Capítulo 24

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Llego a las dos y media de la tarde. Me dirijo a la oficina de Zayn, en el segundo piso. Me hago una trenza, necesito tener las manos ocupadas. Kim, está haciendo algo con su celular cuando llego. Ella levanta su mirada gris y me sonríe levemente. Justo en ese momento su celular suena, y me hace señas para que pase. Me río y golpeo con los nudillos la puerta. Escucho su melodiosa voz decir: “Adelante”.

Asomo la cabeza y la trenza, se resbala por mi hombro. Él está sentado, con una camisa blanca, con el primer botón desprendido, el saco cuelga del respaldo de la silla. Luce fresco y está afeitado, sonrío un poco. Zayn corresponde a mi gesto. Su sonrisa deja ver su lengua. Suspiro, y comienzo a temblar de expectación.

-¿Qué haces con todo tu cuerpo fuera?-se ríe, un sonido que hace vibrar la sangre en mis venas-pasa-dice-.

-Hola-saludo, y entro-.

Él se me queda mirando, con el ceño levemente fruncido. Mis manos sudan, me las meto en los bolsillos. Me miro las puntas de las converse blancas. Es el único zapato que me molesto en limpiar, río para mis adentros. Se pone de pie, y camina hasta el librero enorme de su oficina, hay un espacio en el que hay mensajería y papeles.

Toma un sobre y se vuelve.

-Siéntate-me insta-.

Obedezco y me siento, no en el Chesterfield, como siempre, sino en la cómoda silla frente a su escritorio.

-Bueno, te dije que íbamos a celebrar…-sacude la cabeza-porque ha sido una experiencia agradable para mí, pude hablar hasta por los codos, y tú me escuchaste. Fue divertido, nuestras pausas para comer, y tus quejas sobre la cuenta-volteo los ojos, reímos-me divertí mucho contigo. Me atrevo a decir que no solo tú has aprendido algo, sino que yo también-me mira a los ojos, y me deleito con el brillo en su mirada de topacio, se sienta-.

-Yo también me divertí contigo, eres tan apasionado-esboza una sonrisa. Y me doy cuenta de mis palabras-uh, quiero decir… todo lo que sabes, es maravilloso…-balbuceo, me encojo de hombros, y evito mirarlo-.

-Sí, me encanta ser apasionado…-su voz se apaga, dejando inconclusa la frase-.

Y algo en su tono, en la manera de decirlo, y en su postura—codo izquierdo en el brazo de la silla, con sus dedos dibujando algo en sus labios—calientan hasta el último rincón de mí.

-En mi trabajo-completa, y me sonríe. Una sonrisa endiabladamente sensual, que hace que mi corazón lata rápido, mi estómago se revuelva y se me seque la garganta-ten-extiende un sobre blanco hacia mí-.

-¿Y esto?-inquiero, él me hace señas para que abra el sobre-.

Son dos entradas para la ópera. Don Giovanni. Recordó que me atrae la ópera.

Dios, es perfecto. Es Perfecto. Aparentemente, es para que vayamos los dos, cruzo los dedos para que así sea. Examino las boletas, hechas de cartulina y con inscripciones a mano.

Son para hoy, en cinco horas. Alzo la mirada, ¿En cinco horas?

-¿Es en serio?-pregunto, él asiente-pero es en cinco horas...

-Ajá-dice, cruza los brazos sobre el pecho-.

-¿Te das cuenta de cómo estoy vestida?-él sonríe-.

-Pues, vayamos a conseguirte ropa.

No hubo caso, estuve discutiendo con Zayn durante media hora. Pero él tenía un punto; no podía cambiar las entradas. Y mientras protestaba él decía que se nos estaba haciendo tarde.

Entonces me encuentro en un probador de una de esas tiendas caras que tanto le gustan a mi mamá, con un ridículamente costoso trapo.

Bueno, en realidad es de seda, con gasa plisada. Seda de color marfil, y la gasa es de un lavanda transparente. Doy gracias al inventor de la ropa interior color piel, que tengo puesta. El vestido es ajustado hasta la cintura, y cae delicadamente, rozando mis piernas, hasta mis rodillas, tiene un escote redondo hasta la clavícula.

Tuerzo el gesto, me gusta el vestido, pero es demasiado caro. Pero me gusta. Pienso en Tara y Alexis. De inmediato saco mi teléfono y me quito una fotografía, y les envío. Las dos responden positivamente, diciendo que es precioso y que me queda espectacular. También preguntan por qué me estoy probando un vestido. Ignoro la pregunta y pienso en que aún tengo que encontrar un zapato a juego.

Sacudo la cabeza.

Estoy de compras con Zayn.

Mierda, de seguro querrá pagar. ¡No! Tengo una tarjeta de crédito que nunca uso, solo tengo que engañarlo.

Saco la cabeza del probador, él está sentado en frente, usando su celular. Se me ocurre decirle que iré a buscar más vestidos… De repente, el aparato suena y lo contesta al acto. Casi a escondidas, salgo del probador y me dirijo a la sección de los zapatos.

La dependienta, muy amablemente—y rápido—, me ayuda a encontrar unas preciosas sandalias de tacón de aguja negras, aunque con solo verlas, me duelen los pies, estoy decidida a llevármelas porque sucumbo a los encantos de la moda.

Le pido a la amable mujer que me consiga una chaqueta y una cartera de sobre. Y de nuevo, rápidamente, tengo tres blazers frente a mí: uno negro, y los dos restantes de diferentes tonos de violeta, un bolso negro y pequeño. Me decido por el bolso y el blazer negro, le doy mi tarjeta de crédito y cinco minutos después estoy con una percha, y dos bolsas.

-¡Aquí estás!-Zayn dice, en su perfecto acento del oeste de Inglaterra, que me encanta-.

-Hola-le sonrío, me mira sorprendido, mientras se me acerca-.

Su mirada está fija en mis bolsas, niega con la cabeza.

-No puedo dejarte sola, porque pagas-en su voz hay una mezcla de burla y desilusión, mi sonrisa se hace más grande. Así que estaba en lo cierto, quería pagar-.

Se extiende una sensación de victoria por mi pecho, y me siento bien por haber pagado yo. Después de todas esas molestas cuentas solventadas por su billetera.

-Hay un rectangular pedazo de plástico que nunca uso, así que…-me encojo de hombros, vuelve a negar con la cabeza-.

-Todavía quedan tres horas. ¿No irás a hacerte algo en el cabello… maquillarte?-ahora me toca a mí negar con la cabeza-.

-No me maquillo, y puedo hacerme una cola de caballo-le guiño un ojo-las ventajas de tener el cabello lacio-digo-lo que sí necesito es un lugar dónde cambiarme.

-Entonces, vamos.

-¿A dónde?

-A mi departamento, no vi tu vestido, pero creo que tendré que ponerme a la altura-me regala una de sus sonrisas encantadoras, y la palma de su mano se sitúa en mi espalda, a la altura de mi cintura-.

No sé por qué no me sorprende que tenga un espacioso departamento en Westminster. En la decoración predominan el negro y el blanco, todos esos aparatos que en conjunto creo que se llaman Home Theater.

Me guía a una habitación ordenada, con las paredes blancas, una enorme cama negra, con sabanas y almohadas, también negras. Me deja ahí para que me arregle.

Con el vestido, los zapatos y el blazer puestos, luzco diferente. Linda, pero no parezco yo, aunque en lugar de desagradarme, me gusta lo que veo en el espejo. Busco un peine en algún lado, reviso unos cuantos cajones, con porquería de hombres… Y acabo de caer en cuenta de que es su habitación.

Me sonrojo de repente, mis manos sudan y me pongo nerviosa. Ni siquiera está en esta habitación, me digo.

Finalmente, encuentro un peine, me recojo el pelo en una coleta, y me miro unas cuantas veces al espejo. Estoy bien, asiento con la cabeza y salgo.

Art of Seduction · Zayn Malik AUWhere stories live. Discover now