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Ally las había visto en las gradas del público desde la primera escena, incluso había olvidado sus dos primeras líneas pero nadie se había dado cuenta de ello.

Siempre se pregunto cuando las vería ahí, aplaudiendo por ella, apoyándola como siempre juraron que lo iban a hacer. Eran sólo tres, faltaba una más, no estaba sorprendida realmente.

Bailó, canto, actúo como nunca, quería impresionarlas. Lo había logrado, lo supo cuando las vio llorando como a todos los demás en el público también lo habían hecho.
Fifth Harmony estaba casi completo, sus amigas estaban ahí de pie aplaudiendo por ella, en el día que más lo necesitaba.

Hizo su reverencia agradeciendo al público de esa noche, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando el telón se cerró y caminó lentamente hasta su camerino. Volteó a ambos lados observando todo lo que había ahí con nostalgia. Una vida de camerinos, tal vez ya no era lo de ella.

Alguien llamó a la puerta cuando ella comenzaba a desmaquillarse, su bolso negro estaba sobre su tocador y poco a poco se preparaba para irse a casa.

"Ally, lo siento, pero hay unas chicas que quieren verte." Aviso Sam, la asistente que había contratado la actriz "Insisten demasiado."

Ally asintió con la cabeza, esperaba eso, de hecho se habría sentido bastante decepcionada si sus ex compañeras no hubiesen insistido en verla.

"Gracias Sam, no hay problema, déjalas entrar."

Camila había sentido el pequeño sabor de la sangre en su lengua, sabía que le había hecho un daño y no le importaba, no podía detenerse de morderlo nerviosa mientras esperaba en el acceso a backstage junto con sus dos compañeras. Normani y Dinah seguían hablando sobre el espectáculo que acaban de ver, no podían dejar de elogiar a Ally por su maravillosa interpretación, aunque sí Dinah tuviese que ser sincera, habría dicho que no entendió ni un poco sobre la trama. El teatro musical no era lo de ella.

Cada vez era menos tiempo para regresar a Los Angeles, sólo eran tres integrantes hasta el momento. Necesitaba un fuerte discurso que lograra convencer a Ally de dejar su sueño solo unos pocos días para hacer feliz a una pequeña niña desahuciada. Ally tenía un corazón gigante, lo comprendería, sólo unos días, poco tiempo. Camila se movía nerviosa de un lado a otro, con el labio sangrando un poco y sus brazos cruzados sobre el pecho.

Ally aguardo impaciente dentro de su camerino, se había quitado ya el vestuario y le había dejado en el mismo sitio noche tras noche, ese día había llegado en un pants deportivo al teatro, sus tenis y una liga sujetando su cabello. Si tan solo alguien le hubiese avisado que aquellas tres chicas estarían ahí para verla, seguramente se habría llevado su vestido más caro, las zapatillas negras que su ex novio le había regalado la temporada pasada y habría obligado a los encargados del peinado de hacer algo por su cabello antes de recibirlas ahí.

Recibirlas ahí, esa misma noche.

Esa noche.

Estaba ansiosa recogiendo sus cosas, observando lentamente cada esquina de ese lugar, guardando en su memoria lo maravillo que había sido cumplir uno más de sus sueños. Ahora lo había logrado todo, había llegado tan lejos como se lo había propuesto. Contuvo sus lágrimas deseando que algún otro día, muy pronto, volviese a conocer otro camerino que se convertiría en su hogar por un tiempo, en aprender nuevas líneas, nuevas canciones, conocer a los otros actores, a los vestuaristas, maquillistas, a los chicos de producción y a todos aquellos que noche tras noche montaban un gran espectáculo.

Varios pares de pies hacían resonar el eco con cada paso, Ally sintió cómo cada uno de los bellos de su cuerpo de erizaban. Había llegado el momento que había esperado por tantos años, estaban ahí, tan cerca de ella.

Dos golpecitos en la puerta provocaron el más grande nudo en la garganta que había sentido por años, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Su cuerpo entero se estremeció cuando el peculiar rechinado de su puerta llegó hast sus oídos y la primera cara familiar se asomó detrás de ella.

No habían cambiado, nada había cambiado.
Lo supo cuando sintió los cálidos brazos de sus tres amigas a su alrededor, eran unas niñas otra vez, eran aquellas adolescentes que habían dejado su cuerpo y alma en el escenario para conseguir cumplir cinco sueños.

Eran Fifth Harmony otra vez...

O casi.

Better together - CAMRENOù les histoires vivent. Découvrez maintenant