Capítulo 43

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No les digo nada a las chicas sobre mis veinticuatro horas de agonía, mas sí les explico que ahora tengo dos guardaespaldas, pero que no tengo idea del motivo. Los cuales se quedan frente al Saint Patrick dentro del volvo rojo. Sus nombres son Paul Hood y Gerard O’Connor; son serios, no hablan y parecen robots. Y yo sigo preguntándome por qué tengo dos, y no solo uno, como la mayoría de los príncipes y princesas de mi clase.

Sospecho que algo está pasando, porque el ambiente en Lynchville está tenso, mis tías andan con el ceño fruncido todo el tiempo. Y mi abuela aparentemente dejó de ir a sus reuniones de Bridge. Mi madre no va a las oficinas, sino que se pasa el día encerrada en el despacho.

A Florence y a mí solo se nos permite respirar, pero ya estoy acostumbrada, así que...

En particular, lo que más me molesta es que todos pretenden que no pasa nada, que sigue como hace una semana. Quisiera también yo tener esa capacidad de instantánea adaptación, porque hay muchos cambios, por ejemplo: en el transcurso de la semana nos vemos rodeadas de guardias.  Y el miércoles, cuando bajo a desayunar, me encuentro con que están instalando cámaras de seguridad.

Comienzan mis cavilaciones, y al final de la tarde del viernes, tengo dos teorías: hay alguien amenazando a la familia—como en las películas de acción, solo que estos guardaespaldas no son sexies—o, simplemente, Nina se volvió paranoica con la edad.

Probablemente sea lo segundo.

Dejo con Meredith a Florie, y me dirijo al despacho, para hablar con Nina y decirle que iré a visitar a mi abuelo, si es necesario me llevaré a los guardias, pero que ellos tienen que quedarse en el volvo.

Anoche hablé de nuevo con Zayn sobre la visita a Daniel Gruffudd, y acordamos que los dos iremos, y que lo haríamos mañana por la mañana, ya que él tiene día libre porque se celebra una gala en el museo, y habrá mucha gente preparándolo todo.

Toco la puerta dos veces, y la abro.

-Sí, está todo preparado para dentro de dos semanas-Nina está parada frente a la ventana, y hablando por teléfono-.

-Mamá-digo en voz baja, ella se voltea, de repente sorprendida, sus ojos violetas están bien abiertos. Paranoica-.

-Tengo que dejarte, te llamo pronto-dice y cuelga sin esperar respuesta, deja el teléfono sobre el escritorio repleto de papeles. Me mira-¿Qué pasa?-inquiere, parece cansada. Apoya la cadera en la mesa de roble-.

-Quería avisarte que mañana iré a ver a mi abuelo Daniel. No tardaré mucho, está enfermo y quiero visitarlo, y me llevaré a O’Connor y a Hood-ella sopesa mis palabras, y asiente lentamente. Le doy una sonrisa forzada-.

-Bien, me alegro de que tengas la decencia de avisarme lo que haces-camina hasta el asiento detrás del escritorio-.

-Deberías descansar-sugiero, y me siento frente a ella, en uno de los dos Chesterfield-.

-Sí, supongo. Pero no tengo tiempo para eso-contesta, se masajea el puente de la nariz-.

-Mamá, ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué hay tanta seguridad?-inquiero, ella me lanza una mirada especulativa-.

-Porque sí, porque quiero mantener protegida a la familia-responde evasiva luego de una pausa-.

-¿Solo porque sí? ¿O hay algo más?-ella sacude la cabeza-.

-Eso no te incumbe, ocúpate de estudiar-ordena-.

Suspiro, y me pregunto cómo sería tener una familia normal.

-Una pregunta, cuando vaya a Assas, ¿Los guardias me acompañarán?-Nina se recuesta en su asiento-.

-Probablemente-me contesta, cogiendo sus gafas, se pone a leer un papel-.

Hago un esfuerzo enorme por no gritar de frustración.

-Mmm, bueno-me pongo de pie-¿Quieres un café o algo?-le pregunto, tratando de deshacer la tensión acumulada por demasiados años. Estoy tan absolutamente cansada de todo esto, de no tener una madre-. 

Nina levanta la mirada, completamente asombrada.

-Eh… no. Bueno, tal vez-duda, y piensa un poco-café negro y algo dulce, creo que Meredith hizo pastel de chocolate-habla lentamente-gracias-le sonrío, y ella me devuelve el gesto-.

Salgo del despacho y me dirijo a la cocina.

Mientras espero a que Meredith prepare el café y corte la tarta, pienso en que sería tan diferente todo con dos padres amorosos que se preocuparan de Florence y de mí. Y no importaría que estuvieran separados, porque se llevarían bien.

¿Cómo será tener una relación buena con Nina? ¿Siempre fuimos así? ¿Siempre fue ella fría conmigo, o hubo algún momento en mi vida en el que fue como el resto de las madres?

Busco dentro de mi cerebro algún recuerdo de ella siendo dulce conmigo, comportándose diferente, cálida. Y creo que encuentro algo: se remonta a cuando era muy pequeña. Ella riendo, se ve bonita. Ahora ella no se ríe, y si lo hace, la sonrisa no le llega a los ojos. En ese entonces, lucía llena de vida, era hermosa, preciosa. Antes tenía una bonita expresión y ahora todo el tiempo parece haber lamido un limón.

Vuelvo a su despacho y le dejo una bandeja con lo que me pidió. Me agradece y le deseo buen provecho, para seguidamente retirarme a mi habitación.

Aunque raro es mi comportamiento, me hace sentir bien. Por un momento, no sentí el peso en la espalda que tengo cuando estoy en presencia de Nina. De todos modos, siento que algo anda mal. Necesito saber la razón por la cual hay tanta seguridad ahora, lo averiguaré yo misma si hace falta.

Estoy tan cansada de pelear. Llega un momento en el que necesitas a alguien que te dé un abrazo, que te diga que todo va a estar bien. Alguien que te entienda.

Por más de que yo trate de negarlo una y otra vez, y una vez más, necesito una madre. Una que me quiera.

Art of Seduction · Zayn Malik AUWhere stories live. Discover now