Capítulo 15: Roto

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Sus delicadas facciones se fruncieron ligeramente cuando pasé mi lengua por sus labios queriendo sentir mejor su sabor, para después chuparlos una última vez y alejarme lentamente solo unos centímetros para agarrar aire, pero sin dejar sus labios. Mientras nuestras respiraciones seguían agitadas y la suya se veía dispareja, rocé mis labios con los suyos para relajarlo, besando su labio inferior, sólo disfrutando de su sabor mientras él se mantenía con los ojos cerrados.

Cuando finalmente nos separamos abrí mis ojos para apreciar su estado.

Sonreí satisfecho.

Hermoso...

Sus ojos temblantes aun cerrados tenían unas pequeñas lágrimas en el borde por los estremecimientos, mientras que sus cejas estaban ligeramente arqueadas en un expresión de inocencia y timidez, y sus labios, ahora rojos como una cereza se encontraban hinchados y tremendamente provocadores a la vista de cualquiera. Fue tanto que no pude contener una amplia sonrisa maliciosa en mis labios.

-Este es un buen beso de buenos días -susurré mordiendo ligeramente su oreja, oyendo como un ligero gemido se ahogaba en su garganta. Sonreí satisfecho- Ahora quiero mi desayuno

Owen abrió las ojos como platos y arqueó las cejas al entender a lo que me refería, pero antes de que dijera cualquier cosa, lo callé con un beso mientras cambiaba nuestras posiciones y lo dejaba a él ahora recostado en el sofá, abajo de mi. Su mirada y expresión de inocencia en ese momento eran dignos de admirar.

-L-liam...no- interrumpí sus palabras atrapando sus labios entre los míos comenzando a deslizar mis manos por sus hombros hasta su pecho, acariciando su cuerpo.

Pasé las yemas de mis dedos por su cadera, removiendo un poco la tela de su enorme suéter para meter mi mano dentro de esta y tocar directamente su piel con suave lentitud. Él se estremeció ante mi tacto haciéndome soltar unas risitas, satisfecho por su reacción.

Una vez más, sin poder resistirme lamí con sensualidad sus labios, deleitando mi ser con su exquisito sabor.

Nuestros cuerpo ya estaban empezando a calentarse cada vez más y los jadeos y movimientos instintivos que salían de nosotros se volvían cada vez más intensos. Owen luchaba por no dejar salir su voz, debido a la vergüenza que le causaba, sin embargo no me gustaba que lo hiciera, así que, con intenciones maliciosas, moví mis caderas hacia las suyas frotando nuestras partes bajas consiguiendo mi objetivo.

- Ahh! No... -de su boca un delicioso gemido llego a mis oídos como una corriente de deliciosas melodías que me provocaban escuchar más de ellas.

Volví a besar sus labios con ferocidad, disfrutando de todas las sensaciones que él mismo también sentía.

En esos momentos podía jurar que estaba completamente sumergido en mi amor y pasión por él, no podía pensar en otra cosa que que no fuese en él, sin embargo, todo el ambiente dio la vuelta, cuando de repente su tacto se hizo ausente y él, por altuna extraña raízón,ya no estaba.

Confundido y aturdido miré a mi el rededor notando de inmediato que, no sólo su ausencia estaba presente, sino la de el lugar en el que nos encontrábamos, de hecho, la de cualquier cosa que pudiera llamarse lugar.

Un frío espantoso se apoderó de mi y repente, todo mi entorno empezó a sacudirse, causando que diera contra el suelo. Tan pronto lo hice, silencio.

Alcé la mirada apoyado del suelo o lo que parecía serlo, pues era completamente oscuro y no se podía divisar otro color que no fuera ese. Como pude me levanté, inquieto y mirando a todas partes.

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