Capítulo 20: ¿Y si nos casamos?

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—Haré que Camila se distraiga un rato y luego vendré contigo, ¿sí? —Le comenté a Dylan mientras el aludido observaba a la puerta del hospital con la mirada perdida

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—Haré que Camila se distraiga un rato y luego vendré contigo, ¿sí? —Le comenté a Dylan mientras el aludido observaba a la puerta del hospital con la mirada perdida.

Coloqué mi mano en la parte trasera de su cuello haciendo que volteara a verme con los ojos cristalizados.

—Probablemente entre y me digan que mi mamá... ya no está —su voz tembló, me quité el cinturón de seguridad y me acerqué a abrazarlo, era una posición incómoda pero aún así su cabeza se recargaba en mi hombro y podía acariciar su cabello y espalda intentando que eso fuera suficiente para darle el apoyo que necesitaba y que yo quería poder darle.

Pasamos lo que parecían horas pero que solo se traducía en minutos en la misma posición hasta que dejó de temblar y solo suspiró sobre mi cuello.

—Debo entrar —murmuró, y me alejé un poco mirándolo, debía ir por su hermana pero también debía estar con él en el momento en el que dijeran si su madre había pasado la noche, necesitaba estar con él y apoyarlo.

—Vamos a entrar —le dije con media sonrisa antes de que saliéramos del carro. Pasó un brazo por mis hombros pues, debido a su altura no podía pasarlo por mi cintura. Sentía que se recargaba en mí; no logré que cenara algo, había llegado al apartamento sin decir palabra y se echó a dormir con todo y la ropa puesta. Comencé a pensar que de un momento a otro se empezaría a desmoronar de adentro hacia afuera y me preocupaba que aquel lindo y atento chico se sumiera en la tristeza; aunque al ver el amor a su madre, sería comprensible.

Llegamos al piso de oncología y encontramos al señor Stone sentado en recepción con las manos en la cabeza y la mirada al piso. Escuché a Dylan respirar profundo antes de acercarse a su padre.

—¿Qué ocurrió? —preguntó con voz temblorosa antes de que su padre levantara su cabeza con los ojos vidriosos. Ahí estaban, dos hombres deshechos por las consecuencias de esa horrible enfermedad; respiré hondo intentando controlar mis propias emociones, intentando ser fuerte por él.

—No lo sé, me sacaron de la habitación. —Revolvió su cabello sin vernos directamente antes de que viéramos al doctor en frente de nosotros.

—Señor Stone. —Lo llamó empezando a hablar con aquella jerga médica en la que solo unas pocas palabras podían ser salvadas. Al parecer ocurrió una metástasis* que fue lo que agravó la situación—. Sin embargo, acaba de abrir los ojos y quiere verlos.

Dylan abrazó a su padre con fuerza por un largo momento en el que yo solo daba las gracias al cielo; sabía que algún día tendría que pasar por ello, era algo que hoy en día era inevitable, pero me alegraba el saber que aún tenía un poco más de tiempo.

Besos y sueños ©Where stories live. Discover now