4 - Regalo

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NA: Este cuarto extra es canónico de mi historia, Las Perlas de Agra, y está dedicado  a Kokkuri-sempai, quien me pidió a través de Wattpad un extra familiar abriendo regalos.


4- Regalo


Todo era blanco hasta donde alcanzaba la vista, la nieve en algunos puntos se había acumulado hasta alcanzar una altura de varios pies y no paraba de nevar. Llegar a la bonita casa de campo de los señores Holmes había sido toda una odisea.

John había envuelto a Ella en tantas capas de ropa entre abrigo, gorro, guantes, jersey y calcetines además de leotardos que la pobre parecía una pelota hecha de trapos y apenas se podía mover, hasta el punto de que Sherlock no podía evitar pensar que saldría rodando de un momento a otro si John la soltaba.

Con gritos, pataleos y manotazos a duras penas consiguió su madre meterla en el carruaje y Sherlock hubiese hecho lo mismo que su hija de haber podido, pero una mirada autoritaria de Watson bastó para disuadirlo.

Era absurdo, desde que vivían juntos en Baker Street ellos siempre habían pasado las Navidades allí como cualquier otro día normal y no entendía por qué Watson había aceptado la invitación de sus padres para ir a pasar el día cuando no parecía mucho más conforme que él con la idea. Pero había suspirado con resignación y le había dicho "bueno, la Navidad es para estar en familia. Ella apenas ve a sus abuelos y seguro que ellos tienen la casa decorada, nosotros ni siquiera hemos puesto un simple lazo". Y vaya si la casa de sus padres estaba decorada, parecía un pastel nupcial.

Holmes resopló: estúpidas costumbres y maldita buena educación. Si sus padre querían darle un regalo podían simplemente enviarlo como hacían todo los años en lugar de obligarlos a ir hasta allí con aquel tiempo de mil demonios.

Pero lo peor no era que ellos hubiesen ido sino que John hubiera insistido en llevarse a la señora Hudson y la señorita Morstan. "¿Cómo vamos a dejarlas solas en una fecha tan señalada?" había argumentado Watson y Sherlock no encontró ninguna excusa convincente para eliminar al menos a Mary del plan, así que tuvo que morderse la lengua mientras se maldecía a sí mismo y a John todo el camino mientras se apretaban todos en el carruaje como sardinas en lata. Y para colmo, por si no había ya poco espacio, la señora Hudson llevaba sobre el regazo una cesta enorme que contenía galletas de jengibre que ella misma había hecho.

- Sherlock, querido, te estamos esperando. Íbamos a servir el chocolate ahora. - dijo su madre, distrayéndolo de sus pensamientos y él se giró sin disimular su disgusto.

Alrededor de la chimenea encendida del salón, que desprendía un agradable calor y aroma, estaban todos reunidos, acomodados en sofás y sillones. Todos menos Ella, que no paraba de restregarse contra la enorme alfombra que había frente al fuego. Le habían quitado la mayoría de la ropa hasta dejarla únicamente con sus leotardos blancos y una camisa del mismo color con las mangas abombadas con un vestido de lana rojo con su canesú encima. Parecía sumamente feliz sintiendo sus fibras entre los dedos y acariciando sus mejillas, sin importarle que la falda se le hubiese levantado hasta la altura del ombligo ni que John la regañase por eso.

Sherlock sintió una punzada de envidia. El simple hecho de ser niño justificaba muchas conductas inapropiadas y no le parecía justo.

Sin pensárselo dos veces, se tumbó junto a su hija y la imitó. El tacto de la alfombra resultaba muy reconfortante y sus pulsaciones se relajaron mientras deshacía su engominado peinado contra ella.

- ¿Se puede saber qué demonio estás haciendo? - le preguntó John con el ceño fruncido .

- Trabajo de campo. - respondió con tranquilidad arrancándole una risa a Mary, que intentó ocultarla tapándose la boca con la mano.

Pide un deseo [Johnlock]Where stories live. Discover now