Capítulo 1

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- Estoy buscando al abogado Biagio, soy su cita de las 11.

El día a estado lleno de trabajo, por si fuera poco me llamaron de la guardería de mi hija Antonella de nuevo, al parecer ha tenido un pequeño accidente, lo que significa que sus compañeros se han burlado de ella y ahora no para de llorar, las maestras al parecer no tienen entrenamiento en esas situaciones, los niños no deben de comportarse de esa manera dicen, sólo refleja que son caprichosos y consentidos, uno pensaría que lo dicen de los agresores, pero se refieren a mi hija.

Antonella es albina lo que significa que su piel y cabello son completamente blancos cosa que al parecer sus compañeros no pueden dejar pasar, eso aunado a que no tiene mamá la vuelve un blanco fácil para las burlas.

Los niños puedes llegar a ser unas personitas muy crueles.

- ¿Es usted el Señor Biagio?

Un atractivo hombre en un tarje de tres piezas, está en la puerta de mi oficina, de pronto todo parece simple y ordinario alrededor.

Es alto y de cuerpo magro, con esa barba de tres días, ojos grises y postura desinhibida tiene un aspecto peligroso.

Creo que me perdí en la observación porque me sonríe y levanta una ceja cuestionando sin hablar.

- Discúlpeme, sí, soy yo.

Le tiendo la mano y me da un apretón fuerte y no me suelta, me evalúa de manera descarada como si fuer yo algo que esta en venta, retiro mi mano y se resiste un poco, luego sonríe a mi acto.

- Soy el señor Brooks su cita de las once en punto.

Apunta con un movimiento de cabeza al reloj detrás de mí, y en efecto son las once en punto, tiene un ligero acento británico que seguro funciona para atraer mujeres u hombres, su mirada comienza a incomodarme.

Lo había olvidado por completo, es el caso de un divorcio en el que el marido se niega a darle un centavo a su ex esposa.

Independientemente de eso tengo que irme.

A juzgar por el traje caro que lleva el dinero no debería ser un problema, pero por otro lado esta firma no es de renombre.

Tal vez sólo sea tacaño.

- Lo siento mucho señor...

Da un paso más cerca y ya lo tengo aun palmo, puedo oler su colonia y es agradable, lo que significa que él puede oler en mí las galletas que hornee en la mañana.

- Brooks, Richard Brooks

- Señor Brooks me temo que tengo que cancelar nuestra cita.

Sé que talvez no le importe, pero mi hija ha tenido un accidente en la guardería y tengo que recogerla.

Su sonrisa se iluminó de pronto y sus ojos grises brillaron.

Estaba demasiado cerca aun, era un poco mas alto que yo, pero no por mucho, podía verlo directo a los ojos sin levantar el rostro.

Con su cabello negro y mirada penetrante me ponía la piel de gallina, he pasado demasiado tiempo soltero si un extraño en mi oficina de aspecto peligroso me parece atractivo.

A tientas apreté el botón del intercomunicador para llamar a mi secretaria, tenía que irme y la mirada de este hombre me tenía congelado en mi escritorio.

- Mary podrías pedirme un taxi por favor.

Sentí la mano del señor Brooks sobre la mía interrumpiendo mi llamada.

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