Capítulo 38. «Todos guardamos secretos por diferentes motivos»

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«Todos guardamos secretos por diferentes motivos»

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EMMA

Una neblina blanca cerniéndose a mi alrededor. Eso es lo primero que veo cuando abro los ojos.

Luego, el sonido constante de un «bit» comienza a tomar fuerza en mis oídos a medida que el manto neblinoso se va despejando y en su lugar me encuentro mirando unas paredes blancas e impolutas.

No me toma más de un segundo descubrir que se trata de una habitación de hospital, pero mucho más que eso intentar recordar cómo es que he terminado aquí.

Mis ojos se desvían de la pared a las máquinas conectadas a mi cuerpo a través de cables que se adhieren a mi pecho, marcando un ritmo cardiaco en la pantalla que parece normal. Luego me fijo en las vías endovenosas que atraviesan la carne de mis brazos y en el goteo constante de los medicamentos suspendidos en el atril.

Me remuevo, comenzando a sentirme aterrada con el agujero negro que se abre paso en mi cabeza. De nuevo.

«Esto no puede estar pasándome de nuevo».

Los ojos se me llenan de lágrimas y me resulta casi imposible ahogar un sollozo. De pronto siento unas manos frías rodeando mi rostro para hacerme girar y un par de ojos azules aparecen frente a mí, llenos de preocupación.

—Hey, nena. ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?

Niego con la cabeza, pero ahora me resulta imposible parar de llorar. Ver a Oliver desbloquea una parte de mis recuerdos, pero el agujero al final del camino sigue estando ahí. Lo último que recuerdo de anoche es la luz de las cámaras y los autos policiales, cegándome.

Después de eso no queda nada.

—Oliver... —gimo su nombre, y la garganta me escoce al hacerlo.

—Granger... —Su voz se quiebra antes de pasar los brazos bajo mi cuerpo y abrazarme con fuerza—. Joder, nena, si nada te duele, entonces dime qué pasa. ¿Por qué estás llorando?

—No lo sé —murmuro contra su hombro—. No puedo recordar nada. No puedo...

Sus brazos me aprietan más fuerte contra sí y sus manos trazan caricias por toda mi espalda. Aspirar el aroma de su perfume me hace llorar con mayor intensidad.

—No pasa nada, amor, acabas de despertar después de cuatro largos días de sueño. Es normal que no lo tengas todo claro.

—¿Q-qué? —Me separo a abruptamente para mirarlo—. ¿Cómo que cuatro días?

Los labios de Oliver se tuercen en una mueca.

—Fue necesario que te sedaran, Granger. —Me coloca un mechón de cabello tras la oreja—. Esa noche, fuera de la cabaña, sufriste un de tus episodios.

Me echo hacia atrás con tanta fuerza que mi cabeza golpea contra el respaldo de la cama hospitalaria.

—¿Cómo...? —La voz me sale temblorosa—. ¿Sabes de mis episodios?

Oliver aprieta los labios, pero termina asintiendo con lentitud.

—Anny me habló sobre ello mientras dormías —confiesa—. Y no te molestes con ella, no tuvo opción después de que tú... —Deja a medias la frase, tragando saliva.

—¿Después de que yo qué, Oliver? —Me aterra siquiera preguntarlo—. ¿Qué fue lo que hice esta vez?

Él desvía la mirada al sillón junto a la cama, ocupado con su cazadora y unas mantas que supongo estuvo usando para dormir a mi lado durante las últimas noches.

EUREKA / Un Verano para Encontrarte  [YA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora