Otra Oportunidad. ➳ z.m

➳050.

— A Kelly —hice una mueca—. Listo —guarde el teléfono en mi bolsillo— ¿Quieres ir a tu departamento?

— No —hizo una mueca— Louis ira a buscarme y no quiero verlo.

— No puedes evitarlo para siempre. —la regañe.

— No será para siempre, solo por un tiempo —levantó los hombros—Quiero ir a ver a la abuela y comer un poco de eso — apuntó un carrito con dulces y algodón de azúcar.

— Acabas de vomitar y quieres comer —Emma me miró y salió corriendo hacia el carrito— ¡No, espera!

— Hola, podría darme uno de estos y otro de esos por favor — el sujeto se los dio— Ella paga —me apuntó.

— Son diez dólares. —Rodé los ojos y le entregue el dinero

— Eres asquerosa —la mire.

— Los antojos —se excusó— Ahora llévame donde la abuela.

— ¿Y si vuelves a vomitar? No podrás engañarla —la empuje con el costado— Te conoceee...

— Lo sé —levantó los hombros— Solo llévame.

— Bueno. —Reí y ambas subimos al auto— te sientes bien ¿verdad? Mira que el coche no es nuestro y si lo vomitas tendremos que pagar por uno nuevo.

— ¡Hey! si quiero vomitar saco la cabeza por la ventana —ríe— es así de fácil.

— ¿De dónde sacaste eso? —Reí— Si tu padre te viera, moriría.

— Adolescencia rebelde, ¿recuerdas? —Alzó las cejas— Ambas lo hicimos más de una vez.

— No me lo recuerdes — y así trascurrió el camino hasta la casa de la abuela, quién era una viejecita que ambas conocíamos en sus primeros días en Londres, con el tiempo Ella nos había logrado conocer hasta lo más profundo—. ¿Segura que ella está en casa? —pregunte cuándo estacionamos afuera.

— ¿A dónde más iría? —Ríe mientras se echaba el último pedazo de algodón a la boca— toca el timbre.

— A la orden —presione el botón y a los cinco minutos la puerta se abrió dejando ver a esa adorable ancianita— ¡Stella!

— ¡Pequeñas! —dijo alegre y luego de darles un abrazo a cada una, las tres entraron a esa hermosa casa.

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— Bien, si quieres elegirla a ella antes que a tu novio —la mire esperando a que se retractara— Puedes hacerlo. —dije con voz dura.