Cuándo cruzaron el marco de la puerta, Paxton supo que ese lugar era más que un antro común. Habían habitaciónes en la parte más alta del edificio, equipadas con objetos sexuales y demasiado pretensionciosas. Los colores eran exageradamente oscuros y fuertes.

Particularmente esa habitación era color vino, excepto una que otra cosa de color marrón. Kal fue a una pequeña mesa, saco una botella y puso un poco del líquido marrón en un pequeño vaso de vidrio. Se lo ofreció a Paxton, el negó lentamente.

-¿Cuántos años tienes? -pregunto Kal, poniendo un poco de hielo dentro del vaso.

Paxton cerro lentamente la puerta detrás de él con su pie. Recorrió la habitación con sus ojos, tomando cada detalle. Uno de sus dedos acarició la pintura en una de las paredes.

-¿Por que haces preguntas de las cuales no te interesa la respuesta?

Kal pareció un poco sorprendido por la pregunta.

-Realmente me interesa saber la edad de la persona con la que voy a pasar la noche.

Paxton quería reír, pero realmente no encontraba un motivo gracioso para hacerlo. Se sentó en una silla en la esquina de la habitación y junto sus manos.

-Entonces no se qué estas esperando.

Kal sonrió con timidez, pero se acercó. Se quedó parado alado de Paxton, sus miradas se quedaron conectadas por un largo rato hasta que el se sentó en el suelo. Demasiado cerca de el, sus manos fueron a tocar la entrepierna de Paxton pero el envolvió sus manos al rededor de sus muñecas antes de que llegué a su objetivo.

-¿Te gustan los juegos? -el pregunto. Kal asintió-. Tengo uno muy entretenido, primera regla no puedes tocarme.

Paxton se inclinó, su rostro quedo a la altura del de Kal. Se acercó un poco mas, lo suficientemente cerca para sentir su respiración.

-¿Y la segunda regla?

-Solo uno puede disfrutar.

Paxton hurgó en el bolsillo de sus jeans, sacando una tela negra y fina. La movió frente al rostro de Kal, el siguió el movimiento con intriga. Hasta que luego, como si hubiera resuelto el enigma la lujuria brilló en sus ojos.

-¿Qué..

-No puedes mirar, esa es la tercera regla que acabo de inventar -comento, poniendo la venda al rededor de su cabeza-. Sin hablar, sin quejarse, o recibirás un castigo. Tampoco puedes moverte.

Kal asintió, fue cambiado de posición y supo que estaba en la silla en la que Paxton estaba con anterioridad, no sabía en donde estaba el pero no lo estaba tocando. Se sintió con la tentación de sacarse las vendas y mirar pero se contuvo.

Paxton se paró frente a Kal, se veía completamente vulnerable. Le caía realmente bien, era realmente obediente y no recibió quejas de su parte. Pobre chico.

-¿Puedo tener orgasmos? -pregunto Kal de repente.

Paxton suspiró, sacando una navaja dorada. Era su favorita, no quería recordar como la obtuvo. No era tan pequeña, la palabra "Destino" estaba grabado en un costado. La puso debajo del mentón de Kal, sin tocar su piel. Sintió la respiración caliente sobre su pulgar.

-Nunca dije que era un juego sexual.

-Yo...

Apretó el pequeño botón, la filosa hoja dorada salió disparada hacia arriba y penetró la piel de Kal. Él abrió la boca pero ningún sonido se emitió, Paxton pudo observar como la hoja transpaso su lengua y brillaba en el interior de su boca. Débiles gorgoteos salieron de su garganta acompañado de hilos de sangre cayendo por la comisura de sus labios.

Paxton arrugó su nariz, sacó la navaja rápidamente para que la sangre no corra por su brazo y manchara su piel. Si eso pasaba, probablemente vomitaria.

Sabía que Kal no estaba completamente muerto, grandes arcadas se sangre se deslizaban por su mentón. Por lo tanto, Paxton se inclinó sobre su oído.

-Piensa en cosas bonitas, piensa en tu familia, tú madre o tu hermano. Y piensa la gran suerte que tuvieron ellos de que tu tomes su lugar.

Kal de repente se tiró hacia adelante, Paxton apenas pudo verlo venir pero se movió lo suficientemente rápido para hacerse a un lado. El cuerpo impacto contra la alfombra de color rojo, un charco comenzaba a formarse y el líquido fue absorbido por la alfombra.

-Eso dejará una mancha.

Se puso de pie, mientras observaba el cuerpo de Kal convulsionar una última vez antes de que el muera por completo.

Paxton miro la navaja en sus manos, moviéndola de un lado al otro con el ceño levemente fruncido, como si una persona muriendo a centímetros suyo no fuese digno de atención.

Pero el decidió que la navaja no estaba tan cubierta de sangre como le gustaría. Se agachó alado del cuerpo, clavando la hoja en la parte alta de su espalda.

-Las personas nunca entienden que la belleza física realmente no es necesaria -hizo un largo corte que casi toca las caderas de Kal. Su rostro se iluminó con una sonrisa-. Lo que en realidad importa, es lo de adentro. Literalmente.

GEMELOS MALDITOS ©Where stories live. Discover now