Capítulo 3

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A la mañana Siguiente fue un poco difícil despertar, tuve una pesadilla de cuando Carol llegó a mi puerta con la noticia de estar embarazada, fue tan real que desperté sudando y con el corazón martilleando.

Desperté a mi hija y nos bañamos de prisa, Antonella es de esos niños que no lloran para que no los lleves a la escuela, pero que aprovecha cualquier oportunidad para faltar.

Supongo que está cansada de las burlas de los niños.

- Vamos mi valiente princesa, hoy es otro día para enfrentar a los ogros.

- ¿Papi, por qué soy tan blanca?

- Bueno, las personas somos como los helados, unos son de chocolate, otros de fresa, mango, limón, zarzamoras, vainilla...tú eres como un helado de coco.

Antonella se retorcía de risa mientras le hacía cosquillas, siempre me a costado trabajo hablar de esto con ella, supongo que es lo mismo que los niños de color en un barrio de blancos les preguntan a sus padres, ¿Por qué soy diferente?

- Pero yo no soy un helado de coco papi.

- ¿Notaste los ojos del Richard?

Al nombrarlo la mirada de mi hija se ilumina, me dan celos, siempre he sido lo más importante para ella ahora un desconocido aparece en nuestra vida y la hace sonreír con la mera mención de su nombre.

- Si.

- ¿Habías visto algunos así antes?

Antonella lo piensa un momento, aunque nuestros ojos son de un azul muy claro, los de Richard son de un gris acerado, hermosos e intimidantes.

- No.

- Esos ojos son lo que hacen a Richard diferente a los demás hombres, por lo tanto, también son los que lo hacen especial, el color de tu piel te hace diferente a los otros niños, y únicamente las personas que son diferentes pueden apreciar lo especial que eres.

- Me gusta, ¿podemos quedárnoslo?

Imaginé a Richard como un perrito de ojos tristes en nuestra puerta, asentí a mi hija, nos quedaremos ese cachorro.

Antonella desayunó a prisa y salimos corriendo, en nuestra entrada estaba estacionada una enorme camioneta familiar, un joven de traje estaba abriendo la puerta para nosotros.

- El señor Brooks me ha pedido que esté a sus servicios, y me solicitó que le recordara que es tarde para la guardería.

Ese hombre se ha tomado en serió eso de consentirnos.

- Está bien, sólo porque ya es tarde.

Subimos a la camioneta que ya traía un asiento para bebé, este hombre piensa en todo, yo sólo tuve tiempo para estudiar más a fondo su caso antes de caer rendido en mi cama.

Coloqué a Antonella y el chofer nos llevó rápido pero seguros a la guardería, la maestra la recibió con una sonrisa tímida que no puede regresar.

Después de dejar a mi hija recibí una llamada de mi oficina, me pedían que me presentara en las oficinas de Brooks & Son, a partir de ese día operaria desde allí. Al parecer el chofer ya lo sabía porque al levantar la mi rada me di cuenta que era a donde nos dirigimos.

Entramos a un enorme estacionamiento subterráneo y el chófer abrió mi puerta para guiarme a los elevadores, entró conmigo llevándome hasta la última planta del edificio.

El recibidor era frio, pero elegante, una hermosa mujer morena nos recibió igual de frío que el ambiente en ese lugar, incluso me pareció sentir hostilidad de su parte.

Leyes del  Amor Libro 3Où les histoires vivent. Découvrez maintenant