𝐁𝐔𝐑𝐍𝐄𝐃 ━ ALFIE SOLOMONS

028

Louise se sentó fuera de la puerta del consultorio del médico. Esperó pacientemente a que terminara de hablar con Alfie después del examen. Sin duda, ella estaba ansiosa mientras esperaba, pero al menos él estaba buscando ayuda. Finalmente, después de aproximadamente media hora, salió Alfie.

Se detuvo frente a su esposa por un momento. Sus ojos buscaron su rostro mientras reunía el coraje para hablar.

—Lo siento.

Murmuró antes de pasar junto a ella y salir de la oficina. Confundida, Louise miró al médico que estaba de pie en la puerta. Su estómago se retorció y se sintió enferma. Había una gran parte de ella que estaba en negación.

Por supuesto, había estado preocupada por la posibilidad de cáncer, pero pensó que era solo una reacción exagerada. Quería desesperadamente equivocarse. Pero a juzgar por la reacción de Alfie y la expresión del rostro del médico, ella había tenido razón todo el tiempo.

—¿Por qué no entra, señora Solomons?

La dejó entrar a su oficina. Ella se acercó y se sentó frente a él frente al escritorio.

El hombre, el doctor Cecil Stephens, era un hombre amable con mucha compasión por sus pacientes. Era muy conocido en la comunidad de Camden por ser uno de los mejores médicos de la zona. Había estado en la práctica durante bastante tiempo, pero aún no había visto formalmente a Alfie Solomons como un paciente. Por supuesto, conocía al gángster, era difícil no hacerlo cuando su práctica estaba en el dominio de todo hombre judío. Había tratado a muchos de los hombres de Alfie, personas que llegaron golpeadas, personas con balas alojadas en ellos o una parte del cuerpo faltante, como un ojo o un dedo. Con este patrón, Cecil naturalmente asumió que algún día se encontraría con Alfie.

Y muy probablemente sería en circunstancias violentas. En cambio, el hombre llegó esa mañana con su esposa a su lado. Parecía gruñón, pero era simplemente una táctica para ocultar su preocupación. Una vez detrás de las puertas, Alfie le explicó el problema y le mostró las abrasiones que se estaban empezando a formar en su piel. El hombre estaba extrañamente callado y se sentó rígido durante el diagnóstico. Cecil había visto muchas reacciones en su época como médico. Era difícil predecir la respuesta de alguien a un destino terrible. Si alguien reaccionaba violentamente, asumió que sería un hombre con la reputación de Alfie Solomons.

Así que fue una sorpresa ver a Alfie simplemente alejarse, dejando a su esposa entrar.

—Señora Solomons, examiné a su esposo.

Cecil se sentó y miró las notas que había tomado.

—Me temo que ha desarrollado una forma de cáncer de piel.

Louise respiró hondo y sintió el escozor de las lágrimas en los ojos.

—Yo... no entiendo. ¿Cómo?