Donde Satanás se enamora del ángel más hermoso y lo arrastra a las profundidades del infierno para reclamar sus dulces labios.
Perdóname, Señor, porque he pecado.
Advertencia: Esta historia contiene temas delicados como violación, asesinatos, sangre...
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El tiempo fluye de manera diferente en el inframundo. Los días oscuros pasan rápidamente, mientras que las noches más oscuras se arrastran lenta y cruelmente. Hay poca indicación en el flujo del tiempo. Sólo las sombras de la desesperación avanzan y cuentan cuánto ha pasado. Solo el rugido del despertar de los monstruos y el hedor del miedo que emana pueden decir la hora del día.
Pero Seokjin no tenía manera de decir el tiempo dentro de su cámara.
Como un pájaro atrapado en una jaula, el ángel caído estaba encerrado en las cuatro paredes de su habitación. Pero a diferencia de un pájaro atrapado en una jaula, este ángel caído ha optado por quedarse dentro. Sus alas no voladoras se doblaron detrás de su espalda, para no ser usadas nunca más. La libertad que una vez tuvo, ya no la ansiaba, se había cansado de luchar.
¿Cuál fue el objetivo de su lucha de todos modos? Él mismo perdió de vista lo que estaba bien y lo que estaba mal. Había perdido el fundamento de sus creencias: ¿Hubo algo por lo que valga la pena creer a este ritmo? La totalidad de su vida era una mentira: ¿De qué servía vivir entonces?
Seokjin rechazó la compañía de todos. Se negó a ver a Jimin, a hablar con Mammon ni a razonar con Belphegor. Sobre todo, se negó a estar en presencia de Jungkook. ¿Qué bien le traería verlo? Su mente estaba como mil piezas de rompecabezas repartidas por todo el lugar, imposibles de deshacer. Y ver al señor de la oscuridad haría que la imagen borrosa fuera más borrosa de lo que ya era. Seokjin estaba cansado. Su situación actual lo hizo cuestionar todo. Estaba cansado de todas estas preguntas con pocas respuestas. No había nada que ganar con ello.
Todo fue inútil.
Y así, se ahogó en un ciclo de desesperación, confusión y pronto, vacío. Días y noches pasadas, Seokjin permaneció encerrado dentro de la jaula. Sus alas con una hermosa mezcla de blanco y negro quedaron dobladas y sin usar. A veces, Seokjin incluso olvidó que estaban allí en primer lugar. Se han adormecido lentamente. Pero a Seokjin no le importó. Ya no podía usarlos más, su belleza ya no tenía significado. No son más que manchas, sus bonitas alas han perdido su propósito, como el propio Seokjin.
Seokjin podría quedarse en su habitación para siempre. No podía pudrirse allí, ni podía morir. Nunca pensó que habría un punto en su vida que odiara su inmortalidad. Fue condenado a una eternidad de ahogarse en el abismo. Un abismo abandonado por la esperanza, el amor y la fe. Seokjin podría haberse quedado en esta cámara para siempre.
Pero Jungkook no lo permitiría.
El Rey del Infierno intentó ser lo más paciente posible, pero con el tiempo, el dolor en su corazón ya no era soportable. Jungkook sabía que tenía que hacer algo, sabía que tenía que acercarse al ángel caído. De lo contrario, se volvería más débil y vulnerable. Para alguien de su posición, no era una opción ser débil por mucho tiempo. Necesitaba ser fuerte para gobernar su reino. Para sobrevivir en este mundo cruel, Jungkook razonó para sí mismo.
