Capítulo 2

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La maestra ya nos esperaba en la puerta de la guardería con mi hija, odio que hagan eso de sacarla a ella del aula, como si mi hija fuera el problema por ser diferente en lugar de educar a esos niños

El señor Brooks detuvo el auto antes de llegar.

- ¿Ocurre algo? Ella está allí

Cuando voltea verlo está mirando a mi niña como si esta fuera lo más hermoso que viera en la vida, ella llevaba el cabello suelto hasta la cintura y un vestido blanco con pequeñas flores azules, y su cabello estaba adornado con una tiara de flores celestes muy claras casi blancas parecía un hada del bosque.

- Ella es hermosa.

Su mirada era de total admiración.

- Claro que sí, le dije que era una princesa, venga conmigo señor Brooks le presentare a la princesa Antonella Biagio.

Nos acercamos más en el auto, el señor Brooks bajó primero y me abrió la puerta, al parecer ni la maestra ni mi hija se lo esperaban porque nos miraban con sorpresa o podría ser exclusivamente al atractivo hombre a mi lado que me trajo en su lujoso coche, carraspee sonoramente para que la maestra volviera su atención a mí.

- ¡Ah! Señor Biagio, lamento tanto la situación, usted sabe cómo son los niños, tal vez si Antonella no llamara tanto la atención...

El señor Brooks dio un paso al frente intimidando a la profesora.

- ¿Está usted sugiriendo que el botón más bello del jardín debe ocultarse para no ser arrancado, en lugar de protegerlo y dejar que florezca?

La maestra boqueaba como un pez fuera del agua.

- Bueno no, pero los niños son crueles y no toman a las personas diferentes con agrado.

- Los niños no son crueles, ellos nacen sin prejuicios, somos quienes los educamos quienes ponemos los prejuicios en ellos, debería plantearse que hace usted para que eso cambié.

Tomé a mi hija en brazos ya que la maestra soltó su mano de la impresión.

En otro momento sería gracioso, pero sé que la niña tiene que volver mañana y la historia se repetirá.

- ¿Papi dónde encontraste a este príncipe y por qué no tiene caballo?

El señor Brooks pareció salir de su papel de villano y en un segundo el hombre encantador y sonriente que se presentó en mi oficina estaba frente a mí.

- Discúlpeme Princesa Biagio, soy Richard Brooks y lamento únicamente tener un auto que ofrecerle.

El señor Brooks imito un perfecto acento inglés y una teatral reverencia que tenía a mi hija y su maestra totalmente encantadas.

Por la mirada que el señor Brooks y mi hija se dedicaban me di cuenta que fue amor a primera vista.

El señor Brooks se ofreció a llevarnos a casa, acepté por qué quería seguir hablando con él y me sentía incapaz de separarlo de mi hija cuando la veía como si fuera la primera estrella de la mañana, así que Antonella y yo subimos a la parte trasera del auto, el señor Brooks amablemente nos abrió la puerta y puso el bolso de Antonella al frente con él.

- Papi tengo hambre, me perdí la hora del almuerzo.

Ese momento fue incomodo, los niños piden lo que quieren en el momento que quieren.

- Pronto llegaremos a casa y te prepararé algo.

Me encanta cocinar, prepararle a Antonella su comida y cena, pero lo que más me gusta es hornear, pasteles, galletas y postres son el corazón de mi cocina. En verano preparamos postres de frutas y helados caseros.

Leyes del  Amor Libro 3Where stories live. Discover now