su dedo lastimado.

Agarró su celular y marco sin más.

— Hola amor, ¿Pasa algo tesoro?

— ¿Sigues con...?

— Sí, sigo con WonHo, corazón.

— Pues me lastimé, necesito que vengas a curarme.

— ¿Cómo qué...? ¿Necesitas ir al hospital? ¿Estás solo en casa? ¿Sangras mucho? ¡No camines hacia la luz!

— Tú eres mi luz y necesito que estés aquí.

  

  
La otra línea corta la llamada y HoSeok guarda su celular.

— Debo irme, Tae me necesita. Luego nos vemos, llega bien a tu casa.

Le dice con prisa al muchacho frente a él. Deja dinero pagando lo suyo y lo de su viejo amigo.

— ¡Ve con cuidado! — WonHo le grita y le regala una sonrisa.

HoSeok suda por la preocupación de cómo se encuentre su novio. No puede ni pensar cómo es que resultó lesionado, espera que no sea algo grave.

Cincuenta minutos después llega jadeando frente a la casa de su chico. Abre la puerta -con la llave que siempre porta, que la madre de Kim le confío- y sin ninguna distracción, sube con velocidad al cuarto de su chico. Abre la puerta y encuentra a su chico con pijama, sobre la cama y con hielo sobre un pie.

— ¿Estás bien? — llega a su lado e inmediatamente inspecciona cuerpo entero.

— Ahora ya.

TaeHyung lo abraza por el cuello y lo trae consigo. Junta sus bocas y lo hace acostarse a un lado.

— ¿Tae? ¿No te pasó nada?

— Claro que sí. Mi dedito se pegó con la cama. — hace un puchero mientras señala a su dedo.

HoSeok ríe y besa de nuevo a Tae.

— ¿Todo bien? — la madre de TaeHyung, en el umbral de cruza de brazos — HoSeok entró y subió sin saludar ni nada.

El color le sube hasta las orejas al nombrado, avergonzado de haber olvidado ser primero cortés con los padres de su novio, se levanta de la cama y da una marcada reverencia, se acerca y la abraza pidiéndole disculpas por lo maleducado que fue.

— Está bien — con una risa de simpatía se retira.

— ¿Por qué no esperaste a que terminara de estar con WonHo?

Se regresa a Kim, acostándose a un lado.

— Sólo supuse que querías estar conmigo y te di una razón.

Ríen y se dan un beso junto a unas caricias que podrían pasar por inocentes.

— Además, ese tal WonHo no me agrada ni un poquito. Es feo y no me llega ni a los talones. Definitivamente soy mejor que él, no me pareció justo que salieras con él y no te quedaras conmigo.

Claro que no sería TaeHyung si no saca a flote sus notorios celos.

— Pero nene, sólo somos amigos.

— Pues me tienes a mí, y eso debería bastar ¿No crees?

— A nadie le hace daño tener amigos.

— A mí me afecta que tengas. Yo soy tu todo.

— Lo eres. No dudes de eso.

Y así se termina la plática, con un beso y una caricia en la mejilla.

   

    

  

Gracias por leer.