-¿Van a matarme?-el hombre niega con la cabeza-.

-No es nuestra intención, a menos que te pongas rebelde, o no nos paguen-habla como si se tratara de algo completamente ordinario, y no se estuviera refiriendo a una vida-nos molestaría mucho que no nos paguen, tanto como para matarte-mete la mano derecha en el bolsillo y quita una jeringa. Trago saliva-.

-Prefiero estar lúcida-murmuro, y él se ríe de nuevo-.

-Pequeña, preferirías estar inconsciente, porque es muy aburrido estar encerrado-se acerca a mí, y yo no me muevo, me quedo petrificada, mirando a sus ojos azules, mientras él se pone de cuclillas y me pincha con la aguja-.

El líquido comienza a fluir, frío como siempre.

-Piensa en conejitos-murmura, recostándome en el catre y tapándome con la frazada-.

La oscuridad vuelve a arrastrarme, y me dejo llevar.

Lentamente, comienzo a despertar. Perezosamente, abro los ojos y veo todo asquerosamente nublado, como a través de lentes empañados. Soy apenas capaz de hilar pensamientos claros. ¿Cuánto hace que estoy aquí? He perdido la noción del tiempo. Por lo que dijo el hombre, mamá ya debe saber que estoy secuestrada. Recuerdo unos ojos azules.

Dios, quisiera saber si van a matarme.

Quisiera saber quiénes están detrás de esto. ¿Nina está metida en algo turbio? ¿Alguien quiere vengarse de mi padre? Él es fiscal, y ha mandado a muchos a prisión, no es corrupto…

Se abre la puerta, y abro los ojos, en un acto reflejo.

-Pequeña, te vas a casa-dice el pitbull, respiro agitadamente, cuando me levanta del catre-.

-¿Pagaron?-inquiero, él tensa la mandíbula-.

-Todavía no, mamá Lynch en persona nos entregará el dinero, quiere ver que estás bien-sacude la cabeza-vaya que la vieja es terca, ¿Cómo la soportas?-se mofa, mientras sujeta mis muñecas con esos cables de plástico flexibles. ¿Se supone que tengo que reírme también?-.

Antes de sacarme de la habitación, me cubre el rostro con un saco negro. No veo nada, y no es que antes tampoco mi vista fuera la de un halcón. Entro en una van, o algo parecido. El piso está alfombrado. Quien sea que conduzca, lo hace a todo gas.

Nos detenemos.

Alguien, probablemente el pitbull, me quita el saco de la cabeza. Parpadeo varias veces para acostumbrarme a la insignificante luz que entra por los cristales polarizados del vehículo, que en efecto, es una van.

Al parecer está amaneciendo, o anocheciendo.

-Nena, te vas a bajar del coche, y sin movimientos bruscos, caminarás hasta tu mamá, y le dirás que deje el dinero y se vaya-habla el pitbull, acariciándome la cara. No puedo ver su rostro, debido a que porta un pasamontañas-tengo una AK-47-señala a una maleta abierta, dentro de la misma hay una imponente arma-y no me será difícil usarla, linda-susurra, suavemente-así que, por favor, hagan lo que les pedimos-noto que sonríe, porque las comisuras de sus ojos se arrugan-¿Has comprendido, pequeña?-asiento lentamente, y él cuidadosamente libera mis manos-abre la puerta-dice, señalando la puerta trasera de la van-fue un gusto, Tiffany, espero que hayas disfrutado de tu estancia-se ríe, y yo frunzo los labios-.

Abro las puertas que me indicó, y salgo.

Dios, estoy en el medio de la nada, el terreno es seco, parece las ruinas de un depósito, ¿hay lugares así en Londres? Como a cien metros, veo un destello negro y una silueta. Es el Audi de Nina, al parecer. Lo más rápido que mis piernas me permiten, camino hacia ella.

Simplemente haz lo que te piden, Tiffany. Convence a Nina si se pone terca.

Mis hombros están tensos, mis piernas duelen y tengo necesidades fisiológicas como hambre, sed, y unas horribles ganas de hacer pis.

¿Por cuánto tiempo estuve sedada?

Veo a Nina, quiero correr hasta ella, pero no puedo, el pitbull me dijo que no haga movimientos bruscos, y no quiero hacerlo enfadar.

Me sudan las manos. Casi llego. Nina parece destrozada, exhausta, demacrada. Su rostro está tenso, y tiene ojeras quilométricas.

Me quedo parada.

Estoy inmóvil.

Como un knockout, la realidad me asalta, las drogas, parcialmente, me dejan y la consciencia vuelve.

Me secuestraron, ahora caigo en cuenta. Ahora, que no estoy drogada, me doy cuenta de las dimensiones de la situación. A mis espaldas está un hombre con una ametralladora gigantesca, que me dio a entender que la usará si no hacemos lo que dice. Me secuestraron, me muero de hambre y quiero hacer pipi.

-Dales el dinero, tiene una ametralladora, sólo déjalo en el piso y vámonos-le grito a mi mamá, ella frunce, si es posible, más el ceño-.

-Ven-dice ella, ignorándome, se voltea y del asiento del conductor coge dos bolsas enormes de polietileno transparentes, repletas de dinero, las deja en el suelo-.

Y en un abrir y cerrar de ojos, nos rodean policías. Están por todas partes; en el techo, en el suelo, y me siento como en una escena de CSI. Es escalofriante.

Las balas vuelan a nuestro alrededor en cuestión de segundos, y maldigo internamente. Tengo miedo, tengo mucho miedo, pero no puedo moverme.

Nina corre, tratando de abalanzarse sobre mí, para protegerme.

Y tres cosas pasan a la vez.

Una bala roza mi brazo y chillo.

Una bala impacta contra el tórax de mi madre.

Nina cae al suelo con el torso ensangrentado, y yo caigo a su lado.

Art of Seduction · Zayn Malik AUजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें