Capítulo 1

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Estoy en el Museum of London, que a las diez de la mañana está vacío. Me escapé del colegio de nuevo, y siempre cuando lo hago, voy a visitar la biblioteca. Esta vez decidí variar mi recorrido. ¿Por qué me escapo del colegio? Porque tengo los más desagradables compañeros de clase. Tienen tan poco coeficiente intelectual, que no creo que ninguna universidad los acepte. Bueno, son ricos, así que supongo que sus padres “hablarán” con los rectores de Cambridge u Oxford, para que sus adorados—también descerebrados—retoños ingresen.

Admiro con ojos brillantes la colección griega, que es, simplemente maravillosa. Los pliegues de las túnicas de las estatuas están tallados en mármol, tan suavemente que parecen reales. Reprimo el impulso de tocarlas. Doy un corto sorbo a mi café, mientras observo la descripción de la colección de esculturas del Partenón en una lámina de plástico.

Saco mi iPod, en el que escucho a Oasis, son casi las once. Me pasé cincuenta y dos minutos recorriendo el museo. Es hora de salir a la calle e ir al Hyde Park, me digo. Cantando Stop crying your heart out en voz baja, giro sobre mis talones y me dirijo a la salida.

Pero algo me distrae, una impresionante pintura acaba de ser colocada en un salón al que no había prestado atención antes. En letras doradas sobre la puerta de dos hojas reza “Colección Dürer”, la curiosidad me impulsa a ir dentro. Sigilosamente ingreso al majestuoso cuarto, paredes pintadas de un blanco cegador y majestuosos cuadros de estilo renacentista.

Observo el cuadro que acababa de colgarse un gigantesco cuadro de casi dos metros, era un retrato de un rey, lo supongo por la corona, la espada y esa bola cuyo nombre no recuerdo…

-Impresionante, ¿No?-doy un respingo, y giro la cabeza. Me quito un audífono de la oreja-.

Un hombre hermoso está observándome, con una media sonrisa en la cara. Con hermoso me refiero a verdaderamente hermoso, tan hermoso que me dan ganas de llorar. Sus ojos, que me miran fijamente, son de un color dorado precioso. Tiene mucho cabello negro como el ébano y barba de dos días aproximadamente. Tiene unas pestañas larguísimas. Sus facciones son fuertes y es muy alto, porta un traje negro—Armani o alguna otra marca que cuesta miles de libras—camisa blanca, con el último botón desabrochado y una bufanda negra, de lana.

Abro la boca para decir algo. Dos veces. Él enarca las cejas con expresión burlona, yo frunzo el ceño.

-Sí…-asiento con la cabeza y vuelvo los ojos a la pintura-.

-Es Carlomagno, de Dürer, ésta-señala al retrato-nos costó conseguirla, intercambiamos unas cuantas piezas de la colección egipcia-asiento con educación y froto las manos contra mi popote de café para calentarme las manos-.

-Es preciosa, me encanta como mezcló los amarillos para crear esta sensación de dorado-¿En serio? Me reprendo mentalmente, el hombre hermoso con aire un tanto latino, tal vez italiano me mira extrañado-bien, adiós-digo y salgo disparada-.

Recién ahora me doy cuenta de que el salón estaba vacío.

-¡Espera!-exclama, yo aprieto los ojos y me muerdo el labio inferior, inhalo profundamente-.

Despacio, doy la vuelta, y me encuentro con su imponente figura acercándose a mí. Tiene la diversión plasmada en sus hermosos ojos. Oh, se burla de mí. Genial.

-¿Sí?-pregunto, arrugando la frente. Él me mira ladino, con esa media sonrisa tan encantadora-.

-No me dijiste tu nombre-enarco las cejas, frunzo las labios, él me mira esperando una respuesta-bueno… yo primero. Zayn Malik-en este momento quiero golpearme a mí misma, reprimo ese impulso, y solo asiento-no hablas mucho, ¿Cierto?-sonrío y vuelvo a asentir-.

-Soy Tiffany-sonrío-hola-saludo con la mano-.

Nos quedamos parados viéndonos en silencio, en medio de una sala con pinturas que parecen mirarnos. Me pregunto si sabe que me escapé del colegio… No, es ridículo. Descarto esa pregunta, y formulo otra. ¿Cuántos años tendrá? Parece de veintitantos, asiento con la cabeza sin darme cuenta.

-Ahora, si me disculpa, creo que me tengo que ir-digo, él parpadea y asiente-.

-Por supuesto, déjame acompañarte a la salida-retengo aire-si gustas… Claro-me quedo petrificada, el hombre hermoso, Zayn, quiere acompañarme-.

-Oh, sí-sonrío-.

Camina con elegancia hacia mí, posa de repente una mano en mi espalda, a la altura de la cintura, alzo la cabeza y le sonrío levemente. El hombre hermoso que ha de estar burlándose de mí en estos instantes. Bueno, el hecho de que no posea mucho conocimiento es debido a que tengo diecisiete años, digo. ¡Agh! Voy a tener que aprender sobre esto. Miro al frente mientras bajamos las escaleras.

-Y dime, Tiffany… ¿No deberías estar en el colegio?-me muerdo el labio inferior, que ya me duele-.

-Yo…-me encojo de hombros y lo miro-sí. Debería. Pero no-contesto en un arranque de honestidad-.

-¿Por qué?-pregunta, insistente-.

Dios, su voz, es deliciosa. De repente, no sé de dónde, sale una avalancha de turistas asiáticos con cámaras ultramodernas y suben las escaleras, obligándome a pegar mi espalda al pecho de Zayn. Se me corta la respiración y siento su calor, su aroma a madera, sándalo y canela. Y me mareo, es una sensación agradable, su pecho es muy cómodo.

Hasta que las últimas cinco personas suben por la estrecha escalera, nos quedamos así.

Luego nos movemos y me alejo de su mano grande y caliente, que no se despegó de mi cadera. Él sonríe con esa endiabladamente sexy media sonrisa suya. Bebo un largo sorbo de mi café, e inconscientemente, me paso el dorso de las manos por la boca. ¡Qué impropio de una señorita! Juro escuchar la voz de mi tía regañándome. El hombre hermoso sigue con la vista clavada en mí.

-No me respondiste, ¿Por qué no estás en el colegio?-pregunta de nuevo-¿Tenías examen y no estudiaste?-me siento ofendida-.

-No, hoy no había nada importante…y odio demasiado a mis compañeros de clases-ladeo la cabeza y entorno la mirada, esperando su respuesta-.

Y se me para el corazón. Su sonrisa completa, es preciosa, extraordinariamente divina. ¿De dónde salió y por qué no hay más como él?

-Yo también odiaba a los míos, y me escapaba mucho-comenta, en voz baja, como confiándome un secreto, me guiña un ojo-es bueno ver que estás aquí, en un museo y no como yo, fumando y cometiendo actos de vandalismo-no sé por qué, pero suelto una carcajada-.

-Esta es la primera vez. Siempre voy a la biblioteca-sonrío, y nos detenemos frente a la puerta principal-.

-Es bueno de todos modos-toma mi mano y se la lleva a los labios-espero verte de nuevo-murmura, noto que nos acercamos considerablemente al espacio personal del otro-pero después del colegio-sonríe de nuevo, y yo le sonrío también. Como una total estúpida-.

Art of Seduction · Zayn Malik AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora