Prólogo: Trono de Sangre

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No la veo, no me baña su doloroso color,
ni la oigo correr sobre las piedras,
ni mis manos la tocan,
ni mis cabellos se oscurecen,
ni siquiera mis huesos se ponen amarillos,
ni aún mi saliva es verde, amarga y pálida.

Dicen que entre los cinco sentidos, es el sentido del olfato es el que puede controlar nuestras mentes antes de que el resto siga. Del mismo modo, las fragancias pueden causar miedo, como el olor a muerte, fuego y cualquier cosa similar a un desastre. Estas fragancias también podían causar libido.

Satanás era la tentación, él estaba destinado a ser quien era.

Existen cinco sentidos y él te atraerá con cada uno de ellos.

Visión. Él era perfecto en todos los ángulos. Suave piel de alabastro sin defectos, labios rojos oscuros curvados en una mueca escalofriante, como lo muestran sus prístinos dientes blancos. Ojos oscuros y penetrantes que podrían hacer que el guerrero más valiente se incline sobre sus rodillas y tiemble de miedo. Su belleza era innegable e irresistible.

Olor. Era el hombre perfecto, dulce como la vainilla con una pizca de peligro. Cualquiera podría decir que era delicioso incluso con los ojos cerrados; pero cualquiera podría decir que era dominante y fuerte con la mezcla del olor del poder y la muerte con su fragancia seductora que era exclusivamente suya.

Audición. Su voz era la voz de la tentación, chorreando como chocolate agridulce. Hipnotiza la mente, una voz a la que nunca le dirías que no; pero tan tentador como es, era firme con autoridad, sus susurros solo podrían hacerte someterte a cada una de sus palabras.

Toque. Su toque era pecaminoso, dejándote temblando de placer y siempre anhelando más. Su toque también era dolor si lo quisiera, era el fuego que dejaba quemaduras en las pieles de sus víctimas mientras las acariciabas con sus seductores dedos y los sofocaba, mientras agarraba sus cuellos con sus hermosas manos.

Gusto. Nadie sabía cual era su sabor. Uno podría caer en la tentación y fantasear sobre lo que traería, pero Satanás siempre lo deja al borde y nunca regresaría, era una tentación, le gustaba hacerte anhelar, hacerte desear algo pecaminoso, gastarte bromas pero nunca satisfacerte. Dejándote en una eternidad de dolor y arrepentimiento.

Miró a la mujer que de encontraba en su cama. La mujer que lo miraba con deseo en sus ojos mientras le suplicaba al demonio que la tocara. Su cuerpo era una figura hermosa y curvilínea. Ella tenía unos hermosos ojos hipnóticos pero estaba embotada por la lujuria. Satanás tenía sus alas en su mano, andrajosas y manchadas de negro. Ya no era un blanco puro como lo era antes.

Su mirada se posó sobre el ángel caído que se encontraba debajo de él, sonrió. Se inclinó hacia ella como si fuera a besarle; pero antes de que sus labios pudieran encontrarse, un dolor insoportable atravesó el cuerpo de la mujer. Estaba temblando, sus ojos se movieron hacia atrás hasta que quedaron todos blancos. Soltando un suspiro tembloroso, antes de caer en el colchón y nunca más despertar.

Sin siquiera darle una última mirada al ángel ya muerto, Satanás salió de la habitación. Se sentó en su trono, un trono que alcanzó a través del fuego y la sangre.

Las historias sobre él nunca fueron verdad.

Dicen que Satanás es un demonio con una cara roja fea y atemorizante, con cuernos sobresaliendo de su cabeza mientras traía pesadillas al resto del mundo. Qué equivocados estaban; Satanás fue tentación, él fue el pecado. Ceder a esa tentación es lo que lleva a uno a pecar, él es la encarnación misma del pecado. Era perfecto en todos los aspectos, uno que te hace desearlo. Una existencia tentadora.

Pero Satanás no era una persona, no. Satanás no era más que un nombre. A diferencia del mito, Satanás no fue un ángel caído. Satanás no fue Lucifer. Satanás fue la creación de Dios. Satanás fue alguna vez un humano.

Antes de esto, Satanás era mil satanes más que una vez se sentaron en el Trono de Sangre y gobernaron sobre el Infierno. Antes de esto, él era Jeon Jungkook. Y todavía lo es. Pero más fuerte y más poderoso.

A diferencia de lo que la gente creía, el gobernante del Infierno no era una sola persona. El Gobernante del Infierno era el más cruel y más fuerte del Inframundo. A medida que pasan los tiempos, las almas malditas bajan de la Tierra. Estas almas malditas sufren a través de los siete infiernos y se convierten en almas irreconocibles, sufrientes y desfiguradas que piden la salvación que nunca llegó.

Los débiles son condenados en el río de la desesperación, mientras que los más fuertes se elevan para convertirse en demonios. Estos demonios deambulan por el Infierno, peleando entre ellos hasta que alcanzan la parte más profunda donde Satanás se sienta o sucumben a la autoridad superior o luchan contra ella.

Jungkook fue una vez un alma sufrida, pero él era más fuerte que la mayoría. Él se levantó para convertirse en un demonio y luchó contra todos los demás demonios que vio. Ya no era humano con piel negra, cuernos que le dolían como espinas, dientes ensangrentados y ojos huecos. Era despreciable y feo con nada más que el instinto primordial de matar y sobrevivir.

Pero mientras atravesaba los siete Infiernos, se encontró mirando al más fuerte del inframundo mientras miraba a Jungkook desde su Trono de Sangre. Le ofrecieron convertirse en el siervo de Satanás. Pero él no quería conformarse con solo eso. Luchó contra sus sentidos que lo insistió a someterse. Él arañó y luchó contra Satanás, el más fuerte del Inframundo. Pero kook tenía suficiente dolor en él, tenía suficiente maldad, tenía suficiente fuerza y era tan negro como el pecado más de lo que nadie podría imaginar.

Satanás murió en sus sangrientas garras.

Y ese fue el día en que Jeon Jungkook renació. Su forma fea se suavizó y se despertó para verse a sí mismo en su forma humana, pero una versión perfecta de sí mismo.

Jeon Jungkook era el nuevo Satanás al que todos se inclinaban. Y ha permanecido por el cual lleva por más tiempo. Él era el más fuerte que jamás se había visto y era temido más de lo que lo fueron sus predecesores.

Y aun así, aquí estaba.

Sonriendo a su nuevo prisionero.

Un ángel con alas blancas y puras, cara amable y el ser más hermoso que Jungkook ha visto en todo este tiempo. El ángel no tenía parangón, con la inocencia que brillaba en sus ojos los cuales quería contaminar, con la valentía en su voz que quería romper, con la belleza de su existencia el cual quería reclamar.

Kim Seokjin era el ángel más hermoso que Jungkook había visto.

Y así, arrastró al ángel puro hacia abajo desde el Cielo y hacia su reino. En sus brazos, donde no podría escapar, en esta prisión donde bailará con Jungkook por la eternidad. Siempre estará atrapado en un tango de dolor y placer hasta que se hartara de él como todos los ángeles que tuvo. Sin embargo, Jung cree que Seokjin se quedará más tiempo que el resto. Debido a que el ángel se retorcía en su agarre era el más delicioso que Jungkook alguna vez haya probado, tiene el grito más melódico que ha escuchado jamás, la piel más suave que alguna vez haya tocado, la fragancia más adictiva, el agujero más estrecho que jamás haya follado.

Satanás ya no quiere dejarlo ir.

Él y su bello ángel quedarán atrapados para siempre en las cadenas del pecado.

Chains of Sin/KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora